Este pasado sábado 27 de marzo celebramos llenos de un gozo y de una esperanza sobrenatural el funeral de Teresita Castillo de Diego, la niña que falleció hace tres semanas en el Hospital de la Paz de Madrid a causa de un tumor en la cabeza con sólo diez años de edad.
Teresita es sobrina y ahijada de Marta de Diego Alió, mujer de mi hermano y prima de los seis hijos de mi hermano y de mi cuñada, con los que tuvo una intensa y profunda relación. Doy gracias a Dios por haberme permitido conocerla, por haber podido compartir con ella tantos momentos en la familia de mi hermano, por haber sido testigo de su ingenuo y profundo amor a Jesús, de su simpatía y de su alegría desbordantes, por haberme permitido estar particularmente cerca de ellos, aun cuando por las restricciones impuestas por el covid-19 no pude entrar durante este último tiempo en la UCI para verla, rezar con ella y darle mi último adiós, y por haber podido acompañarla a ella y a su familia el día de su muerte y de su entierro, y durante la semana posterior a su fallecimiento, habiendo podido vivir con los padres de Teresita, con su abuela Teresa, con sus tíos Marta y Carlos y con mis sobrinos, en los ratos libres de mi parroquia, acompañarles recordar con ellos tantos momentos significativos de su vida, escribirlos y ponerlos por orden.
¡Un Vicario Episcopal, 10 sacerdotes concelebrando y 500 fieles!
Al funeral, que se celebró en la Parroquia del Corpus Christi de Las Rozas de Madrid, asistieron 10 sacerdotes, a pesar de ser víspera del Domingo de Ramos y de que muchos sacerdotes tienes celebraciones por la tarde en sus comunidades. Fue presidida por el Vicario Episcopal de la VIII Vicaría de Madrid, el P. Ángel Camino, que conoció a Teresita en el hospital el día de la Virgen de Lourdes, constituyéndola allí mismo misionera. A la celebración asistieron unos 500 participantes, entre ellos muchos niños, repartidos en el enorme templo y en su atrio exterior, desde donde muchos tuvieron que seguir la celebración. Otros muchos se unieron también a ella por internet.
A pesar del enorme dolor que ha supuesto en primer lugar para los padres y para la familia directa de Teresita, y en segundo lugar para los amigos más cercanos de ella, la celebración estuvo envuelta en una asombrosa alegría de cielo.
El canto durante la celebración fue interpretado por los niños de la Escolanía de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, quienes con sus preciosas voces crearon una profunda atmósfera de recogimiento, de oración y de alabanza, ayudándonos a vivir un intenso momento sobrenatural.
Tres enseñanzas del padre Santiago Cantera sobre Teresita
En su introducción a la celebración el P. Santiago Cantera, prior de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos señaló varias enseñanzas que nos ha dejado Teresita. Estas fueron sus palabras:
“La Iglesia se reúne para rezar por las almas de los difuntos, para encomendarlas a la Misericordia Divina y pedir que gocen en el cielo. Y con esa esperanza nos reunimos nosotros en este día de hoy.
Y recordamos a los niños, ya que hay tantos aquí presentes […] por qué ha sucedido esto con Teresita, una niña de diez años, por qué se la lleva al cielo nos puede costar entenderlo.
Pues Dios a través de Teresita nos puede hablar de varias enseñanzas que podemos aprender:
La primera que busquemos a Dios por encima de todo. Nos enseña lo que es el centro y el fin de nuestra vida: amar a Jesús, llevar a los niños a Jesús, llevar las almas a Jesús, como ella dijo.
Lo segundo es saber valorar las cosas, que mucho más que una play, que mucho más que un móvil, que mucho más que ganar dinero para tener cosas, lo que importa de verdad es amar a Jesús y ganar el cielo.
Y lo tercero, esto nos lo enseña a los mayores, pero también a los niños, saber valorar el tiempo. Con sólo diez años se puede ganar el cielo. Y nosotros muchas veces estamos pensando: ‘Bueno, para mañana, para pasado, lo vamos dejando, voy dejando el confesarme, voy dejando el ponerme a bien con Dios, voy dejando el ocuparme de las cosas de la religión, de la piedad’. Y Dios nos ha enseñado qué importante es aprovechar bien el tiempo para ser buenos cristianos, amar a Jesús y llegar al cielo.
Hoy nos unimos, por tanto todos en oración para pedir que Teresita goce de la contemplación de Jesús, confiamos en que ya lo está haciendo y que así también ella nos alcance de Dios todas las gracias que necesitamos”.
El Vicario Episcopal, el P. Ángel Camino, se maravilló de la asamblea de fieles que se había congregado para rezar por y con Teresita.
Nos anunció que por la noche le escribiría al Papa para comunicarle el espectáculo que estaba contemplando, como anteriormente le comunicó su encuentro con Teresita en el hospital.
Un funeral de gloria dirigido especialmente a los niños
Entre los fieles congregados había un numeroso número de niños, muchos de ellos compañeros de clase y del colegio Veracruz, de Galapagar, de Teresita, amigos de ella y de la familia, y otros muchos que la habían conocido durante los días de su último ingreso en el hospital, habían rezado por ella, o la habían conocido después de su partida al cielo a través de las noticias que se extendieron como la pólvora sobre ella.
Siguiendo la petición que le había hecho la familia de Teresita, durante la celebración el Vicario se dirigió muy especialmente a los niños, y particularmente durante su predicación.
El Papa Francisco se hizo presente
Al comienzo de su predicación nos informó de que la historia de su encuentro con ella se la había escrito al Papa y que éste contestó muy rápido.
Entonces, el P. Ángel leyó a la asamblea la carta del 17 de marzo que le envió a él el Papa, a través de la Secretaría de Estado.
En ella, el Santo Padre hacía llegar a sus padres, Eduardo y Teresa, su cercanía, asegurándoles su oración y animándoles a “afrontar la vida con esperanza cristiana, sostenida por la fe en Dios y el amor de la Madre Iglesia”. Les pedía su oración y por su servicio al santo Pueblo de Dios, y al tiempo que los confiaba al amparo maternal de la Virgen María, les impartía a ellos, a la familia, y a sus seres queridos, su bendición apostólica.
El mensaje del cardenal de Madrid
Después puso el mensaje de voz que el Cardenal de Madrid, Don Carlos Osoro, envió a la familia y a todos los presentes. Entre sus palabras el Cardenal dijo:
“Para mí es una alegría enorme haber podido bendecir a Teresita un día que estaba con sus padres, y después recordarla, como tú me lo has hecho ver, en el momento en que ella le dice a su mamá que lo único que quiere es ser misionera. Yo doy gracias a Dios por este momento y porque a través de una niña nos llegan esos mensajes especiales para la vida de los adultos. Ponerse en manos de Dios es lo más fácil y al mismo tiempo lo que a veces nos cuesta más. Y ver como una niña que tendría un futuro tremendo por andar, se pone en manos de Dios y además le dice a Dios que quiere ser misionera de Él, anunciadora de la presencia de Dios entre los hombres, es una maravilla.
Yo doy gracias a Dios por haberla bendecido un día, por haber escuchado de sus labios su actitud de querer anunciar a Jesucristo, y doy gracias a Dios, y a vosotros sus padres, por haberla educado de esta manera.
Que el Señor os bendiga.
Le pedimos al Señor que ella también interceda por nosotros en este momento que nos toca vivir, para ser anunciadores valientes del Evangelio de Jesucristo”.
Terminó también el Cardenal enviando su bendición a todos los presentes, y especialmente a los padres de Teresita.
En su homilía, el P. Ángel volvió a relatar conmovido su encuentro con Teresita en el hospital el día de la Jornada Mundial del enfermo, festividad de la Virgen de Lourdes.
Insistió que él nos iba a contar la historia de un día con Teresita, “una historia que ha dado la vuelta al mundo”. Nos contó cómo el jueves anterior al funeral, sólo en media hora, le llamaron desde Indonesia, Filipinas, Costa de Marfil y Uruguay y como uno de los portales donde él contó su historia con Teresita había tenido 28.700 visitas.
Indicó que quienes tenían que contar la historia de diez años de Teresita eran sus padres.
Con voz entrecortada recordó el momento en que vio a su madre junto a su hija, una escena, como dijo el mismo Vicario, que “me impactó muchísimo, con una sonrisa y una serenidad impresionante”. Y continuó diciendo: “¿Vosotros habéis visto alguna imagen de la Virgen María al pie de la cruz medio desesperada? […] Yo no he visto ninguna. Así estaba esta mujer al lado de su hija”. Y nos relató cómo cuando le iba a administrar el sacramento de la Unción de enfermos a Teresita, su cabecita lógicamente estaba vendada, pero “el rostro de la cara brillaba como el sol, brillaba muchísimo”. En ese momento Teresita llena de alegría le dijo: “Ya sé a qué vienes, a traerme a Jesús, también el Espíritu Santo con la Unción”. Teresita “lo sabía todo”, continuó el P. Ángel.
“¡Yo quiero ser misionera!”
Continuó contándonos cómo entabló un diálogo sencillo con ella, y como su mamá en el momento en que se interrumpió el diálogo, invitó a Teresita a que le dijera lo que ella quería ser. Haciendo silencio y cogiendo fuerzas para saber lo que le iba a decir, Teresita le dijo: “¡Yo quiero ser misionera!”.
Y cómo en ese momento la constituyó misionera. Le explicó que tenía una reunión y que en cuanto terminara se iría al despacho y le haría el nombramiento como misionera, que llamó por teléfono a su secretaria, dando las indicaciones de lo que había que poner: “Yo, Ángel Camino Lamelas, Vicario Episcopal de la Archidiócesis de Madrid, constituyo a Teresa Castillo de Diego misionera”, y a continuación las palabras que ella le había dicho: que pedía para que muchos niños y niñas conocieran a Jesús.
Cuando llegó a su despacho buscó la mejor cruz de misionera. Siguió relatándonos cómo por la tarde volvió al Hospital de la paz a llevarle la cruz y el pergamino con su nombramiento de misionera. Teresita le dice a su madre: “Mamá, léemelo”. Su madre se lo lee. “Se viene abajo -relata el Vicario-, pero se sostiene, aguanta todo el escrito y le entregamos la cruz”. Teresita le dice: “Mamá, pónmela en la barra, para que yo vea la cruz siempre. Y mañana, que esta cruz vaya al quirófano”. Y a continuación le dice Teresita: “Padre Ángel, ¿entonces yo soy misionera de verdad?” Él le contestó: “Tú eres misionera de verdad”. Y con estas palabras el P. Ángel se despidió de ella, porque ya no pudo volverla a ver.
Historia de unos padres al pie de la cruz de su hija
Señaló que esta era la historia de un día que él había contado en todas las televisiones, radios y revistas que le habían entrevistado, pero que a quien había que entrevistar era a los padres, porque la historia de ellos es la historia de años con Teresita, al pie de la cruz de su hija. “Ahí no se puede perder nada”, nos dijo el P. Ángel, dándonos a entender que la historia de Teresita era un tesoro para la Iglesia que no podíamos dejar perder.
Recordó especialmente a los niños, pero también a todos cómo “detrás de Teresita hay un papá y una mamá, sino es imposible”.
Una historia que está dando la vuelta al mundo
Nos contó cómo había escrito la historia de Teresita a los 216 sacerdotes que tiene su Vicaria VIII, cómo esa carta estaba en las redes sociales y cómo a partir de ahí está dando la vuelta al mundo.
“Ha sido un milagrito. ¿Quién lo ha hecho? Teresita”. También nos contó que inmediatamente se lo contó a su Cardenal Arzobispo y que escribió al Papa. Y continuó: “Estamos diciendo que la Iglesia sea misionera, que la Iglesia sea misionera, y nadie nos hace caso, nadie nos escucha. Lo dice Teresita, y es el anuncio mundial: ‘Yo quiero ser misionera’. Ha sido el testimonio, ha sido su vida”.
Teresita está en el Paraíso
Después de contar su historia con Teresita, el Vicario continuó su homilía indicando a los niños y a todos los presentes que Teresita estaba en el Paraíso, e hizo una descripción de él, siguiendo la enseñanza de Jesús sobre el Paraíso: lugar que Jesús está preparando para nosotros, lugar en el que Teresita está ya; lugar de inmensa alegría, en donde Teresita está contemplando la belleza infinita de Dios. Recordó a los presentes que “en el Paraíso Teresita va a ver todas las cosas buenas que ha hecho”, según las palabras de Jesús: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber…”.
“Ella quiso ser misionera, […] y le dirá: gracias a ese dinero que enviaste se construyó esa casa y aquella otra, y aquel hospital, esas oraciones que tú hiciste están ahí…”. Recordó que en el Paraíso cambiarán las relaciones entre nosotros. Ya no habrá posibilidad de pecar, sólo habrá amor, por lo que estaremos siempre al lado de nuestros amigos, de los que están ya en el cielo: “Teresita estará contentísima de ver a tantos niños”. “Ella me lo dijo a mí –dijo el P. Ángel-: rezo para que muchos niños conozcan a Jesús”.
Contó la visión que tuvo un día Santa María Magdalena de Pazzi al levantar los ojos al cielo: danzas, bailes, cantos, músicas, visiones magníficas, y todo ello con sus hermanas que estaban a su alrededor en una sala grande, y ella en medio bailando. La danza duró dos horas. Ella parecía un ángel porque imitaba al instante lo que veía hacer al ángel en el Paraíso. Así está Teresita en el Paraíso, bailando un baile distinto con los ángeles. Y para finalizar su idea dijo: “Nosotros estamos contentísimos porque si alguien ha amado ha sido Teresita”.
Agradeció a los padres de Teresita el testimonio que estaban dando, y les invitó seguir haciéndolo diciendo: “Una vida de estas no se improvisa”.
Finalizó compartiendo con todos las palabras de Teresita el día de su primera comunión: “Sentí que Dios me quería, y me amaba, y que me invitaba al cielo. Esto es lo que sentí al recibir mi primera comunión”.
“Habéis sido instrumentos fieles de Dios”
Tras la comunión, D. Fernando Rey, párroco de la parroquia de Nuestra Señora de los Arroyos, en El Escorial, y por tanto de la familia Castillo de Diego, les dirigió las siguientes palabras:
“Queridos Eduardo y Teresa, lo mismo que os he dicho en privado os lo digo aquí ante Dios y de toda esta asamblea. En medio del inmenso dolor que supone perder de vista a una hija con diez años, estad muy contentos, estad muy satisfechos. Habéis sido instrumentos fieles de Dios para cumplir su designio sobre esta niña, designio que solamente hemos conocido después que ha cruzado la puerta.
La trajisteis de muy lejos. Dios quería a esta niña en el cielo y vosotros la trajisteis de muy lejos. La disteis a luz a la fe por el bautismo, la criasteis para Dios, porque vosotros fuisteis quienes le presentasteis a Jesús. Y la habéis dado a luz para el cielo entre grandes dolores.
Pero lo que habéis presenciado no ha sido una muerte, que lo que para el mundo son desgracias, interviene Dios y son gracias. Lo que habéis presenciado no ha sido una muerte, ha sido un alumbramiento, un alumbramiento muy doloroso, pero un alumbramiento que os ha hecho verdaderos padres de Teresita, con esa paternidad que se prolongará eternamente en el cielo.
Por eso estad satisfechos y dadle gracias a Dios, que ha querido servirse de vosotros para esta obra tan grande. Que Dios os bendiga”.
Tened a Teresita como protectora
El Vicario, nos invitó a niños y mayores a tener a Teresita como protectora, para que nos ayude a ser mejores personas y así un día fuéramos al paraíso del que nos había hablado en la homilía.
Y nos invitó a todos pedir que de entre todos los niños que estaban presentes, salieran sacerdotes, religiosos y religiosas, misioneros y misioneras, lanzando una pregunta: “¿Quién va a ocupar el lugar de Teresita, que ha dicho que quería ser misionera?”
Palabras del padre de Teresita:
Eduardo, el padre de Teresita, dio gracias a Dios, también a la Iglesia y a tantos amigos por su cercanía, su apoyo humano y su oración: “Quiero dar gracias a Dios porque ‘el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres’. Gracias a la madre Iglesia que se ha comportado con nosotros como una verdadera Madre. Hemos sentido el cariño de nuestro párroco, de nuestro Cardenal, de nuestro Vicario Episcopal, de tantos sacerdotes que han rezado por nosotros, y de todos vosotros que no sólo habéis rezado”
Citó unas palabras Mons. D. Francisco Pérez González, Presidente de la Comisión de la Conferencia Episcopal Española para las Misiones:
“Qué gran don hemos tenido con Teresita y qué orgullo tenemos de que Teresita sea una misionera de gala”.
Compartió con nosotros lo que le han conmovido estos días las lágrimas de los niños, de los amigos de Teresita, de su prima Clara, de alguna amiga del colegio, compañera de sus inquietudes misioneras, unas flores y algún dibujo dejado en su tumba. Una carmelita descalza, la Madre María Elena de la Santa Cruz c.d., que conoció el testimonio de Teresita y que les escribió diciéndoles:
“Dios nos ha hablado a través de Teresita. En ella se ha repetido el milagro de la ternura de un padre que sostiene a su pequeña en la cruz para poder salvar a multitud de hijos perdidos. Este gran testigo del amor de Jesús nos ha abierto la puerta de la esperanza para reencontrarnos con el Corazón de Jesús. Nos encomendamos a Teresita para que ella nos alcance muchas gracias del cielo”.
Terminó haciendo una confidencia de Teresita. Cuando antes de ser ingresada en el hospital, después de salir de una convalecencia, de un hematoma que le hinchó el cerebro, del que después se recuperó bien, le decía: “Papá yo quiero ser misionera y llevar la alegría de Jesús al mundo entero”. Lo decía con una gran convicción y fuerza. Quería llevar el amor de Jesús a todos, especialmente a los niños, para que todos fueran al cielo y fueran “felices para siempre, siempre”.