Está circulando en internet un vídeo del pasado Domingo de Ramos que muestra al Papa Bergoglio, recién dado de alta del Hospital Gemelli, recibiendo saludos de algunos cardenales en la Plaza de San Pedro. Les da las gracias a todos, les estrecha la mano y sonríe, pero cuando llega Su Eminencia Robert Sarah, le hace una señal para que se vaya.
Aquel cardenal guineano, nacido en 1945 y elegido arzobispo con tan sólo 34 años por san Juan Pablo II, se había convertido en el coco más temido por los progresistas, más por los rumores que circulaban sobre él, que por sus posiciones.
La agencia de prensa francesa AFP lo tituló como «el líder de los conservadores críticos con Francisco». De poco sirvió intentar aclarar los malentendidos en 2020, en una entrevista a Il Foglio, en la que, hablando del libro que coescribió con el ya entonces Papa emérito, Benedicto XVI, Dal profondo del nostro cuore, el ex Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, afirmó:
Nosotros [Benedicto XVI y yo], sin animosidad, sin atacar a nadie, hemos ofrecido nuestras reflexiones con claridad, rigor y fidelidad a la verdad sobre una cuestión esencial: el sacerdocio católico y el celibato. ¿Por qué decir entonces que me opuse al Papa Francisco?
¿Por qué?
¿Acaso hay una sola frase, una sola palabra, una sola actitud en el texto que exprese tal oposición?
¿Por qué estoy constantemente cubierto de calumnias y humillaciones?
Lo había intentado también el año anterior, hablando al Corriere della Sera en 2019, con motivo de la publicación, siempre a cargo de la editorial Cantagalli, de su libro Si fa será e il giorno adesso volge al declino,
Muchos escriben no para dar testimonio de la verdad, sino para enfrentar a las personas entre sí, para dañar las relaciones humanas. A esta gente no le importa la verdad.
Lo cierto es que quien me opone al Santo Padre no puede presentar una sola palabra mía, una sola frase mía, una sola actitud mía para apoyar sus absurdas, yo diría diabólicas afirmaciones.
El diablo divide y enfrenta a las personas entre sí.
La verdad es que la Iglesia está representada en la tierra por el Vicario de Cristo, es decir, el Papa. “Y quien está contra el Papa está ipso facto fuera de la Iglesia”.
Por supuesto, no dejó de denunciar la crisis interna de la Iglesia católica, sin ocultar:
El problema es que hay sacerdotes, obispos e incluso cardenales infieles que no logran, y esto es tan grave como otros pecados, llevar la verdad de Cristo».
Es evidente que ahora se están vengando contra él, contra el cardenal Sarah.
Ni siquiera quisieron reconocer que había mantenido dentro del rebaño de la Iglesia a muchas ovejas tradicionalistas que, ante la desorientación doctrinal, la habrían abandonado, provocando un cisma en la derecha, para seguir celebrando la misa «antigua», es decir, con el rito extraordinario, en lugar de verse obligados a tolerar abusos litúrgicos.
La tentación de los fieles es crear comunidades de personas perfectas, como sugiere Rod Dreher en su libro «La opción Benedictina».
Una estrategia para los cristianos en un mundo postcristiano.
Es una lástima que el autor se haya vuelto ortodoxo. El cardenal Sarah siempre se ha opuesto a las sirenas del Patriarcado de Moscú. Sin embargo, ha sido acusado de ser el candidato al trono papal del magnate francés Vincent Bolloré.
Por esta razón, C-News y otros medios de comunicación de su galaxia lo nombraban más de 40 veces al día, periódicos y sitios web de izquierda después de la muerte de Francisco.
Había que silenciar a Sarah, ponerlo en la lista negra, en una palabra. Y nadie más que el más alto cargo del estado habría sido responsable de ello.
Para bloquearle el paso, Macron se reunió con los cardenales franceses en Villa Napoleone, en Roma.
Por ANDREA MORIGI.
CIUDAD DEL VATICANO.
DOMINGO 4 DE MAYO DE 2025.
LIBEROQUOTIDIANO.
