El libro de los Hechos de los Apóstoles nos habla de como vivían las primeras comunidades cristianas, aquellas a quienes los discípulos fueron a bautizar y a predicarles el Evangelio.
Dichos grupos de cristianos se dedicaban a escuchar las enseñanzas de los apóstoles y hacían memoria del Señor en el momento de la fracción del pan. Vivían unidos como hermanos pues se consideraban y trataban como tal, por lo tanto, compartían sus bienes espirituales y materiales.
Este modo de vida no debería estar alejado de nuestra realidad actual; sobre todo cuando una pandemia azota a la población mundial, tanto en el ámbito de salud como en el aspecto económico. Actualmente nos encontramos en nuestros hogares y, contrario a lo que pensamos, tenemos un sinfín de opciones para ser una comunidad cristiana que comparta momentos felices, recreativos y de aprendizaje.
Nuestro cuerpo es nuestro templo, no olvides cuidarlo y mantenerlo en un estado saludable. Puedes buscar en internet rutinas de ejercicio familiares o simplemente juega con los más pequeños de la casa. Toma esta cuarentena como un excelente momento para recordar la infancia y esos juegos que te hacían correr, reír y sudar.
Juntos disfruten de alguna película que refuerce los valores cristianos y la sana convivencia con el prójimo y la naturaleza. Busquen y lean algunas biografías de santos y santas o cualquier otro texto que te inspire y motive a ser una mejor persona.
Contempla y agradece el amanecer y el atardecer que puedes ver desde tu ventana. Sube a observar cada noche las estrellas o la luna que no ves desde hace tiempo por las prisas de la rutina.
Asimismo, a través de actividades artísticas como la pintura, canto, baile, escultura, entre otras; puedes pasar ratos amenos y explorar tus habilidades. Estos momentos son valiosos para entender las necesidades y sentimientos de cada integrante del hogar, para escuchar anécdotas graciosas o los recuerdos de los más ancianos y sabios de la casa.
No olvidemos también compartir lo que tenemos con lo que más lo necesitan. Cocinar, además de ser una actividad que puede recrear y divertir, nos permite alimentarnos. Puedes cocinar especialmente para compartir el pan con aquel vecino que se ha quedado sin ingresos o con alguna persona mayor.
Esta cuarentena es un llamado a ser una autentica Iglesia doméstica, donde por medio de valores cristianos aportemos un cambio positivo y más solidario a nuestra sociedad.
Con información de: Arquidiócesis de Xalapa/María Marisela Parissi Zamora