Estamos llegando a un punto en el que vamos a tener que entendernos -sí o sí- todos los que queremos libertad para vivir. La tiranía estilo chino avanza a marchas forzadas, a golpe de decretos y utilizando todos los recursos que la partitocracia ha entregado a los gobernantes. Recursos que, en la mayoría de los casos, suponen la sangría vía impuestos y multas del 50% de lo que gana un contribuyente medio.
Diciendo esto no me acerco al liberalismo. Al revés. Siempre he pensado que liberalismo es a libertad como carterismo a cartera. El liberalismo no tiene nada que ver con el recto ejercicio de la libertad. Esa ideología irrumpió hace 200 años en la historia de la Cristiandad occidental para proponer la adoración de la diosa libertad. Pero la libertad no se adora. Se usa. Y es para todos, no solo para aquellos que puedan pagársela. Por eso aquella falsa liberación abrió las puertas a nuevas opresiones.
Ahora mismo, lo que está llegando con el Nuevo Orden Mundial es una tiranía de amos liberales y plebe comunista. Un mundo en el que no hay sitio para las familias, los pequeños propietarios o las clases medias. Ideólogos millonarios que viven engañando a un populacho cada vez más esclavizado. Su progresismo consiste en el retorno a un paganismo precristiano que cambia el culto a Dios por la adoración al emperador. Y que con ello supone una vuelta a la esclavitud generalizada. Porque las antiguas termas se construían con esclavos, pero las catedrales fueron obra de hombres libres.
Es el momento de alzar de nuevo la bandera de la libertad verdadera. La que surge de la Verdad, el Bien y la Belleza. Es el momento de resistir cueste lo que cueste a los nuevos tiranos. En esta lucha cuenten con los carlistas.
Javier Garisoain, presidente de la Comunión Tradicionalista Carlista
Publicado originalmente en ¡No todo es política!
Con información de InfoCatólica/Javier Garisoain