En niños de 6 años, pretenden ahora «probar» la vacuna del Covid-19.

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Historia en breve:

 

  • Las “vacunas” contra el COVID-19 no crean inmunidad ni impiden la transmisibilidad de la enfermedad. En otras palabras, no están diseñadas para evitar que contraiga el SARS-CoV-2, de hecho, se supone que sólo disminuyen los síntomas de la infección si se infecta. Como tal, estos productos no cumplen con la definición médica de vacuna
  • Hasta el 4 de febrero del 2021, el Sistema de Notificación de Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, recibió 12 697 informes de lesiones y 653 informes de muertes después de la aplicación de la vacuna contra el COVID-19
  • La Universidad de Oxford, que colabora con la creación de la vacuna contra el COVID-19 de AstraZeneca, ahora inscribe a niños entre las edades de 6 y 17 años en su ensayo de la vacuna del Reino Unido
  • Moderna comenzó a probar su terapia genética basada en ARN en niños de Estados Unidos entre los 12 y 17 años en diciembre de 2020, mientras que los primeros ensayos de Pfizer con adolescentes comenzaron a mediados de octubre del 2020. En China, los ensayos de Sinovac y SinoPharm inscribieron a niños desde los 3 años
  • Los niños no necesitan la vacuna del COVID-19, ya que tienen un riesgo muy bajo de contraerlo, además no son portadores importantes

Hasta el 4 de febrero del 2021, el Sistema de Notificación de Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, recibió 12 697 informes de lesiones y 653 informes de muertes después de la aplicación de la vacuna contra el COVID-19.

De los casos reportados entre el 14 de diciembre del 2020 y el 4 de febrero del 2021, el 3.69 % fueron casi mortales y la cantidad de muertes representa el 5.14 % del total de los reportes. La vacuna de Pfizer presentó el 58 % de las muertes, mientras que la de Moderna presentó el 41 %.

Es más, cuando observa las muertes relacionadas con las vacunas entre enero del 2020 y enero del 2021, puede creer que las vacunas contra el COVID-19 representan un 70 % de las muertes anuales y eso es después de haber estado disponibles por menos de dos meses. Las primeras dosis de la vacuna de Pfizer se administraron a mediados de diciembre del 2020, mientras que la vacuna de Moderna se lanzó durante la última semana de diciembre del 2020.

vaers

Aunque estas cantidades son asombrosas, es probable que sean solo una pequeña fracción de la cantidad real de eventos adversos. De acuerdo con un estudio del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, menos del 1 % de los eventos adversos de las vacunas se reportaron al VAERS.

Esto se debe a que los reportes al VAERS son voluntarios. Muchas personas ni siquiera saben que existe o que no es necesario ser un profesional médico para presentar un informe. Esto significaría que, en realidad, podría haber más de 1 MILLÓN de lesiones por la vacuna contra el COVID, ya que por lo general no se reporta el 99 % de los casos.

 

Reportemos todos los efectos secundarios de la vacuna contra el COVID-19

 

Para tratar estas deficiencias y monitorear los efectos en la salud pública de esta campaña de vacunas, la Defensa de la Salud de los Niños hace un llamado a todas las personas que han sufrido un efecto secundario de la vacuna del COVID-19 para hacer tres cosas:

  1. Si vive en Estados Unidos, presente se reporte al VAERS
  2. Informe la lesión en VaxxTracker.com, que es un rastreador de eventos adversos no gubernamental (si lo desea, puede presentar la denuncia de forma anónima)
  3. Reporte la lesión en el sitio web de CHD.

Los niños son los siguientes

 

A pesar de los peligros obvios y actuales de estas llamadas vacunas, que en realidad son terapias genéticas, los fabricantes de la vacuna contra el COVID-19 avanzan a toda velocidad con ensayos en niños de tan solo 6 años.

Como informó la Universidad de Oxford, la cual colabora con la vacuna contra el COVID-19 de AstraZeneca, los niños de entre 6 y 17 años son elegibles para participar en cuatro centros de vacunación del Reino Unido. Las personas mayores de 16 años ni siquiera necesitan la aprobación de sus padres y pueden dar su consentimiento por sí mismos. La remuneración para las personas que ponen en riesgo todo su futuro es de 10 libras esterlinas (casi 14 dólares) por visita.

Está previsto que participen un total de 300 niños, 240 recibirán la vacuna candidata, mientras que los denominados controles recibirán una vacuna contra la meningitis. La falta de un verdadero placebo es una señal de alerta, ya que el uso de una vacuna como «placebo» ayuda a cubrir una serie de efectos secundarios comunes y hace que la vacuna parezca más segura de lo que en realidad es.

La vacuna de AstraZeneca se autorizó en el Reino Unido, pero no en los Estados Unidos, a diferencia de las vacunas de Moderna y Pfizer autorizadas en los Estados Unidos, la vacuna de AstraZeneca proporciona ADN de doble hebra para la proteína Spike del SARS-CoV-2 dentro de un adenovirus de chimpancé.

Moderna comenzó a probar su terapia genética basada en ARN en niños de Estados Unidos entre los 12 y 17 años a partir de diciembre del 2020, mientras que los primeros ensayos de Pfizer con adolescentes comenzaron a mediados de octubre del 2020. En China, los ensayos de Sinovac y SinoPharm inscribieron a niños de tan solo 3 años.

Los niños no necesitan esta vacuna

 

Si se tiene en cuenta que los niños tienen un riesgo muy bajo de presentar COVID-19 grave y que demostraron que no son un portador importante de infección, ¿por qué los niños necesitan esta vacuna? El Dr. Robert Frenck, investigador principal de los ensayos de la vacuna contra el COVID-19 en el Hospital de Niños de Cincinnati, dijo para ABC News:

«Si elimina la infección en los niños más pequeños, ellos no la transmiten a los adultos, por lo que puede controlar mejor la enfermedad con solo enfocarse en los niños más pequeños y eliminarla en ese grupo de edad».

Esta es una justificación estándar, pero en realidad es como un juego mental. En esencia, a los niños se les exige que jueguen a la ruleta rusa con su salud con la idea de que beneficiarán a todos, pero, resulta que no es razonable pedirle a los más jóvenes, quienes tienen el menor riesgo de contraer la infección, que sacrifiquen su salud para supuestamente proteger a los adultos mayores.

Los estudios demostraron que los niños transmiten la enfermedad en muy raras ocasiones, ya sea entre ellos o entre adultos, y si la contraen, nunca sufren complicaciones graves. Así que el argumento de Frenck contradice los datos disponibles. Si los niños no transmiten la enfermedad, ¿cómo obtendrá un beneficio al vacunarlos?

En realidad, este argumento parece estar diseñado para obligar a los padres a vacunar a sus hijos, aunque el beneficio público sea mínimo. En lugar de ser un verdadero incentivo de salud pública, parece que el impulso de vacunar a los niños se trata de aumentar las ganancias. Además, los primeros informes sugieren que los adultos mayores también tienen una tendencia a morir poco después de la inoculación, lo que genera sospechas y preocupaciones.

 

Los efectos adversos podrían tardar años en desarrollarse

 

En los niños, es probable que los efectos secundarios se noten de forma menos inmediata, pero podrían provocar problemas en el futuro. En un artículo sobre microbiología y enfermedades infecciosas, el Dr. J. Bart Classen advierte que los pinchazos de ARNm podrían provocar eventos adversos que tardan años en desarrollarse por completo.

“Uno de esos posibles eventos adversos son las enfermedades basadas en priones causadas por la activación de proteínas intrínsecas para formar priones. Se publicó una gran cantidad de conocimientos sobre una clase de proteínas que se unen al ARN y que participan en la causa de varias enfermedades neurológicas, incluyendo la enfermedad de Alzheimer y la ELA», escribe Classen.

Dado que no se habían realizado investigaciones para determinar si la terapia genética de ARNm podría provocar una enfermedad con base en priones, Classen decidió realizar ese estudio. El Dr. Classen señala que:

“El análisis de la vacuna de Pfizer contra el COVID-19 identificó dos factores de riesgo potenciales para inducir la enfermedad por priones en los seres humanos. La secuencia de ARN de la vacuna contiene secuencias que se cree que hacen que TDP-43 y FUS se agreguen en su conformación basada en priones, lo que aporta al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

En particular, se demostró que las secuencias de ARN GGUA, secuencias ricas en UG, repeticiones en tándem UG y secuencias G Quadruplex, tienen una mayor afinidad para unirse a TDP-43 y FUS, y podrían hacer que TDP-43 o FUS adopten sus configuraciones patológicas en el citoplasma.

En el análisis actual, se identificaron un total de 16 repeticiones en tándem UG (ΨGΨG) y se identificaron secuencias ricas en UG (ΨG) adicionales. Se encontraron dos secuencias GGΨA. Es posible que existan secuencias G Cuádruplex, pero se necesitan programas informáticos y sofisticados para verificarlas.

La proteína Spike codificada por la vacuna se une a la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), una enzima que contiene moléculas de zinc. La unión de la proteína Spike a ACE2 tiene el potencial de liberar la molécula de zinc, un ión que hace que TDP-43 asuma su transformación patológica de priones”.

 

Las vacunas de ARNm son terapias génicas

 

Estas inoculaciones se describen con mayor precisión como terapias génicas y, al referirse a ellas como «vacunas», es probable que el gobierno de Estados Unidos viole la sección 1125 del Título 15 del Código de Estados Unidos de 2011, que regula las prácticas engañosas como descripciones falsas en afirmaciones médicas.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, una vacuna es «un producto que estimula el sistema inmunológico de una persona para producir inmunidad a una enfermedad específica y protegerla de esa enfermedad». La inmunidad, a su vez, se define como «Protección contra una enfermedad infecciosa», lo que significa que «si es inmune a una enfermedad, puede exponerse a ella sin infectarse».

Ni Moderna ni Pfizer afirman que este sea el caso de sus «vacunas» contra el COVID-19. De hecho, en sus ensayos clínicos especifican que ni siquiera realizan pruebas de inmunidad.

A diferencia de las vacunas reales, que utilizan un antígeno de la enfermedad que trata de prevenir, las inyecciones contra el COVID-19 contienen fragmentos de ARN sintético encapsulados en un compuesto portador de nanolípidos, cuyo único propósito es disminuir los síntomas clínicos relacionados con la proteína Spike S-1, y no el virus real.

En realidad, no generan inmunidad ni impiden la transmisibilidad de la enfermedad. En otras palabras, no están diseñadas para evitar que usted se enferme de SARS-CoV-2; se supone que solo disminuyen los síntomas de la infección si usted se infecta. Como tal, estos productos no cumplen con la definición médica de vacuna.

Sin embargo, no se preocupe, el diccionario Merriam-Webster actualizó su definición de «vacuna» para incluir la tecnología de ARNm, justo a tiempo para que los verificadores de hechos puedan «desacreditar» la afirmación totalmente fáctica de la diferencia entre las verdaderas vacunas y la tecnología de ARNm.

Los científicos discuten el potencial de cambiar las vacunas convencionales que utilizan virus vivos o atenuados con esta nueva tecnología de ARN.

Teniendo en cuenta que es una terapia génica que convierte sus células en pequeños «biorreactores» que arrojan proteínas que activan el sistema inmunológico y no tienen un interruptor de apagado, ni siquiera quiero imaginar lo que podría suceder si una persona recibiera varias proteínas diferentes.

 

La terapia de ARNm es una mala idea, en especial para los niños

 

Además de la posibilidad de enfermedades basadas en priones, que mencionamos anteriormente, muchos expertos médicos advierten que la terapia genética de ARNm puede causar problemas autoinmunológicos y muchas afecciones inflamatorias.

De hecho, muchos de los efectos secundarios sugieren daño neurológico. Los ejemplos incluyen discinesia severa (deterioro del movimiento voluntario), ataxia (falta de control muscular) y convulsiones intermitentes o crónicas. Estos síntomas son causados por neuroinflamación, una respuesta inmunológica innata desregulada o un sistema endocannabinoide dañado.

Otro efecto secundario común de la vacuna que estamos viendo son las reacciones alérgicas, como el shock anafiláctico. Un posible culpable de esto es el PEG (polietilenglicol), el cual se estima que el 70 % de las personas en Estados Unidos son alérgicas.

 

La vacuna contra el COVID-19 es un riesgo innecesario

 

En general, dado que los efectos secundarios graves y las muertes están en aumento cada semana, es sorprendente pensar que las personas arriesgarían a sus hijos de manera voluntaria en estos ensayos. Es aún más asombroso que las agencias de salud pública obliguen la inoculación masiva de niños con estas terapias genéticas experimentales, cuando no hay ningún dato que le asegure a los padres que la salud de sus hijos no tendrá consecuencias en los próximos años.

Lo he dicho antes y lo diré de nuevo, sospecho que esta campaña mundial de vacunación provocará muchos problemas crónicos y muertes, al grado que se tendrá que abandonar o rescindir cualquier interés sobre una ley relacionada a las vacunas.

Por lo tanto, si le preocupa su salud y la de su familia, la respuesta podría ser posponer la vacuna contra el COVID-19 el mayor tiempo posible y esperar a que salga la verdad a la luz.

Existen varias estrategias y tratamientos disponibles que han demostrado ser muy efectivos, lo que significa que la necesidad de una vacuna es un tema casi discutible. Entre ellos, el peróxido de hidrógeno nebulizado con yodo, sobre el que he escrito en artículos anteriores y que funciona muy bien.

 

Dr. Joseph Mercola.

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