El valor social del trabajo y la ‘Espiritualidad del trabajo’.

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Esta estima del trabajo no nace solo de la admiración ante los logros del arte, la ciencia y la técnica, el trabajo tiene lugar en la vida social y en las relaciones económicas, por ello hay que entender que sin los labradores y los artesanos ninguna ciudad pudo haberse construido, pero ¿qué le queda al hombre de su trabajo? ¿Y los días de fatiga y la preocupación de los negocios y las noches de insomnio?

En muchas ocasiones la arbitrariedad, la violencia, la injusticia y la rapacidad hacen constantemente del trabajo un peso abrumador, esquilmado por el impuesto, poblaciones sometidas a prestaciones forzadas por un gobierno, y patrón opresor, que somete y condena al trabajador golpeándolo en su economía, trabajos forzados, ritmo de horarios agotadores bajo una vigilancia despiadada donde no pueden sentarse hasta la hora de comer y solo se les da un corto tiempo determinado y a la hora de salida hay que quedarse a terminar los pendientes, a acomodar prolongando con ello la hora de salida. Tal parece que se pretende aniquilar a la población y quitarle toda la capacidad de resistencia, como si se estuviera en los campos de concentración.

Los derechos humanos que brotan del trabajo entran precisamente dentro del más amplio contexto de los derechos fundamentales de las personas. Qué decir del salario y otras prestaciones sociales; el problema clave de la ética social es el de la justa remuneración por el trabajo realizado porque tal verificación afecta sobre todo a la familia. Una justa remuneración de la persona adulta que tiene responsabilidades de familia es la que sea suficiente para fundar y mantener una familia y asegurar su futuro, la idea es que hay que esforzarse por la revaloración social de una mejor remuneración salarial.

Con el trabajo el hombre ha de procurarse el pan de todos días, así contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, pero sobre todo a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad donde vive con su familia y sus compatriotas.

Trabajo significa todo tipo de acción que el hombre realiza independiente de sus características o circunstancias; significa toda actividad humana que se puede o se debe reconocer como trabajo. De entre estas múltiples actividades se destaca las labores en el hogar que es fundamental y siempre actual y que exige constantemente una donación siempre con nuevas esperanzas, no menos digno como todos los trabajos.

Ciertamente el trabajo es “cosa antigua”, tan antigua como el hombre y su vida sobre la tierra. Hoy en la actualidad ha dejado de ser en muchos casos un trabajo principalmente manual, ya que la fatiga de las manos es ayudada por máquinas y mecanismo digitales, éstos son cada vez más perfeccionados en todos los ámbitos de nuestra vida, lo cual ha convertido el trabajo en una transformación digital; es verdad que esto es una realidad, pero “el sujeto propio del trabajo sigue siendo el hombre”. Estoy de acuerdo que ello facilita y perfecciona, lo acelera y lo multiplica de una forma exuberante.

El universo ha sido entregado en manos de los hombres, para ocupar la tierra y someterla, esto es labrar, trabajar, porque todos los que trabajan aun cuando no brillen por la cultura, ni por el juicio, todos sin embargo según su oficio “sostienen la tierra” por eso se pinta al hombre por la mañana saliendo para su faena a hacer su trabajo hasta la tarde. Este trabajo del hombre es la expresión de que está vivo es una ley de la condición humana y cuando llega por la tarde rica de pan y amarga de sudores por la fatiga del trabajo hecho en el día, se dispone a descansar en unidad con la familia.

La ociosidad es además una aberración, se admira a la mujer siempre solicita que no come el pan sin antes haberse ocupado, pero el perezoso da vueltas sobre su cama pensando qué comerá, indiferente a la responsabilidad que tiene. “El poder subsiste, pero el ocioso maldito resiste y debe ser domado” dice el poeta.

Ahora bien, en el entendido que en el trabajo participa el hombre completo su cuerpo y su espíritu, independiente del hecho que sea un trabajo manual o intelectual, es necesario una adecuada asimilación de esta dimensión, hace falta un esfuerzo interior del espíritu humano, quien guiado por la fe es capaz de dar sentido a esta labor que cotidianamente realiza, como decían los místicos “Orar y trabajar”, mediante el cual el alma se va perfeccionando, haciendo con ello una verdadera “Espiritualidad del trabajo” que ayuda a todos a su realización, demostrando el efecto en que consiste la dignidad del trabajador. Hace falta, por lo tanto, que esta espiritualidad llegue hacerse una realidad.

 

RUAN ANGEL BADILLO LAGOS.

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