Dos extraños católicos: Biden y Pelosi.

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En estos momentos hay mucha gente que se siente muy desconcertada por el hecho que tengamos en Estados Unidos un presidente católico, Joe Biden, pero que se declara partidario del aborto y de la ideología de género, al igual que otra católica, Nancy Pelosi, que ocupa otro altísimo cargo como presidenta de la Cámara de Representantes y que tiene las mimas ideas. ¿Qué pensar de ello?

En estos casos pienso que lo mejor es dirigirnos directamente a la Palabra de Dios, especialmente a los evangelios, En el propio evangelio del domingo pasado se encuentra la frase, dicha por el mismo Jesús: “Convertíos y creed en los evangelios” (Mc 1,15). Si esta frase está justo en el inicio de la predicación de Jesús, ello nos indica su enorme importancia.

La conver­sión es sobre todo un sí a la persona de Jesucristo, a sus hechos y doctrinas, reconociéndole como Mesías e Hijo de Dios. La conversión supone, ante todo, aceptar la gracia divina y reorientar nuestra vida en conformidad con las enseñanzas de Jesús. En la Última Cena, Jesús nos dice: “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama” (Jn 14,21). Pero también nos advierte: «No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?’ Entonces yo les declararé: ‘Nunca os he conocido; alejaos de mí, los que obráis la iniquidad'»(Mt 21-23).

Con motivo de la toma de posesión de Biden, el presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, monseñor José Gómez, ha publicado una Nota en la que, tras ofrecer al nuevo presidente su leal colaboración, sin embargo siente el deber de recordarle: “Debo señalar que nuestro nuevo presidente se ha comprometido a seguir ciertas políticas que promoverían los males morales y amenazarían la vida y la dignidad humanas, más seriamente en las áreas del aborto, la anticoncepción, el matrimonio y el género. Es motivo de profunda preocupación la libertad de la Iglesia y la libertad de los creyentes para vivir de acuerdo con sus conciencias”, así como “para los obispos de la nación, la continua injusticia del aborto sigue siendo la ‘prioridad preeminente’. Aunque preeminente no significa ‘única’. Tenemos una profunda preocupación por las muchas amenazas a la vida y la dignidad humanas en nuestra sociedad. Pero, como enseña el Papa Francisco, no podemos quedarnos en silencio cuando casi un millón de vidas por nacer son terminadas anualmente en nuestro país a través del aborto. El aborto es un ataque directo a la vida que también lastima a la mujer y socava a la familia”.

Indudablemente la postura de la Iglesia en los temas que señala monseñor Gómez es muy clara, de absoluto rechazo. Benedicto XVI, en su exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, afirma: “Esto… tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables… Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Cor 11,27-29). Los obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores” (nº 83).

Creo por tanto que a Biden, como promotor de una legislación criminal, no se le puede dar la Comunión y hacen mal los que se la dan, aunque sean cardenales: el Magisterio de la Iglesia está por encima.

Lo que dice Nancy Pelosi son ganas de hacer el ridículo en grado superlativo. Afirma: “Si tomas en cuenta el tema del aborto… muchas de estas personas son muy buenas personas; es sólo su punto de vista, pero estaban dispuestas a vender toda la democracia por esa cuestión”. Además ese apoyo a Trump por parte de los votantes religiosos pro-vida es una cuestión que “me da mucha pena como católica”.

Aquí su arzobispo, que es el de San Francisco, monseñor Salvador Cordileone, le ha dado una respuesta contundente: “Nuestra tierra está empapada con la sangre de inocentes” y “Ningún católico en buena conciencia puede favorecer el aborto”, cuya condena es desde luego uno de los puntos más claros de la doctrina católica. Biden y Pelosi son, como mínimo, cómplices del grave pecado que otros llevarán a cabo, y desde luego si no se arrepienten no me gustaría ser ellos el día que se presenten ante Dios.

 

por Pedro Trevijano.

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