Informábamos del procedimiento canónico abierto contra el párroco de la iglesia de Sainte-Eugène-Sainte-Cécile, en París, a raíz de las acusaciones de no cumplir la normativa impuesta por la pandemia (que si un sacerdote había tocado la frente de un recién nacido al bautizarle, que si un sacerdote no llevaba puesta la mascarilla durante la Consagración…).
En medio de la polémica, el Cardenal Robert Sarah acaba de hacer pública una carta de apoyo al párroco acusado, bendiciéndole, asegurándole sus oraciones y deseándole que no desfallezca su confianza en Dios. A continuación reproducimos el texto de la carta:
Estimado párroco,
«Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño» (Mt 26,31), dijo Jesús en la tarde del Jueves Santo, citando al profeta Zacarías: «Hiere al pastor y que se dispersen las ovejas» (13,7). Esta frase de la Sagrada Escritura me vino espontáneamente a la mente cuando leí los numerosos artículos y reportajes sobre la Vigilia Pascual de este año en la iglesia de Saint-Eugène-Sainte-Cécile de París.
Deseo expresarle, al igual que al Padre Gabriel Grodziski, mi apoyo y compasión en esta prueba que está pasando como párroco, y por tanto como pastor de almas, y le pido que transmita a los feligreses de la iglesia de Saint-Eugène-Sainte-Cécile la certeza de mi más ferviente oración, especialmente en el altar del Santo Sacrificio de la Misa. Recuerdo con alegría y acción de gracias mi preciosa visita en marzo de 2015, que me permitió apreciar la acogida de una comunidad parroquial cuyo fervor me conmovió.
Les bendigo a todos de corazón, encomendándoles a Nuestra Señora de los Consuelos y a San José, Protector de la Iglesia universal en este año consagrado a él.
Deseándole buen ánimo y una confianza en Dios a toda prueba a la luz de la Pascua, que celebramos en este momento con alegría, le transmito mis más cordiales sentimientos en Cristo resucitado, asegurándole mis oraciones por su ministerio sacerdotal en Saint-Eugène-Sainte-Cécile.
Robert Card. Sarah.
El Arzobispo de París amenaza con cerrar una parroquia por no cumplir restricciones anticovid.
| 12 abril, 2021
Dos parroquias en Francia en el punto de mira de los medios, las autoridades civiles y sus pastores por no imponer estrictamente las mascarillas entre su congregación.
Todo empezó con algún feligrés que se quejó a Le Parisien de que en su parroquia no se observaban estrictamente las medidas de “distanciamiento social” contra la pandemia. Luego hubo más de este cariz: que si un sacerdote había tocado la frente de un recién nacido al bautizarle, que si un sacerdote no llevaba puesta la mascarilla durante la Consagración.
Las autoridades actuaron inmediatamente, manteniendo detenidos a dos sacerdotes, acusados de poner en peligro las vidas de sus feligreses. Y el asunto llegó al arzobispo de París, Michel Aupetit, quien, lejos de defender a sus sacerdotes del acoso de las autoridades seculares y denunciar la discriminación que sufren los lugares de culto, se unió al César en el ataque contra ellos, anunciando la apertura de un procedimiento canónico contra uno de estos, el párroco de la iglesia de Sainte-Eugène-Sainte-Cécile.
“Si este flagrante desprecio a mis instrucciones continúa, no tendré más remedio que cerrar la iglesia y prohibir cualquier celebración», tronó el arzobispo en una carta a los fieles de la parroquia tradicionalista, deplorando el «grave escándalo que perjudica a toda la Iglesia católica en Francia» por las actitudes demostradas en el templo.
Los delitos que despertaron la cólera de Aupetit fueron los siguientes: «Muchos fieles y clérigos no llevan mascarillas durante las celebraciones; las comuniones se daban en la lengua sin ninguna precaución; el sacerdote no llevaba mascarilla y no se desinfectaba los dedos después de cada comunión: los clérigos presentes en el coro no llevan máscaras ni están distanciados; no se condena a una de cada dos filas o a la separación de dos asientos vacíos entre las filas de los fieles».
Menos mal que aún quedan pastores centrados en lo importante.
Infovaticana.