Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar.
Y los soldados trenzaron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura.
Entonces vinieron a él y le dijeron:
¡Salve, Rey de los judíos!»
Y le dieron una bofetada.
Pilato salió otra vez y les dijo:
Mirad, os lo traigo fuera, para que sepáis que ningún delito encuentro en él.»
Luego salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto púrpura.
Entonces Pilato les dijo:
¡He aquí el hombre! […]
Luego se lo entregó para que lo crucificaran.