Esto de la «religión universal», ya está inventado.

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Lo de la religión universal, la moral universal, el gobierno universal y la fraternidad universal, que en el fondo lo que quiere decir es el borreguismo universal mandando los listos, es tan viejo como el mundo y sobre todo una vieja aspiración de algunos grupos a los que antes se combatía y ahora apoyamos, veneramos y animamos.

Esa supuesta religión universal no se pretende que sea otra cosa que un algo tan de mínimos que se base en que algo tiene que haber, por ejemplo, un gran arquitecto universal y cósmico, que dicta apenas unas normas de bonhomía y fraternidad a la francesa revolución, aprobadas y dictadas por el consenso de los consensuantes, que saben muy bien lo que les conviene consensuar.

 

Es decir, que los humanos deciden fabricarse una religión y dotarla de ritos, con mandil o sin él dependiendo de en qué círculo te sitúes, si de poder o de plebe, y de una especie de ética universal fabricada en su ONU por consenso de los que mandan. Evidentemente, si dices que tararí que te vi, te conviertes en fanático, individuo peligroso y contrario al bienestar de la humanidad.

Para un católico normal de esos que se siguen afirmando que cristo es el Señor y que aceptan el catecismo, esto no es más que un conjunto de disparates. La razón es evidente. No es que nosotros nos inventemos algo, es que creemos que el Verbo se hizo carne, habitó entre nosotros, dio su vida en rescate, ha resucitado y ha sido constituido Señor. El mismo Señor nos reveló lo que Dios quiere de nosotros y cómo vivir según sus mandatos.

A partir de este momento lo realmente urgente e importante no son los supuestos manejos para la creación de la consensuada religión universal, sino conocer y profundizar el mensaje de Cristo y llevarlo a todos los rincones de la Tierra. Y esto no por ocurrencia de un infocatólico cualquiera, sino porque si nos creemos que Cristo es el Hijo de Dios y el Señor, que digo yo que nos lo creeremos, entonces su palabra no es una palabra, sino LA PALABRA, y lo que dice va a misa y nunca mejor dicho.

Pues bien, la última palabra ya sabemos cuál es: “-Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado.” Por tanto, y con toda la lógica evangélica, la religión universal se llama Cristo, y la salvación de la humanidad está en volverse a Cristo, y todo lo que no sea eso son gaitas no celestiales y tocar el violón.

Me sorprende observar un cierto entusiasmo en la Iglesia católica por esas nuevas religiones, los consensos, y ese relativizar la verdad. Pasaron los tiempos, al menos para los católicos, de imponer ideas a base de mandoble y tentetieso. De ahí a todo vale tenemos un abismo.

Qué más quieren los ONUS y los OTRUS que captar para sus manejos a los católicos de buena fe, tan de buena fe como necios. Sobre todo lo segundo. Y lo hacen. Observo cómo se va cambiando el lenguaje, sutilmente, pero con un trasfondo que aterroriza. Cambiar Cristo por Jesús de Nazaret o la palabra “Señor” por un genérico “Dios” tiene más miga que hogaza de las antes.

Oiga, no vamos a imponer. Claro. Pero tampoco vamos a dejar de proponer a Cristo, porque de hacerlo seríamos infieles a lo recibido ¿verdad? Pues eso. La única religión universal, a eso estamos llamados, es Cristo, y Cristo según nos ha transmitido la Iglesia católica.

 

P. Jorge González Guadalix.

Infocatólica.

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