En su escrito semanal, ha analizado la aprobación el pasado mes de diciembre de esta «enésima» reforma de la ley de educación y que la ministra del ramo, Isabel Celaá, hubiera afirmado «que la educación de los niños no les corresponde a los padres» o que cuestionara las escuelas de educación especial.
«También había anunciado la ministra que la asignatura de religión no tendría alternativa, ni valor académico, y que la nueva ley de educación no tendría en cuenta la demanda social, privilegiando de este modo a la escuela pública de iniciativa estatal sobre la de iniciativa social», ha indicado, para añadir que después se conoció que se van a destinar 2.000 millones de euros a la escuela pública de iniciativa estatal para afrontar los gastos que genere el COVID-19 en el ámbito educativo.
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Pura ideología
«Con un discurso claramente ideológico, la ministra de educación retomaba temas que presentaba como modernos y que, sin embargo, son muy antiguos. Todos estos planteamientos educativos se vienen repitiendo en España desde hace décadas. Es una constante en España, desde comienzos del siglo XIX, que casi todos los gobiernos cambien la ley educativa», ha argumentado.
Por ello, el arzobispo de Toledo ha criticado que parezca que los actuales gobernantes «se obcequen» en repetir «una y otra vez» los mismos errores en la educación. «Los intereses ideológicos priman sobre el verdadero fin de la educación», ha sentenciado.«Muchos son los artículos e intervenciones que vienen a recordar a quienes gobiernan que son ellos quienes han de garantizar el derecho de los padres a que sus hijos sean educados en sus propias convicciones morales y religiosas. Ese derecho se concreta en el derecho a elegir colegio, y en el derecho a elegir clase de religión confesional», apunta Mons. Cerro.
Asimismo, no le deja de llamar la atención que en la mayoría de los debates abiertos en torno a la educación las cuestiones controvertidas giran en torno a cuestionar el derecho de educar de los padres además de los problemas sobre los medios, en vez de identificar y centrar el problema en el fin primordial de la educación: guiar a la persona hacia su propio desarrollo y madurez.
«El gran problema de fondo de la educación hoy hunde sus raíces en la crisis antropológica actual. Vivimos una profunda crisis antropológica que se manifiesta en una crisis educativa. Cuanto más honda y certera sea la visión del ser humano, mejor se podrá desarrollar la acción educativa», concluye el arzobispo citando a Benedicto XVI.
Con información de InfoCatólica