Hay momentos en que tener razón está muy lejos de ser agradable, ya que, por el contrario, deja un sabor muy amargo en el alma, por ejemplo, en temas en los que está en juego la defensa de la vida humana naciente y el destino de un país, en este caso la Argentina.
El 14 de diciembre ppdo. Sandro Magister publicó en su blog Settimo Cielo un artículo titulado “Papa Francisco censurado, cada vez que habla contra el aborto”. A raíz del mismo, redacté una serie de consideraciones, con la intención de mostrar que en realidad lo que aparenta ser una censura sobre el pensamiento de Bergoglio respecto al aborto es en realidad una estrategia fríamente calculada, en la que el Papa actual se opone doctrinal y teóricamente al aborto, pero en realidad, en la práctica, deja hacer y tolera que se implementen y legalicen las políticas abortistas.
El amigo Magister tuvo la gentileza de publicar mis reflexiones, el 17 de diciembre, en un artículo titulado “No censura, sino silencio calculado. Una carta desde Argentina sobre el papa y el aborto” (cf.https://magister.blogautore.espresso.repubblica.it/2020/12/17/no-censura-sino-silencio-calculado-una-carta-desde-argentina-sobre-el-papa-y-el-aborto/), en las que sostengo que en realidad el papa Bergoglio acompaña la iniciativa abortista emprendida por el “presidente” Alberto Fernández y la vicepresidente Cristina Kirchner, ejerciendo él y la jerarquía eclesiástica argentina una oposición suave para la foto, para disimular el apoyo velado que se presta a la criminal iniciativa genocida de legalizar la pena de muerte prenatal.
El 11 de diciembre la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción a la legalización del aborto, en tiempo express en su tratamiento en comisiones y en la sesión oficial que terminó aprobando el proyecto y remitiéndolo al Senado nacional para su aprobación definitiva.
En 3 días las comisiones senatoriales elaboraron un dictamen ratificando la media sanción, y el viernes 11 dicho dictamen fue aprobado, para ser debatido en sesión oficial el próximo martes 29 de diciembre.
Pero ya antes una inmensa mayoría del pueblo argentino salió a las calles en varias ciudades y provincias, manifestaciones que concluyeron el 28 de noviembre en masivas jornadas de defensa de la vida humana naciente y de rechazo al proyecto abortista gubernamental. Manifestaciones que los medios de comunicación tuvieron que dar a conocer en sus programas informativos. Por otra parte, encuestadoras serias sostienen, según sus últimos sondeos, que el rechazo a la legalización llega a lado abrumadora cifra de 60% de los encuestados, frente a un 27% de apoyo al aborto.
Desde el lunes 14 de diciembre se ha convocado a una Marcha por la Vida para el lunes 28 de diciembre, que partirá desde la Plaza de Mayo (donde está la sede del gobierno nacional) hasta el Congreso Nacional, donde al día siguiente se discutirá la aprobación o el rechazo del proyecto. La Marcha estará encabezada por la imagen de la Virgen de Luján, patrona de la República Argentina.
Pero para los días 26 y 27 de diciembre han sido convocadas marchas y manifestaciones en prácticamente las 23 provincias argentinas, en sus respectivas capitales y en otras ciudades de importancia.
Las jerarquías religiosas, tanto la católica como la protestante y las evangélicas, están bien enteradas de todo este tipo de iniciativas, pero han decidido acompañar en paralelo, con un pronunciamiento puramente institucional y con una jornada de “oración y ayuno”, en el mismo momento que una gran mayoría del pueblo se ha autoconvocado para manifestarse públicamente. Según parece, “los pastores con olor a ovejas” han perdido el olfato y no huelen a sus ovejas, en llamativa coincidencia con los pastores mercenarios de los que habla el Evangelio según san Juan (capítulo 10).
Pero lo que resulta llamativo y sorprendente es el atronador y ensordecedor silencio del papa Bergoglio sobre este tema, del cual está suficientemente informado, pero del cual no hace ninguna manifestación pública, sino más bien un silencio absoluto.
Prueba de ello es el Mensaje Urbe et Orbi que ha proclamado oficialmente en el día de Navidad, como es tradición en la Iglesia. En este mensaje Bergoglio hace referencias explícitas a los temas que trata habitualmente -la cuestión ecológica, el covid-19 y la pandemia, la fraternidad univesal, las vacunas en curso- y a los países sobre los cuales pide oraciones y acompañamiento espiritual: Siria, Iraq y Yemen; Libia; el Mediterráneo oriental, judíos y palestinos; el Líbano; Nagorno-Karabaj y Ucrania: Burkina Faso, Mali y Niger; Etiopía, Mozambique, Sudán del Sur, Nigeria y Camerún; América, en particular Chile y Venezuela; Filipinas y Vietnam; y por último al pueblo rohinyá, en Myannar.
Sobre Argentina, su patria de origen, ni una sola palabra. En su Mensaje Bergoglio “paseó” por varios países de los cinco continentes, pero de Argentina ni noticias, como si no existiera.
Esta indiferencia confirma lo que se comenta habitualmente entre los obispos y sacerdotes afines a Bergoglio: “el aborto no es un tema tan importante como el medio ambiente o los migrantes”.
Cuando en Argentina se corre serio riesgo de que se legalice en ella la pena de muerte prenatal, oficialmente el Papa argentino se queda mudo. Pero lamentablemente, con esta actitud, Bergoglio aparece tolerando que semejante aberración abominable se oficialice, convirtiéndose así en cómplice pasivo de la legalización del aborto, más allá de sus cartitas privadas.
¿De ser Vicario de Cristo el papa Bergoglio ha decidido actuar como Poncio Pilato, lavándose las manos en el caso del aborto en Argentina?
Y al ver que hace pocos días, el 8 de diciembre, se oficializó su “nombramiento” como Capellán de la Sinarquía internacional globalista, en el Concejo para el Capitalismo Inclusivo, queda claro que el precio a pagar por semejante cargo es el silencio oficial vaticano sobre la legalización del aborto, impulsada desde hace algunas décadas por los mismos poderes que lo han hecho “capellán” de su dispositivo político mundialista.
¿Qué estará diciendo San Ignacio de Loyola sobre todo esto?