Juzgar las cosas con la mirada del Padre

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el VIII Domingo del Tiempo Ordinario

Mons. Cristobal Ascencio García

Nos encontramos en el último domingo de esta primera etapa del tiempo ordinario, el próximo miércoles daremos inicio con la cuaresma. El texto del Evangelio sigue siendo un fragmento del sermón de la llanura, propone ejemplos, preguntas, sentencias de sabiduría humana, con la finalidad de que reflexionemos en nosotros mismos; que seamos capaces de hacer una autocrítica teniendo a la vista el ejemplo de Jesús. La propuesta del Señor se centra en tres temas: 1ª. Un ciego no puede guiar a otro ciego, 2ª. La paja en el ojo ajeno y 3ª. Todo árbol se conoce por sus frutos.

A través de estos ejemplos o parábolas, Jesús enseña a los discípulos que nadie debe adoptar la función de juez ante el que peca o se equivoca, ya que todos somos pecadores y necesitados del perdón de Dios y de los hermanos. Antes de corregir a los demás, cada uno debe examinarse a sí mismo. Cuando se sigue este camino, la corrección fraterna surge de aquel que discierne su conducta y sus motivaciones, porque vive preocupado por parecerse cada vez más a su Señor, lo contrario es hipocresía.

Digamos una palabra sobre cada sentencia:

1ª- “Un ciego no puede guiar a otro ciego”. En Mateo sabemos que este aforismo o sentencia está dirigido a los letrados, a aquellos intérpretes de la ley; pero el Evangelista San Lucas que escuchamos hoy, lo dirige a los discípulos, ya que desea dejar en claro que esta actitud se puede dar en la comunidad que se está formando. Jesús desea erradicar la hipocresía en sus seguidores. Él hace alusión a la competencia para la enseñanza, es decir, el discípulo debe ser formado, instruido y será entonces como su maestro; sólo entonces dejará de ser ciego. Este aforismo nos sigue interpelando a nosotros como cristianos: ¿somos capaces de ver con los ojos de Jesús? ¿nos sentimos guías de los demás? ¿Nuestra vida es tan correcta que otros puedan seguir nuestros pasos? Una invitación a los padres de familia, no olviden que ustedes son guías de sus hijos; de allí que tengan que luchar contra toda ceguera para poder guiar por el camino del Evangelio. Lo que no quieras que hagan tus hijos, no lo hagas tú; si no quieres que sean borrachos, evita embriagarte, etc.

2ª- “¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo?” Ésta es una crítica al ser humano de todos los tiempos, pero Jesús se dirige desde luego a sus seguidores, porque siempre es más fácil ver los errores de los demás y criticarlos o juzgarlos, sin detenernos para hacer una autocrítica. Si logramos primero analizarnos como personas, caeremos en la cuenta de nuestra situación y erradicaremos la actitud de juzgar a los demás.

Jesús nos invita a que no juzguemos a nadie; no somos perfectos ni santos; nadie nos ha dado un diploma para juzgar a los demás. El no juzgar a los demás, no significa dejar pasar las cosas, como si nada sucediera, como si se estuviera proponiendo una liberalidad extrema, sino significa ser hermanos, y para ser hermanos, en el corazón hemos de tener una sola palabra: misericordia; de ahí han de salir los frutos buenos de nuestra vida, para que los demás los recojan. El Evangelio no nos lleva a no juzgar las situaciones, sino a juzgarlas con la mirada del Padre; una mirada que no esté imbuida de la verdad y la misericordia sería sólo hipocresía. Por eso, ante la situación de tanta violencia, sobre todo cuando vemos que no se hacen las cosas que se tienen que hacer, por ejemplo: la actitud de las instituciones con referencia a la seguridad; esa actitud que trata de minimizar los hechos, de mostrar otra realidad; digo, es momento no de condenar, pero sí de seguir insistiendo en que se resuelvan las cosas, que se supere la impunidad. No se trata de cerrar los ojos al mal y a la injusticia del ser humano. Se trata sencillamente de escuchar la consigna de San Pablo: “No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence el mal con el bien”.

3ª- “Cada árbol se conoce por sus frutos”. Es muy entendible que cada árbol da fruto según su especie y calidad; por el fruto se identifica el árbol; ninguno puede dar fruto distinto a su esencia, se trata ésta de una alegoría y su aplicación. Se aplica en la vida cotidiana del cristiano y se pone en el contexto de la coherencia entre fe y vida, para que la Palabra sea creíble. Como cristianos que acudimos a la Eucaristía cada domingo, que tenemos la Biblia en casa, que rezamos el rosario, estos actos deben conducirnos a mostrar en nuestras actitudes diarias los frutos de nuestro acercamiento a Dios. Como cristianos que nos decimos seguidores de Jesús, tenemos un gran compromiso de mostrar los frutos surgidos de la reflexión de la Palabra de Dios; esos frutos que se muestran en la vida ordinaria, en medio de las dificultades, de los problemas. Recordemos que el ejemplo vale más que las palabras que podamos pronunciar. Al verdadero discípulo de Jesús se le reconocerá lo mismo en sus palabras que en sus obras.

Hermanos, estamos por iniciar el tiempo de cuaresma, será tiempo de detener más la mirada a nuestro interior, que analicemos si nos gusta sentirnos maestros de los demás, si nos creemos más perfectos que otros, quienes deben seguirnos. Es momento de analizar si juzgar o criticar a los demás es lo ordinario de nuestra vida; analicemos cuáles son nuestros frutos, cuáles son los frutos que estamos dando o hace falta que demos. De la reflexión que hagamos, debemos sacar los compromisos para recorrer el próximo camino cuaresmal, guiados por el Espíritu Santo, de tal manera que vivamos el Evangelio y no finjamos vivirlo.

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

¡Feliz domingo para todos!

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan
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