LifeTeen es un sistema de catequesis adolescente surgido en EEUU y rápidamente implantado en unas 140 parroquias de España. Todos los que lo aplican coinciden en que sus contenidos en teología, moral o Biblia son muy buenos (muchos los usan también con adultos). Pero la clave, señalan, está en su «ministerio relacional», es decir, en el cuidado al trato cercano y personal con los jóvenes.
Por un lado, los chicos de LifeTeen se citan todos en un alegre «mogollón», no acuden a una sala pequeña con pocos chicos, sino que se juntan todos al inicio, aunque luego puedan en cierto momento organizarse en grupos pequeños para profundizar en temas. Por otro lado, los catequistas se comprometen a acompañar muy de cerca a los chicos, conocer sus aficiones, tratarlos individualizadamente, incluso ir a alguna de las actividades que les apasionen, sean juegos, deportes o celebraciones. Se esfuerzan en conectar.
Pero ¿cómo lograr este trato personal y cercano con los adolescentes en tiempos de pandemia, entre confinamientos, restricciones y toques de queda? Es uno de los temas que se ha tratado en el Encuentro Europeo de LifeTeen que este año se ha celebrado online del 12 al 14 de marzo, aunque en muchas parroquias los catequistas se han reunido para seguirlo juntos con pantalla grande.
El encargado de abordar el tema ha sido Joel Stepanek, casado, padre de dos hijos, con 15 años de experiencia en evangelización juvenil, autor de varios libros al respecto y vicedirector de Servicios a Parroquias en LifeTeen International. Tiene una maestría en Educación religiosa de la Fordham University de Nueva York y es profesor en la Universidad Franciscana de Steubenville (quizá la universidad más católica del mundo).
Joel Stepanek, experto en catequesis juvenil y adolescente de LifeTeen
No basta con enseñar, hay que mentorear acompañando
«Mi vida cambió cuando mis catequistas decidieron que iban a acompañarme, y no sólo enseñarme«, constata Stepanek.
«Mi vida, como adulto joven, cambió a través de mentores que se volcaban en mí, me preguntaban, me dejaban decir cosas que podían ser una chaladura, o estar equivocadas, y luego me corregían«.
«Cuando hablamos de acompañar, no hablamos de que alguien esté sentado detrás de una mesa enseñando ni dando un libro o panfleto mientras dice ‘léetelo, ahí se cuenta todo lo que necesitas saber’«, advierte Stepanek.
«Llamamos ministerio relacional al arte de acompañar a una persona a medida que se convierte en discípulo. Como catequistas de adolescentes y jóvenes, acompañamos en una relación de mentor-discípulo. Puesto que conocemos a Jesús, caminamos con los jóvenes para que también ellos puedan conocerlo«, detalla.
«No somos ‘amigos’, de los chicos; somos mentores. No nos da beneficios, al contrario, es más bien sacrificado, nos cuesta tiempo y energías. Y no lo hacemos para llevar a los chicos a nuestra filosofía, o hacia nosotros, sino para acompañarlos hacia Jesús», advierte.
Jesús predicaba… pero sobre todo tejía relaciones
Stepanek recuerda que Jesús fue quien entretejió relaciones en todo lo que hacía. Por eso, servir a los hombres y a Dios a través de las relaciones personales (el ministerio relacional) es parte integral de la Iglesia. «Si la Iglesia se aparta de formar relaciones, pierde su esencia«.
«Hay muy pocos momentos en que Jesús simplemente enseña y no entra en relación con la gente. Sí, claro que hay algunos, porque Jesús enseña y predica y es un maestro itinerante. Pero por donde iba, construía relaciones. Y tenemos que hacer lo mismo». Esto es así para los adultos, y mucho más para los adolescentes.
LifeTeen es un sistema de catequesis, amistad y acompañamiento que da mucha importancia a la relación cercana y personal. Pero ¿cómo ejercer este ministerio relacional en época de pandemia, confinamientos, mascarillas y distanciamiento?
Hay dos tentaciones, advierte Stepanek:
– renunciar al trato personal, o incluso simplemente renunciar a la catequesis durante estos meses
– o bien, evitar todo lo relacional y simplemente aportar libros para leer o vídeos para ver desde casa
«Hay lecturas que nos pueden conmover, empujarnos a convertirnos, pero hay muy pocos casos de personas que hayan alimentado una relación auténtica con Jesús fuera de la comunidad, apoyados sólo en la filosofía, los libros y aprendizajes no relacionales. El ministerio relacional es clave también en esta época», insiste Stepanek.
¿Cómo apoyarnos en el ministerio relacional detrás de una mascarilla? Stepanek, desde los servicios centrales de LifeTeen en EEUU, ha recogido experiencias de parroquias de todo el mundo que les han servido para mantener esta catequesis con relación personal (no necesariamente presencial) durante el año del coronavirus.
3 claves para mantener relaciones cercanas pese a la pandemia
1. Podemos usar la tecnología para establecer relaciones personales
«Es verdad que comunicarse con pantallas tiene sus efectos negativos y puede llegar a ser una espada de doble filo. Pero, ahora mismo, es lo que tenemos. San Pablo escribía cartas. Podemos pensar que no es una forma muy moderna de construir relaciones, pero así Pablo llegaba a muchas comunidades y vemos que había relaciones personales, que a menudo Pablo nombra a ciertas personas de cada comunidad, recuerda cosas que vivieron juntos, les trata como hermanos...»
Hoy se pueden usar videollamadas para mantener estas relaciones.
Puede ser cansado porque la «fatiga de pantalla» en videoconferencia existe de verdad, advierte Stepanek.
Por eso, anima a que los encuentros online duren la mitad de lo que duraría normalmente una reunión presencial con los chicos. Si un grupo pequeño de LifeTeen en la parroquia se junta para hablar 1 hora, en Internet debería limitarse a 30 minutos. Tiene la ventaja de que permite verse sin mascarilla. «No hay que infravalorar la importancia de las expresiones faciales y el lenguaje no verbal», añade.
Si se crean más grupos de whatsapp o e-mail, siemrpe debería haber un par de adultos en ellos, y cuando se pueda hay que implicar a los padres. Enviar contactos y mensajes a los padres siempre está bien.
Las redes sociales (Instagram, Twitter…) no suelen ser realmente sociables y no deberían ser una de las formas principales de comunicarse con los chicos. Pero sí se puede crear un grupo de Facebook o Instagram donde compartir contenidos, conectar unos con otros o inspirarse mutuamente.
(Sobre redes sociales, catequistas y y adolescentes, ReL recoge aquí los consejos prácticos de Mario Trujillo, otro experto de LifeTeen).
Las nuevas tecnologías, ahora mismo, ayudan a mantener las relaciones que ya existían, pero «no nos van a ayudar necesariamente a construir nuevas relaciones», advierte Stepanek.
2. Repasa las restricciones locales… y aprovecha lo que permitan
Hay que evitar la mentalidad de «todo o nada», de que ‘como hay restricciones, confinamientos y toques de queda, no se puede hacer nada’. En realidad, se pueden hacer bastantes cosas. Sin saltarse leyes ni restricciones razonables, se pueden encontrar muchos huecos para el encuentro personal.
Por ejemplo, si en una región la norma es que sólo pueden reunirse hasta 10 personas y al aire libre, es posible aprovecharlo para hacer encuentros presenciales de grupos pequeños, con 6 adolescentes en el exterior.
Si sólo se permite salir a terrazas a tomar el café, se puede hacer un encuentro de formación bíblica o una charla con dos o tres catequistas jóvenes con el café.
«No te centres en lo que no se puede hacer, céntrate en lo que sí se puede hacer… y hazlo», es el consejo.
A lo mejor no se puede hacer misa en las iglesias, pero sí en el campo, manteniendo las distancias. O en hogares, o en jardines.
Hay que ser creativos, aunque cumpliendo las normativas contra la pandemia. Y hay que cumplir las normativas, porque los catequistas y pastores tienen que dar buen ejemplo a los chavales. «No ignoréis descaradamente las normativas aunque no estéis de acuerdo con ellas», insiste Stepanek.
3. Aprovecha el ministerio relacional ¡con los padres!
«Ahora mismo los padres pasan con sus hijos mucho más tiempo del que acostumbraban. Eso supone estrés, oportunidades y bendiciones para toda la familia», advierte Stepanek.
«Contactad con los padres, llamadlos, dejad un paquete en su casa, ved como están. Los sacerdotes pueden animar a toda la familia a ir a confesarse juntos. Pueden organizar varias misas para las familias de LifeTeen, quizá 3 o 4 familias por misa, manteniendo distancias. Los catequistas pueden tomar un café con los padres, o telefonearles. Quizá se pueden organizar grupos de apoyo y amistad para los padres de los chicos.
Todo esto se hace para mantener una relación personal significativa que ayudará a los adolescentes a encontrarse en persona con Jesucristo, añade el experto.
Pablo J. Ginés/ReL.