El 17 de enero, segundo domingo del Tiempo Ordinario, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, sin presencia de fieles a causa de la Pandemia.
Reflexionando sobre el Evangelio dominical que narra el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos en el río Jordán, el día después de haber sido bautizado, el Santo Padre recordó que es precisamente Juan Bautista el que señala el Mesías a dos de ellos con estas palabras: «¡He ahí el Cordero de Dios!» (v. 36).
Encuentro con Jesús: «Hemos encontrado al Mesías»
Y aquellos dos, fiándose del testimonio del Bautista, -continuó explicando Francisco- siguen a Jesús que se da cuenta y dice: «¿Qué buscáis?» y ellos le preguntan: «Maestro, ¿dónde vives?, a lo que Jesús no contesta: «Vivo en Cafarnaún o en Nazaret», sino que dice: «Venid y lo veréis» (v. 39).
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En este sentido, el Pontífice señaló que las palabras del Señor «no son una tarjeta de visita, sino la invitación a un encuentro. Los dos hombres, que resultarían ser Andrea y su hermano Simón, a quien Jesús llamará «Pedro», lo siguen y se quedan con él esa tarde, hablando, «advirtiendo la belleza de palabras que responden a su esperanza cada vez más grande».
Tras este encuentro, ambos regresan ante sus hermanos y recocen «desbordando de alegría»: «Hemos encontrado al Mesías» (v. 41).
Asimismo, el Papa profundizó sobre esta experiencia de encuentro con Cristo que nos llama a estar con Él:
Por otra parte, el Santo Padre aseveró que Dios también llama a cada uno de nosotros a un estado de vida particular:
No rechacemos la llamada de Dios
«Nos llama darnos a nosotros mismos en el camino del matrimonio, en el del sacerdocio o en el de la vida consagrada. Son maneras diferentes de realizar el proyecto que Dios tiene para cada uno de nosotros, que es siempre un plan de amor. Y la alegría más grande para cada creyente es responder a esta llamada, a entregarse completamente al servicio de Dios y de sus hermanos».
Igualmente, el Papa puntualizó que frente a la llamada del Señor, «que puede llegar a nosotros de mil maneras, también a través de personas, de acontecimientos, tanto alegres como tristes», nuestra actitud a veces puede ser de rechazo, «porque nos parece que contrasta con nuestras aspiraciones; o de miedo, porque la consideramos demasiado exigente e incómoda».
Respondamos a Dios solo con amor
Al respecto, Francisco hizo hincapié en que la llamada de Dios es amor, «y a ella se responde solo con amor».
«La Virgen María nos ayude a hacer de nuestra vida un canto de alabanza a Dios, en respuesta a su llamada y en el cumplimiento humilde y alegre de su voluntad», concluyó el Papa.