Corpus Christi

Génesis 14,18-20 Salmo 109 1Coorintios 11,23-26 Lucas 9,11b-17

Pablo Garrido Sánchez

Esta fiesta auna en su celebración fundamentos tomados de la Escritura, de la Tradición, un sólido Magisterio de la Iglesia, el carácter carismático de los milagros eucarísticos, las repercusiones que algunas revelaciones privadas tuvieron en la jerarquía eclesiástica y adoración y piedad eucarística de los fieles. En esta ocasión, la procesión que se organiza para bendecir los pueblos y ciudades lleva al propio SEÑOR vivo y real en la EUCARISTÍA. Las imágenes que puedan salir en la procesión tienen por objeto realzar la Presencia viva y real de JESÚS en medio de su pueblo. Para empezar a saber algo de la EUCARISTÍA tenemos que aceptar como punto de partida lo que dice JESÚS: “YO SOY el PAN vivo que ha bajado del Cielo” (Cf. Jn 6,51). En el Concilio de Trento (1545-1563), la Iglesia nos hablará de transubstanciación para indicar el cambio de realidad que se produce en el pan ázimo después de ser eucaristizado. No es magia, sino la actuación extraordinaria de JESÚS que se realiza en el momento que el ministro debidamente ordenado pronuncia las propias palabras de JESÚS bajo la unción del ESPÍRITU SANTO sobre un pan material, que deja de ser un mero pan ázimo, aunque conserve todos sus accidentes o rasgos externos de color, peso o textura. La conciencia de la Presencia real de JESÚS en la EUCARISTÍA ha suscitado testigos, o mártires, en todos los tiempos de la Iglesia. De forma misteriosa y silenciosa el milagro se produce, y lo que antes era pan y vino pasan a ser el Cuerpo y la Sangre de JESUCRISTO. Los milagros eucarísticos se producen con cierta frecuencia y tenemos en nuestros días casos analizados con rigor científico, en los que de forma objetiva y sorprendente aparecen restos orgánicos en la sangre de distintas hostias consagradas. Con la particularidad en algunos casos, que ese material biológico pertenece a alguien que está vivo, inexplicablemente vivo. Pareciera que el SEÑOR acepta el reto de los nuevos Tomás, que exigen tocar algo, ver algo o sentir algo que se salga de lo habitual. JESÚS, en el evangelio de san Juan, no rechaza la ayuda de los signos para despertar la Fe. JESÚS le dice al funcionario real: “si no veis signos no creéis” (Cf. Jn 4,48); y a los que acuden a Cafarnaum al día siguiente de la multiplicación de los panes y los peces, les dice: “no buscáis porque hayáis visto signos, sino porque habéis comido pan hasta saciaros” (Cf. Jn 6,26-35). Ante el signo o la señal, la Fe mantiene todas sus cualidades, porque percibe algo incipiente, de lo que no puede dar razón cumplida. Cada vez que el sacerdote en la Santa Misa concluye la consagración, dice a la asamblea: “este el SACRAMENTO de nuestra Fe”. No existe la más mínima duda, el “YO SOY el Pan vivo bajado del Cielo” cumple de nuevo su promesa y está allí. La Fe se vuelve certeza y seguridad del hecho acontecido, y el gran milagro que nos desborda en todos los sentidos incrementa la Fe y mueve a la adoración, a la breve espera de participar en la comunión. Con todo, JESÚS nos puede pasar desapercibido en la EUCARISTÍA, y debiéramos procurar que tal cosa nunca ocurra.

Siglo trece

Distintas manifestaciones del SEÑOR dieron lugar en el siglo trece a la implantación de la fiesta de Corpus CHRISTI.

 Santa Juliana

La fiesta de Corpus CHRISTI es promovida por santa Juliana de Cornillon, hacia el año mil doscientos cuarenta y siete en la ciudad de Lieja -Bélgica-. Pocos años después, en mil doscientos sesenta y cuatro, el papa Urbano IV extiende su celebración a toda la Iglesia. Santo Tomás de Aquino es el principal encargado de preparar los textos para las celebraciones litúrgicas de esta fiesta especial. Seguimos cantando los himnos elaborados por santo Tomás como el “Pange Lingua” o el “Tantum ergo”, que en realidad forman parte de un mismo himno. Las procesiones constituyen un motivo principal en esta fiesta con el objeto de incentivar la piedad eucarística de los fieles. El SEÑOR en su Presencia Eucarística bendice de forma especial los lugares, pueblos y ciudades que le den culto. Los cantos eucarísticos con raigambre popular vienen en muchos casos de los grandes congresos eucarísticos celebrados desde hace años. Con el lema “La EUCARISTÍA cambia el mundo” se celebró el primer congreso eucarístico, en la ciudad francesa de Lille, en mil ochocientos ochenta y uno, impulsado por el papa León XIII. No eran tiempos fáciles, pues las desigualdades sociales creaban grandes bolsas de pobreza y explotación. Ni el comunismo ni el liberalismo económico eran la solución a los grandes atentados que se producían contra la dignidad de las personas. Una de las lacras de las lacras más rechazables era la explotación laboral de los niños, pues algunos morían en las minas o las cadenas de producción por la brutalidad de los empleadores. Diez años después, en mil ochocientos noventa y uno, León XIII da a la Iglesia y al mundo la que es considerada como primera encíclica social, la “Rerum novarum”. Otros congresos celebrados en Hispanoamérica con un recuerdo especial para Buenos Aires de mil novecientos treinta y cuatro con la presencia de Eugenio Pacelli, el futuro Pío XII. Después del congreso eucarístico de Budapest, en mil novecientos treinta y ocho, no se vuelve a tener otra convocatoria hasta el congreso eucarístico de Barcelona bajo el pontificado de Pío XII. La guerra había hecho estragos en la población europea, y de forma providencial España, en la ciudad de Barcelona, se convierte en la nación que acoge este acontecimiento. España había tenido la guerra civil (1936-1939) y el posterior aislamiento económico, aunque se había mantenido neutral en la contienda mundial. El congreso eucarístico de Barcelona ofrece aspectos que no se han vuelto a igualar. Se ordenaron ochocientos veinte sacerdotes, la Santa Misa de clausura se calcula que contó con millón y medio de personas, y el superavit del congreso, unos cien millones de pesetas, fueron destinados a la creación de viviendas sociales, de las que la primera tanda fue entregada en mil novecientos cincuenta y cuatro, realizándose la entrega de las últimas en mil novecientos sesenta y ocho. El lema de este congreso eucarístico fue “La EUCARISTÍA y la Paz”. No podía faltar en años posteriores un congreso eucarístico que recordase de forma abierta los quinientos años del descubrimiento de América y el objetivo central del mismo que fue la evangelización. Este congreso se celebró en Sevilla y en el participó san Juan Pablo II. El lema de este congreso fue “CRISTO, LUZ de los pueblos” y responde a la conmemoración del quinto centenario de un impulso evangelizador, que salvó a la Iglesia Católica de la fractura protestante y de la presión islámica de aquel momento. El fuerte impulso evangelizador español durante trescientos años en América creó la reserva espiritual católica más importante para las décadas posteriores. Después del primer viaje de Colón no cesó el traslado de religiosos a tierras americanas, distinguiéndose las comunidades de franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas. El próximo congreso eucarístico se celebrará en Sídney, Australia, dentro de tres años. Esta ciudad cuenta con un doce por ciento de católicos sobre una población de cinco millones; será, por tanto, un gran acontecimiento que podrá dar un impulso importante a la Fe de muchas personas.

Una sola vez

La primera lectura de este domingo pone en el primer plano a Melquisedec. Se dice de él que es rey de Salem, que identificamos como Jerusalén. En aquellos tiempos el lugar estaba ocupado por los jebuseos, que permanecerían ubicados en aquella fortaleza natural, hasta que David los venciese, tomase la ciudad y la convirtiera en la Ciudad de David. Abraham encuentra a Melquisedec del que no se tenía noticia alguna ni se volverá hablar hasta que de forma también enigmática lo haga el autor sagrado del Salmo ciento nueve: “TÚ eres Sacerdote Eterno según el rito de Melquisedec”. El comienzo de este Salmo, “dijo el SEÑOR a mi SEÑOR, siéntate a mi derecha y haré de tus enemigos estrado de tus pies…” es utilizado por el propio JESÚS para cerrar las controversias que escribas, fariseos y saduceos, promueven para buscar alguna acusación contra ÉL (Cf.  Mt 22,43-44; Mc 12,36). Es la carta a los Hebreos la que completa el sentido del sacerdocio según el rito de Melquisedec: “En efecto, Melquisedec, rey de Salem, sacerdote de DIOS ALTÍSIMO, salió al encuentro de Abraham cuando volvía de la derrota de los reyes, y lo bendijo, y Abraham le dio el diezmo de todo. El significado de Melquisedec es Rey de Justicia y Rey de Paz o Rey de Salem”. Sin padre ni madre ni genealogía, sin comienzo de días, asemejado al HIJO de DIOS permanece Sacerdote para siempre” (Cf. Hb 7,1-3). Una vez más resulta sorprendente que aparezca en los estadios iniciales de la Revelación una figura como Melquisedec, que resulta del todo anacrónica con el ambiente primitivo y politeísta que imperaba. Melquisedec con cientos de años de antelación está ofreciendo un modelo de sacerdocio figura del propio JESUCRISTO. Este capítulo catorce del Génesis describe la faceta bélica de Abraham, que no se volverá a repetir. Pareciera una excusa para significar la cara militante de la vida propia de cualquier elegido de DIOS. Como nos dice el libro de Job, “el hombre está en este mundo cumpliendo una milicia” (Cf. Jb 7,1ss). La historia se repetirá siglos después: algunos reyes mesopotámicos pretendían someter a tributo a las tribus cananeas, que abiertamente se negaron. En su pretensión de dominio llegaron hasta el Mar de la Sal, en la zona donde vivía Lot, el sobrino de Abraham, que al ver que su pariente había sido apresado con toda su familia acudió en su auxilio y liberación. Con algo más de trescientos hombres, Abraham persiguió a los invasores hasta Damasco, venció a Quedorlaomer y liberó a su sobrino, además de hacerse con un botín que repartió entre los que lo habían acompañado (Cf Gen 14,14-17). Para el autor sagrado la guerra forma parte de la vida y la historia de los hombres, y no resta mérito alguno a Abraham como padre en la Fe y elegido de DIOS.

Victoria sobre Quedorlaomer

“A su regreso, después de haber batido a Quedorlaomer y los reyes que con él estaban, le salió al encuentro el rey de Sodoma en el Valle del Rey. Entonces Melquisedec presentó pan y vino, pues era sacerdote del DIOS ALTÍSIMO” (Cf. Gen 14,17-18). Con algo más de trescientos hombres, Abraham persigue y vence a Quedorlaomer, atacándolo de noche, de modo similar a la batalla que presenta Gedeón contra los filisteos, también con trescientos hombres, que mediante el resonar de las trompetas y el fuego de las antorchas en la noche crearon un clima de pánico entre sus enemigos, que terminaron en una encarnizada pelea contra ellos mismos (Cf. Jc 7,16-25). Abraham recupera a su pariente Lot con toda su familia y bienes. El destino de Lot y los suyos sería la esclavitud en el mejor de los casos. Abraham, a su regreso a Hebrón es recibido por el rey de Sodoma con el que no quiere contraer compromiso alguno y rechaza tomar parte del botín conquistado. La misión de Abraham era liberar a su pariente Lot y DIOS lo había ayudado de forma extraordinaria, dándole la victoria con unos cuantos hombres frente a una coalición de reyes de tribus, que sin ser un ejército extraordinario, superaba con creces las escasas fuerzas militares de Abraham. Encuentra sentido, entonces, la aparición de un sacerdote, en el Valle del Rey, que no ofrece sacrificios cruentos, sino la ofrenda de pan y vino como acción de gracias y libación. Los reyes de Sodoma, Gomorra y los otros reyes amorreos -de las montañas- no fueron capaces de vencer a Quedorlaomer y sus aliados. Todos ellos eran pueblos idólatras, y sólo Abraham daba culto al DIOS ALTÍSIMO. Un extraño sacerdote, que no es un sacrificador de animales, aparece en escena relacionado de forma directa con Abraham. Melquisidec aparece unos dos mil años antes que el pan y el vino entren en el rito religioso con su máximo significado.

Abraham es bendecido

“Melquisedec bendijo a Abraham, diciendo: Bendito sea Abraham por el DIOS ALTÍSIMO creador de Cielo y tierra” (v.19). El éxito en esta batalla demostraba que Abraham había roto con los ídolos nacionales de su tierra de origen y con los dioses familiares o menores. Más aún, Abraham había vencido a todos aquellos que antes eran sus protectores. Ahora Abraham pertenece en exclusiva al DIOS ALTÍSIMO, en su Nombre ha luchado y con su fuerza y poder ha vencido.

La batalla es espiritual

Melquisedec bendice a DIOS: “Bendito sea DIOS ALTÍSIMO, que entregó a tus enemigos en tus manos; y le dio Abraham el diezmo de todo” (v.20) Melquisedec adopta el papel de puente entre DIOS ALTÍSIMO y Abraham, y en nombre del patriarca presenta la alabanza y acción de gracias al DIOS ALTÍSIMO. Abraham reconoce la intermediación de Melquisedec entregándole el diezmo del botín. El patriarca y su acción de gracias son presentados al DIOS ALTÍSIMO por medio de Melquisedec. Esta comunicación de bienes espirituales es propia de estadios religiosos que dejan atrás cualquier relación con los ídolos. La batalla de Abraham contra Quedolaomer representa una etapa espiritual similar a la que vivirá Moisés en su batalla contra las fuerzas del mal representadas por Amalec (Cf. Ex 17,8ss). Esta batalla la gana Israel, porque Moisés está en el Monte Sinaí orando para que las fuerzas de Israel no decaigan. El capítulo termina diciendo: “desde entonces no ha cesado la lucha de Israel contra Amalec” (Cf. Ex 17,16). De la misma forma la lucha será permanente entre Abraham y Quedolaomer, por lo que estará necesitado de la bendición de Melquisedec y su ofrenda de pan y vino.

Los Doce son convocados

En este ciclo tenemos a san Lucas por evangelista, que nos conduce en el acercamiento y conocimiento de JESÚS hasta donde la Gracia nos permite hacerlo. Para esta gran solemnidad de CORPUS CHRISTI consideramos la multiplicación de los panes y los peces, que recoge este capítulo nueve, pero no es ocioso ver algo del contexto. Al inicio de este capítulo encontramos que los Doce aparecen como los destinatarios principales de todo lo que se va a exponer. “JESÚS convoca a los doce para enviarlos a la misión. Los Doce elegidos en el capítulo seis (Cf. Lc 6,13-16), reciben ahora nuevas competencias y para ello JESÚS los reviste de “autoridad y poder para expulsar demonios y curar enfermedades” (v.1). El hecho diferencial del Evangelio predicado por los Doce -la Iglesia- es el Poder para expulsar todos los demonios y curar enfermedades. Echar a Satanás equivale a combatir el mal de raíz. Los Doce -la Iglesia- está en el mundo para devolver la salud espiritual a todos los que lo necesiten. Los Doce proclaman el Reinado de DIOS por medio de señales y predicación. Siempre habrá que insistir en la acción espiritual eficaz que se produce a través del discípulo ungido y enviado por JESÚS. Hay Poder en el Nombre de JESÚS pronunciado con autoridad por el discípulo enviado. La eficacia del Nombre de JESÚS pronunciado se comprueba en una oración de liberación o en un exorcismo, lo mismo que en la absolución de los pecados en el Sacramento de la confesión. En estos casos se comprueba la eficacia de la Palabra pronunciada con Poder en el Nombre de JESÚS, que libera y concede la Paz mesiánica, que antes no se percibía. Las palabras del discípulo enviado a evangelizar con autoridad no están huecas, no son una cáscara sin fruto en su interior. El poder y la autoridad del discípulo enviado no residen en sí mismo, sino en JESÚS que los unge con el ESPÍRITU SANTO. En este capítulo nueve, los Doce crecerán en el conocimiento sobre la erradicación del mal, los procesos de curación y la manera de ofrecer el alimento espiritual a los fieles, que desean seguir a JESÚS: “dadles vosotros de comer” (v.13).

Tiempo de retiro

“Cuando los Apóstoles regresaron le contaron todo cuanto habían hecho” (v.10 a). No es una cosa menor dar cuentas al SEÑOR de lo realizado. Si lo hacemos bien, se empieza por reconocer que lo realizado ha sido una oportunidad que el propio SEÑOR ha concedido. En la misión evangelizadora es capital no considerarse el protagonista de la película, pues tal cosa deja a un lado al que da la eficacia. La verbalización de lo realizado en el ámbito de la oración personal es de gran ayuda para dar lugar a la aparición de nuevas consideraciones. El SEÑOR ya sabe todo lo que hicimos, pero al contárselo damos pie a que surjan nuevas gracias para la próxima misión. La segunda parte de este versículo ofrece algunas sugerencias: “JESÚS, tomando a los Doce consigo los llevó a una ciudad llamada Betsaida” (v.10 b). Esta Betsaida no es la que está cerca de Cafarnaum, sino otra más distante y retirada, que la gente conocía como lugar de retiro y encuentro de JESÚS con sus discípulos. Ahora está más que justificado retirarse de las multitudes, reparar fuerzas y esclarecer los numerosos interrogantes abiertos en la misión de anuncio. La oración personal diaria cumple el objetivo de este versículo.

Las gentes se adelantan

“Las gentes supieron dónde se dirigían y lo siguieron, ÉL acogiéndolos les hablaba” (v.11). Se entiende que JESÚS y los Doce se dirigen en barca hasta el lugar retirado, la Betsaida situada al nordeste del Mar de Galilea. La escena en san Marcos se completa diciendo que muchos por tierra se les adelantaron (Cf. Mc 6,33). Podemos hacernos una composición de lugar: JESÚS atiende a la multitud durante un tiempo, mientras los discípulos mantienen un descanso relativo hasta que JESÚS decide, dada la hora, que todos deben tomar alimento y descansar. Los evangelistas sinópticos de forma especial señalan una aprobación general de las gentes, que descubren en JESÚS algo del todo inédito y novedoso: nadie habla como lo hace ÉL con autoridad y Pode (Cf.  Mc 1,22). JESÚS de Nazaret transmite Paz, Amor y salud para el cuerpo y el alma; por tanto despierta las necesidades más básicas del ser humano y resulta comprensible que una mayoría de personas lo busquen. Detrás de un charlatán o embaucador se va por poco tiempo, pues la decepción llega primero que tarde. JESÚS los acogía y les hablaba; y con estas dos palabras deja plasmado el evangelista todo un plan pastoral. La acogida verdadera se da cuando se vive una corriente de Caridad Cristiana -Amor fraterno- que inmediatamente hace sentir a la persona que es valorada o estimada en su condición de hijo de DIOS. La verdadera acogida no juzga ni excluye. JESÚS les hablaba porque todos tenemos hambre de una Palabra cargada de Vida y Verdad. Las palabras o enseñanzas de JESÚS son aquellas que la Sabiduría de DIOS tiene reservadas para los hombres. De nuevo realiza JESÚS su plan de misión: “anuncia a estas gentes el Reino de DIOS y cura de distintas enfermedades a los que estaban necesitados de curación” (v.11 b). De forma prioritaria la salud debe volver a los corazones de las personas para recibir con provecho la Palabra sobre el Reino de DIOS, que se extiende y dilata en todas direcciones mediante el Amor de DIOS. JESÚS nos pide amarnos unos a otros como ÉL nos ama, con el fin de extender el Reino de DIOS en esa misma medida. Lo anterior da como resultado la transformación de las personas, familias y ambientes sociales: “la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada; la virtud probada, Esperanza, y la Esperanza no defrauda, porque el Amor de DIOS ha sido derramado en nuestros corazones por el ESPÍRITU SANTO que nos ha sido dado” (Cf. Rm 5,3-5). Las palabras de JESÚS están para ser escuchadas y meditadas incesantemente con objeto de producir sus abundantes frutos.

Concluye la jornada

“El día había comenzado a declinar y acercándose los Doce le dijeron: despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado” (v.12). Desde el comienzo de los tiempos, según la Biblia, el momento del atardecer ofrece algo especial, porque la jornada se termina, llega el momento del descanso, y el tiempo para el encuentro con el SEÑOR (Cf. Gen 3,8). La multiplicación de los panes y los peces va a tener lugar después de haber recibido la Palabra de Vida y resuelto las enfermedades del alma y aquellas físicas, que el SEÑOR viese oportuno. La decisión tomada al final sobre el modo de proceder ni es democrática ni sinodal. JESÚS toma una decisión al margen de su “consejo pastoral”; de los Doce que de forma unánime le viene a proponer lo que consideran más oportuno y sensato. Isaías había dicho: “mis pensamientos no son vuestros pensamientos…” (Cf. Is 55,8); y JESÚS sigue desconcertando a sus discípulos con algo sorprendente: “dadles vosotros de comer”.

Disposición de los discípulos

“Los discípulos respondieron: no tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos a comprar alimentos para toda esta gente, pues había unos cinco mil hombres” (v.13). En la versión de san Juan, los cinco panes son de cebada y los tiene un muchacho, que con sus dos peces no tiene problema en desprenderse de ellos llegado el caso (Cf. Jn 6,9). Aquí pareciera que los cinco panes y los dos peces pertenecen a los discípulos, pero entienden que es una insignificancia a la hora de resolver la cena de cinco mil hombres, más las mujeres y los niños que estuvieran allí. La bolsa del dinero de la que Judas Iscariote se hacía cargo tenía que estar bien nutrida acercándose a los mil denarios para resolver un abastecimiento supuesto, pues podrían tener el dinero, pero otra cosa es la existencia de pan suficiente en los pueblos de alrededor. El desconcierto de los discípulos en un primer momento tuvo que ser notable. Por otra parte las palabras del MAESTRO al final se cumplían; por tanto, ¿de qué forma podrían ellos dar de comer a una multitud semejante?. En la misión recién terminada habían visto curaciones realizadas en el nombre de JESÚS, y habían podido expulsar espíritus malignos para bien y liberación de muchos. De este poder taumatúrgico también participó Judas; pero dar de comer a una multitud era algo nuevo.

Hombres libres

“JESÚS dice a los discípulos:  acomodad a la gente por grupos de unos cincuenta. Ellos hicieron acomodar a todos” (v.14-15). En otros textos paralelos (Cf. Mc 6,39-40; Jn 6,10) se habla de la existencia de una hierba crecida, con lo que podemos suponer que era tiempo de primavera. La distribución en grupos de cincuenta recuerda algo de la organización del Pueblo elegido en su marcha por el desierto. Ahora la libertad se vive en un orden restaurado, pues el Reino de DIOS está llegando y se experimenta ya cercano. Sin darse cuenta en gran medida, los Doce están realizando justicia sobre las Doce Tribus de Israel, que alcanzará en su momento el contenido de las realidades últimas. El MAESTRO no puede hacer más por sus discípulos y por la multitud que lo sigue de cerca. O quizás todo sea un preámbulo de las realidades últimas que están por llegar. Mediante la acogida, los Doce, representan a la Iglesia que a lo largo de los siglos tiene que acomodar a las gentes a la condición de hijos de DIOS y Pueblo de DIOS en marcha.

Bendición

“Tomó JESÚS los cinco panes y los dos peces, y elevando los ojos al Cielo pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los iba dando a los discípulos, para que los fueran sirviendo a la gente” (v.16). Debemos suponer a JESÚS en una actitud profundamente devota y reverente expresando la Acción de Gracias al PADRE, pues no pierde ocasión de hacer referencia y manifestar su unión con ÉL. El padre de familia en las celebraciones especiales bendice el pan y lo reparte entre los suyos. La bendición del pan y del vino presenta gran similitud con la oración de bendición que el sacerdote realiza en el ofertorio de la Santa Misa. JESÚS en este gran campo abierto está presidiendo una comida, o cena, con un gran sentido para el judío y el seguidor de JESÚS, que con todo derecho verá aquí un signo o anticipo del Pan Eucarístico multiplicado por la acción del ESPÍRITU SANTO para satisfacer las necesidades espirituales de los creyentes en CRISTO. La secuencia de los hechos de este versículo es una metáfora de lo que a diario sucede en la Iglesia: los sacerdotes por miles reparten el PAN bajado del Cielo a todos los fieles que se acercan a recibirlo.

La abundancia mesiánica

“Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado, doce canastos” (v.17). La Gracia dada por JESÚS es siempre sobreabundante: “he venido para que tengan Vida y la tengan en abundancia” (Cf. Jn 10,10). Falta poco tiempo para que el fuego del ESPÍRITU SANTO comience a multiplicar el nuevo PAN bajado del cielo y no se agotará la fuente que surte toda esta Gracia y Bendición. La Vida y el Amor de DIOS se multiplican al comunicarse.

San Pablo, primera carta a los Corintios 11,23-26

Estos versículos de la primera carta a los Corintios dan testimonio del memorial eucarístico. San Pablo lo ofrece a sus comunidades como tradición recibida, aunque él predica un Evangelio que no lo ha recibido de los hombres (Cf. Gal 1,11-12). La solidez de la EUCARISTÍA queda atestiguada como la columna fundamental en la que se apoya la Iglesia de JESUCRISTO hasta que el vuelva en la Parusía.

Tradición recibida

“Yo he recibido una tradición que procede del SEÑOR, y a su vez os he transmitido” (v.23). Lo que el Apóstol enseña a los de Corinto es una enseñanza recibida sobre la EUCARISTÍA; más aún, san Pablo va a transmitirles el testimonio vivo de haber participado en la Fracción del Pan realizado por las casas, tanto en Jerusalén como en Antioquia. El Apóstol nos va a trasladar la incipiente liturgia eucarística que aglutinaba a los cristianos en torno a JESÚS sacramentado: “los fieles cristianos eran asiduos a la enseñanza de los Apóstoles, a la Fracción del Pan; a la comunión y a las oraciones” (Cf. Hch 2,42). Y todavía el libro de los Hechos insiste que “con alegría partían el Pan por las casas” (Cf. Hch 2,46). Sin lugar a dudas la Fracción del pan -EUCARISTÍA- resultó el factor diferencial con la religión del Templo y la sinagoga. A esta nota específica se fueron añadiendo el resto de vertientes que especificaron al Cristianismo frente al Judaísmo, pero se puede decir que la nueva religión se va construyendo en torno a la EUCARISTÍA. El problema actual aparece cuando los rigores se acentúan en el rito, cuando la preocupación cardinal debiera girar en torno a la forma de hacer más próxima y vivencial la Presencia real de JESUCRISTO EUCARISTÍA; porque las nuevas generaciones son las depositarias de la tradición. Si los jóvenes no están presentes la cadena se rompe y la tradición se licua o desaparece. La tradición no acepta el medio virtual. La tradición acontece en el encuentro personal y el diálogo. La tradición no se puede apartar del mundo real. La Presencia de JESÚS en la EUCARISTÍA no se sostiene en una foto o una imagen grabada. La Presencia viva del SEÑOR está en el Pan y el Vino eucaristizados.

En la noche de la entrega

Sólo DIOS puede pensar en hacerse EUCARISTÍA. Esta obra inaudita se realiza de noche, pero no cualquier noche, sino la misma en que iba a ser entregado; porque desde el primer momento su vida fue una entrega: “tanto amó DIOS al mundo, que entregó a su HIJO, no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por ÉL” (Cf. Jn 3,16-17). Otras grandes obras realizó DIOS en la noche, pero en este caso rodeó el SEÑOR este acto de toda la intimidad posible, al mismo tiempo que se declaró abiertamente la traición de uno de los íntimos. Misteriosamente, al instante de comulgar entró Satanás en Judas (Cf. Jn 13,26-27), que tomó la resolución de entregar a su MAESTRO. El SEÑOR sabía que alrededor de la EUCARISTÍA también iban a estar elementos extraños en lucha permanente; y las cosas no han cambiado en este sentido.

Las palabras de JESÚS

“Aquella noche, JESÚS tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: esto es mi CUERPO que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía” (v.24). JESÚS no está proponiendo algo circunstancial, sino permanente y fundacional. Estas palabras adquieren una gravedad especial por el momento en que son dadas y por la fuente de la que emanan. El VERBO de DIOS es la fuente de las palabras que JESÚS está pronunciando con carácter de ley: “haced esto en memoria mía”. Con la venida del ESPÍRITI SANTO los discípulos vieron el alcance de las palabras de JESÚS en la Última Cena; y desde entonces la Iglesia las ha custodiado, valorado y celebrado. Son palabras que la Iglesia repite generación tras generación con la presencia activa del ESPÍRITU SANTO que trae al mundo los frutos de la Redención: “el ESPÍRITU SANTO os dará de lo mío, porque todo lo que tiene el PADRE es mío” (Cf. Jn 16,13-14). En ningún otro acto eclesial la eficacia del memorial se realiza como en la EUCARISTÍA, pues todas las demás acciones representan gracias particulares, dones, virtudes o carismas; pero lo que acontece en el memorial eucarístico es el advenimiento del mismo CRISTO con toda su realidad: cuerpo, sangre, alma y divinidad. Por la EUCARISTÍA somos inmersos en el CRISTO total misteriosamente. Este milagro próximo y cotidiano no merma su realismo, que sobrecoge cuando lo consideramos por un instante.

La Nueva Alianza

“Después de cenar, JESÚS, tomó la copa -el cáliz-, diciendo: esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebierais, hacedlo en memoria mía” (v.25). Una Nueva Alianza y definitiva: ya no caben más alianzas con los hombres por parte de DIOS. En el Antiguo Testamento encontramos varios pactos o alianzas con los que DIOS buscó cercanía con los hombres. La sangre de JESÚS sella la mejor Alianza que DIOS puede establecer con los hombres de todos los tiempos. La carta a los Hebreos profundiza en la dimensión sacerdotal de JESÚS y su entrega, y con la profundidad de un autor sagrado pone de relieve la trascendencia del sacrificio de JESÚS, su valor expiatorio, el perdón de los pecados, la justificación obtenida por la sangre de JESÚS el CORDERO de DIOS. JESÚS por su entrega se convierte en sacerdote y víctima perfecta, por el que todos quedamos justificados ante DIOS, si nos acogemos al valor de su sangre redentora. La sangre es el símbolo de la Vida y del AMOR entregado. Si nos decidimos a buscar la mayor revelación del AMOR de DIOS para cada uno de nosotros tendremos que mirar directamente a la Cruz. Antes del acontecimiento histórico del martirio y muerte en la Cruz, JESÚS sacramentaliza el valor salvador de esos acontecimientos, que se harán imborrables. La Santa Misa es acción de gracias festiva, pero también es sacrificio. Ambas dimensiones se entrelazan inseparablemente, hasta que JESÚS vuelva en toda su Gloria y manifestación.

El SEÑOR volverá

 “Cada vez que coméis de este Pan y bebéis de este cáliz, anunciáis la muerte del SEÑOR, hasta que vuelva” (v.26). Dos mil años de Cristianismo y de acontecimientos históricos traumáticos nos tendrían que haber enseñado la lección dada por JESÚS: “si alguien os dice: el MESTRO está aquí o allí, no le hagáis caso; pues lo mismo que el rayo va de Oriente a occidente, así será la Venida del Hijo del hombre” (Cf. Mt 24,23.27; Lc 17,23-2). Lo mismo que no se debe hacer caso alguno cuando nos hablen del dónde de la Segunda Venida, también hemos de aplicarlo al cuándo. Todas las fechas dadas incluso con cierta amplitud han fallado; pero no aprendemos. Cada día aparece un nuevo vidente con línea directa con el Cielo que informa periódicamente cómo va el asunto de la próxima Segunda Venida. Dejaremos para otra ocasión algunos momentos a lo largo de los siglos, en los que la humanidad se sintió en grave riesgo, incluidos algunos papas. El momento presente es complicado para la vigencia de los valores evangélicos, ¿y eso quiere decir que el mundo se va a acabar? Ni una guerra nuclear que devastase el planeta provocaría la Segunda Venida del SEÑOR: ÉL vendrá cuando lo crea oportuno. Por Fe nosotros creemos que la Segunda Venida del SEÑOR bajará el telón de la historia y concluirá el mundo presente, porque JESUCRISTO es el SEÑOR de la Historia. Pero ¿el infinito AMOR de DIOS va a dar por bueno el actual crecimiento espiritual de la humanidad? ¿No se merece JESUCRISTO y su Evangelio que los tesoros de Gracia dispensados den frutos mucho más explícitos en cada hombre y en la humanidad en su conjunto? ¿Ya hemos agotado los hombres el conocimiento de JESUCRISTO? ¿Hay una conciencia general del pecado, de la increencia y de la apostasía? ¿Da igual que una mayoría de la humanidad ignore o desprecie la primera venida del HIJO de DIOS a este mundo para redimir y salvar a los hombres? DIOS no tiene prisa y el tiempo es suyo.

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