Ayer definimos el año 2020 como ‘horribilis’ y dábamos los datos que justifican el apelativo, la historia nos demuestra que siempre se puede empeorar y como guinda de la tarta nos llega una dolorosa ciática que impide al Papa Francisco presidir las celebraciones de estos días. El año lo empezamos con el manotazo a la china y lo terminamos con la ciática, malos augurios en un frío y lluvioso día romano para recibir el 2021, como dice la sabiduría popular: ‘malo es que entre un fuego en casa vieja’. No sabemos a cuál de los nervios ciáticos se debe el terrible dolor, Dios nos libre, que afecta a Su santidad proviene de los lumbares o de los sacros, dadas las circunstancias que rodean el caso, no inclinamos por los sacros como los más apropiados, no por sacros menos dolorosos.
El caso es que tenemos Vísperas y Te Deum de fin de año de Re y Misa del 1 de enero de Parolin. En estos momentos el Papa Francisco dirige el Ángelus desde la biblioteca en una soledad desconcertante , de pie, evitando las cámaras que lo veamos caminar, en la retransmisión aparece y desaparece. La plaza está desierta, vacía, sin nadie, por las medidas rigurosas impuestas en Italia estos días. «¡Una ciática muy dolorosa, muy dolorosa! No se lo deseo a nadie» fueron las palabras del Papa Francisco en la primera noticia de la ciática pontificia en el vuelo de regreso de Río de Janeiro el 28 de julio de 2013. No es la primera vez que la ciática ha bloqueado al Papa Francisco. En 2007 tuvo que posponer su regreso de Roma a Buenos Aires y quedó atrapado unos días en la residencia de la Scrofa. Los ‘andares sufrientes’ lo acompañan con frecuencia en estos tiempos. Los romanos, muy dados a los augurios, mucho más si provienen de ‘oltretevere’, no pronostican un buen año.
El Vaticano y la Iglesia Católica Australiana han negado transferencias por valor de 1.800 millones de dólares que, según el supervisor financiero australiano, se han enviado desde Roma a Australia durante los últimos siete años. En teoría solamente han podido salir de el banco, el IOR, y APSA, la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, o de la incontrolada sección de la Secretaría de Estado. Hoy tenemos a un funcionario ¿anónimo? que afirma: “El presupuesto anual total de la Santa Sede es de aproximadamente 330 millones de euros. Las cifras (AUSTRAC) son aproximadamente cuatro veces superiores. Suena a ciencia ficción». «El Vaticano está tratando de averiguar si otras personas que usan ilegalmente el nombre del Vaticano han transferido dinero a través de sus bancos en otros países.»
El Vaticano ha pedido a las autoridades australianas detalles sobre el origen y el destino específicos del dinero. Los obispos australianos lo tienen muy claro: «Puedo asegurarles que ninguna diócesis u otra entidad de la Iglesia ha visto jamás todo este dinero». » Los fondos no se utilizaron para operaciones financieras, o para las víctimas de abuso sexual, o por los costos legales relacionados con el Cardenal George Pell». El cardenal Pell entra en el caso: «Dadas las especulaciones desenfrenadas, existe la necesidad de una aclaración». Por ahora, del Vaticano oficialmente no hay ninguna intervención, es estos casos el silencio no resuelve nada y suena a consentimiento inconfesable. ¿Es posible que ‘alguien’ utilice al Vaticano y ‘nadie’ se entere? No parece muy normal que con 400 mil transferencias y 1.400 millones de euros nadie sepa nada. Muy extraño es todo esto y cuanto antes sepamos quien es ese ‘alguien’, o ‘alguienes’, mejor para todos.
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Por si los líos son pocos, no nos abandonan los chanchullos del Banco del Vaticano, el IOR, que parece que no está preocupado por la incautación solicitada por el fondo luxemburgués Optimum Evolution Found y por el maltés Futura Fund Sicav. Hablamos de «pruebas contundentes de la distracción ilícita de casi 12 millones de euros», del fondo en el que los mismos gestores habían invertido el dinero del IOR que además es acusado de no haber invertido otros 24 millones de euros en el fondo de acuerdo con los compromisos asumidos.