Todos conocemos la historia de David y Goliat, recogida a lo largo de la historia. Y, aunque no la hayamos leído, sabemos bien lo que significa: es la victoria del pequeño frente al grande, del desvalido frente al poderoso, un pasaje en el que, aunque tengamos todo en nuestra contra, siempre habrá posibilidades de salir triunfante.
Aún recuerdo que en los libros de textos gratuitos de hace varias décadas venía este relato en las lecciones que precisamente se titulaba “David y Goliat” que al leerlo nos remontaba a que algún día en la vida se iba a presentar algunas adversidades que por muy “fuertes” que estas fueran siempre íbamos a salir abantes, porque lo exterior no siempre es lo más importante o determinante, hay cosas en el interior que representan una fortaleza, como fue el caso de David que ante su oponente todos pensaban que lo iban a derrotar pero la sorpresa fue mayúscula cuando de su haber sacó una piedra y con una honda derribó a su oponente.
Es una peculiar metáfora que se ha extendido por todo el planeta donde queda claro que la fortaleza es solo una apariencia, “si el más fuerte ganara todas las batallas qué esperanza habría para los débiles”, creo que estamos de acuerdo en eso.
Hoy se están viviendo tiempos de contraste, de cambio que representan todo un reto ante este “Goliat” que nos acecha. Las adversidades que nos presenta la vida son muchas, y todos las hemos padecido y superado de mejor o peor manera. Todos sabemos que con esta palabra nos referimos a las contrariedades y escollos que encontramos en el camino a lo largo de nuestra existencia, pero en esta oportunidad vamos a tratar de encontrar para ella una definición lo más precisa posible, para lo cual es bueno recurrir a su origen etimológico y del diccionario: “La palabra latina ‘adversitas’ que es de la que se derivó, está integrada por el prefijo ‘ad’ en el sentido de ‘hacia’, ‘versus’ con el significado de volver o girar, más el sufijo de cualidad dad’”.
Lo adverso es entonces el otro lado de lo bueno, la parte negativa de algo, lo desfavorable o desafortunado, para ello “La paciencia no es un signo de debilidad: es la fortaleza de espíritu que nos hace capaces de “llevar el peso” de los problemas personales y comunitarios, nos hace acoger la diversidad de los demás, nos hace perseverar en el bien” (Papa Francisco).
La resiliencia es una aptitud que adoptan algunos individuos que se caracterizan por su postura ante la superación de una adversidad y de mucho estrés, con el fin de pensar en un mejor futuro. No obstante, no todas las personas poseen esta característica, aunque tampoco se relaciona con la genética.
Muchas veces esta habilidad es desconocida por el individuo y la descubre únicamente cuando se encuentra en medio de una situación difícil que logra superar gracias a su postura de lucha y de seguir adelante. Pero ¿qué hacer ante las adversidades que se presentan en la vida?
Hay que estar consciente de que el sufrimiento forma parte de nuestra existencia como seres humanos. Existe una infinita gama de dolor, de sufrimiento que acosan al ser, para nosotros las circunstancias desfavorables, el dolor, tiene que ser una escuela de ser mejor cada día, “signo de superación”, una gran oportunidad de crecimiento.
En los momentos de dificultad, hay que doblar las rodillas y levantar el corazón y la mirada al cielo. ¿De dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene de Él que hizo el cielo y la tierra, ante toda adversidad hay que confiar. Y si la situación que estoy viviendo puedo cambiarla, hay que hacer todo lo propio con sentido de responsabilidad para lograr cambiarla.
La consecuencia en la adversidad es propiciar un cambio personal, un ajuste familiar, una purificación eclesial y un cambio en el gobierno en todos los niveles. Este cambio es la reconstrucción del tejido social, ambiente en el que hemos nacido y estamos viviendo y se torna hostil. Hay que describir, ordenar los lados políticos, culturales y sociales de esta época, para que faciliten el desarrollo integral de la humanidad, y sea más ligera la adversidad sin sometimientos de poder, ni atributos personales y territoriales; para lograr que este “Goliat” que nos abruma sea derrotado por “David”, la fortaleza de la humanidad y así superar las adversidades.
RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS.
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