Carta Abierta de un obispo a los cardenales que elegirán al sucesor de Francisco

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* Su Eminencia, al acercarse al Cónclave…

Eminencia,  muy pronto irá a Roma con la intención de elegir un sucesor de San Pedro.

Sé que tomáis en serio vuestra responsabilidad de elegir un pastor verdadero y santo.

Sin embargo, a medida que se acerca el cónclave, siento que es mi deber compartir mi profunda preocupación, que sé es compartida por muchos obispos, clérigos y fieles laicos, de que este cónclave intentará elegir a un hombre no apto para servir como Papa.

Por eso, con la mayor humildad, os pido que tengáis presente que el Papado no es una institución política humana que pueda pasar de una facción a otra, sino una institución divina establecida por Nuestro Señor Jesucristo para la salvación de las almas.

También por eso aprovecho esta ocasión para recordaros que existen condiciones establecidas por el derecho divino que regulan las elecciones papales.

Sólo un individuo varón que posea el uso de razón y sea miembro de la Iglesia Católica puede ser elegido para el Pontificado Romano.

Y, como nos enseña el venerable Papa Pío XII y toda la Tradición de la Iglesia, hay tres condiciones para pertenecer a la Iglesia: (i) el bautismo válido, (ii) la profesión pública de la fe católica, y (iii) la obediencia a las autoridades legítimas de la Iglesia¹.

Un hombre que no cumple estas condiciones no es miembro de la Iglesia Católica y no puede ser elegido como su cabeza visible. Cualquier intento de elegirlo Papa será nulo y sin valor.

Eminencia, quisiera también recordarle que tiene la grave obligación ante Dios de negarse a dar su asentimiento a la elección de cualquier candidato que no reúna las condiciones establecidas por la ley divina.

Si un hereje público, o un hombre razonablemente sospechoso de ser un hereje público, recibe suficientes votos, los cardenales fieles están obligados a negarse a aceptar la validez de su elección.

El sufrimiento y la confusión de los fieles han alcanzado ahora un nivel sin precedentes en la historia de la Iglesia. Como usted y yo sabemos, esta crisis está causando que muchos hombres, mujeres y niños pierdan la fe, y muchos más están cayendo en pecado mortal. Éstas son las almas por las que murió Nuestro Señor y con las que desea pasar la eternidad en perfecta bienaventuranza.

Eminencia, si un falso pontífice se presenta al mundo como Papa, temo que se perderán muchas más almas. Todos aquellos cardenales que consientan su elección inválida compartirán con él esta responsabilidad.

Al mirar atrás las experiencias de nuestra vida, ¿cómo podemos dudar de que seguir las enseñanzas de la Iglesia, por difíciles que parezcan, nos llevarán siempre con seguridad a través de todos los desafíos y pruebas? Cuando actuamos correctamente, Nuestro Señor bendice nuestras acciones y nos guía hacia adelante, paso a paso, por el camino correcto.

Os ruego, en nombre de los fieles que sufren, que no pongáis vuestra confianza en estrategias políticas ni en la prudencia humana, sino sólo en la sabiduría divina de Nuestro Señor Jesucristo. Él es Dios; Puede hacer cualquier cosa. Nuestro trabajo es simplemente seguir Sus mandamientos y dejarle el resto a Él.

Que Dios os bendiga en este momento de la historia de la Iglesia y os dé fe y paz en medio de las pruebas.

-Maestro, ¿no le importa que muramos? Se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: «Calla, enmudece». El viento amainó y reinó una gran calma. Entonces les dijo: ¿Por qué están tan asustados? ¿Aún no tienes fe? (Mc 4,38-40).

Os aseguro mis oraciones por vosotros y por la Iglesia,

Suyo en Cristo,

Monseñor. José Edward Strickland

Obispo emérito de Tyler

¹ Papa Pío XII, carta encíclica Mystici Corporis Christi , n. 22.

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