En la Solemnidad del Corpus Domini, mientras la Iglesia nos invita a contemplar el Cuerpo y la Sangre de Jesús, no faltan los comentarios empalagosos de algunas personas que, lamentablemente, han sido ordenadas in sacris y siguen creando escándalo a pesar del silencio culpable de sus pastores.
Hoy, el sacerdote italiano Fabio Corazzina, promotor de «misas»en parque, ha optado por perder parte de su tiempo en Facebook porque, evidentemente, no hay manifestaciones políticas en las que participar y, en lugar de tomar el megáfono, se dedica al teclado. Esta publicación, que contrasta el Corpus Domini y el Corpus Hominis , cae en un plano retórico con la clara intención de vaciar la fe en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, sustituyéndola por una visión moralista y sociológica del mensaje cristiano.

El mensaje central —«no se puede adorar el Corpus Christi y desgarrar el Corpus Hominis»— es una fórmula sugerente, sin duda, pero profundamente ambigua. Esta visión retorcida Implica que la fe eucarística está subordinada a la conducta ética o al compromiso social, como si la presencia de Cristo dependiera de la coherencia de los fieles o fuera negada por sus pecados. Es una perspectiva que, en nombre de una supuesta «coherencia moral», termina negando la gratuidad del don eucarístico y su objetividad sacramental.
La realidad es que la procesión del Corpus Christi no es una «ostentación de fuerza », sino una profesión pública de fe en el Dios hecho pan.
Tratar de convertirla en un problema de «testimonio coherente» y «cuerpos creíbles», equivale a desplazar el centro de la liturgia de Cristo, al hombre; de la Presencia, al comportamiento, y de la adoración, a la coherencia individual.
Es el paso habitual de un cristianismo sacramental a uno puramente ético, tanto más peligroso cuanto se disfraza de falsa espiritualidad.
La Iglesia nunca ha hecho alarde de su fuerza organizando procesiones por la ciudad. Además, el Papa lleva mucho tiempo llamando a la paz; ciertamente no ha tomado las armas. Entonces, ¿qué tiene que ver este empalagoso arrebato de Corazzina?
Don Fabio Corazzina ha demostrado repetidamente cuál es su verdadera visión de la Eucaristía. Sin embargo, a pesar de sus elocuentes declaraciones y gestos, sus superiores se han limitado a firmar cartas con tono quejoso, sin verdadera firmeza. ¿El resultado? Don Corazzina ha vuelto a hacer lo que quiere, como si nada hubiera pasado, con el debido respeto a Nuestro Señor.

La verdadera valentía, hoy como siempre, reside en proclamar sin vacilación que en la Hostia consagrada están verdaderamente presentes el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo.
Este es el mayor tesoro que posee la Iglesia, el único que se lleva a las calles con orgullo y humildad.
Solo desde esta certeza —no desde lemas, banderas, megáfonos ni retórica vacía— podemos empezar a hablar seriamente de paz.
Quien se reconoce amado por Dios hasta el punto de verlo convertido en Pan, tan frágil que incluso puede ser profanado por quienes deberían celebrarlo con amor, debería sentirse interiormente desarmado, conquistado por la misericordia. Pero precisamente esta conciencia es la que transforma y pacifica el corazón humano.
Si nuestra humanidad es frágil, la Presencia Eucarística permanece intacta: no somos nosotros quienes la hacemos creíble, es Ella quien nos convierte.
AC.
CIUDAD DEL VATICANO.
DOMINGO 22 DE JUNIO DE 2025.
SILERENONPOSSUM.