El miedo a la soledad es la causa de la pandemia del concubinato. Cristoestima, la cura definitiva

Psic. Octavio Escobar
Psic. Octavio Escobar

Muchos han sido los casos de personas que durante la pandemia han optado por vivir en concubinato por una cuestión “práctica” desde lo económico. Sin embargo, la principal razón por la que muchos aceptan esta condición de “comodidad” en lugar de un proyecto con un esposo o esposa, se debe a una gran incapacidad a estar solos.

Esta conducta indigna del ser humano, en la que baja sus expectativas de pareja y acepta estar con una persona que no acompaña su proyecto de vida, no es otra cosa que miedo a la soledad o, mejor dicho, miedo a estar solos con ellos mismos.

 

¿Cómo el miedo afecta mis relaciones?

Las relaciones humanas pueden parecer complejas, sin embargo, la persona que está en paz consigo misma tiene mejores oportunidades de elegir a la persona correcta, de hacer que sus relaciones sean sanas y por ende que duren más tiempo. Por el contrario, una persona que tiene grandes dolores o heridas en su corazón es mucho más propensa a aceptar amor a pedazos e incluso a recibir maltratos y humillaciones por parte de su pareja, amigos o familiares.

De esta forma el miedo a la soledad, que no es otra cosa que una expresión de un vacío emocional, hace que la persona no se sienta merecedora del amor, del cariño o del respeto de otros. Esto hace que se aferre a lo que primero se le presenta, en lugar de buscar lo que verdaderamente le conviene.

Para afrontar la pandemia del concubinato que aparta a la persona de su proyecto de vida, es necesario que haga un proceso de identificación de las heridas que causan su miedo a la soledad. Estas heridas, pueden haber sido causadas desde el momento de la concepción, por lo que para la psicología tradicional es casi imposible detectarlas, mientras que para la psicología católica si es posible, ya que es a través de la oración sistemática que el individuo identifica las causas de su miedo.

 

Cristoestima como la cura para el miedo

Así como identificar las heridas sería el primer paso, sentirse amado en Cristo es entonces la siguiente respuesta para aceptar que no necesito mendigar afecto ya que en Él lo tengo todo. Entender esto, significa que la persona deje de entender el proceso de amor propio como el centro (autoestima) y acepte el amor de Dios que es mucho más poderoso (Cristoestima).

Esta distinción entre autoestima y Cristoestima, es un término muy poderoso que suelo usar con mis pacientes del Diplomado de Sanación de Heridas Emocionales (https://octavioescobar.org/sanate), en el que muchos llegan con la idea de ser ellos quienes reparen sus miedos, para luego darse cuenta de que solo en el amor infinito de Dios no necesitan el amor de nadie más.

 

La esperanza, la respuesta del amor de Dios contra el miedo

Para aquellos que estén familiarizados con el amor de Jesús como un padre amoroso y de la Virgen María como su madre protectora, es más fácil entender que ante el miedo siempre tenemos una protección infinita. Sin embargo, para muchos católicos que han tenido una relación difícil o de abandono con sus padres es más difícil entender las herramientas que Dios nos da para luchar contra el miedo.

Recordemos que la historia de nuestras vidas es una historia inspirada por Dios ya que siempre nos da esperanza. Si sientes que en tu vida no hay esperanza, ten cuidado porque la historia que estás viviendo no está inspirada por Él.

Por eso quiero invitarte al retiro-taller gratuito “Sana el miedo y recupera la esperanza”, que realizaré este sábado 29 de mayo, para que junto con el amor de Jesús como modelo de padre y de María como modelo de madre, puedas encontrar y sanar de raíz esas heridas de tu infancia que no te permiten desarrollar tu proyecto de vida. Te invito a que hagas clic en este enlace para registrarte.

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¡Te espero!

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Psicólogo Clínico de Colombia