Un signo de nuestro propio bautismo

Pbro. Hugo Valdemar Romero

La Iglesia celebra este domingo el bautismo del Señor. El evangelio nos narra que Jesús se pone en fila con la gente que va bautizarse con Juan en el Jordán y que, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo en forma de paloma y se oyó una voz que decía: “Tú eres mi hijo, mi predilecto, en ti me complazco”.

El bautismo que Juan realizaba era un baño en el río jordán que significaba arrepentimiento de los pecados y conversión de vida dejando atrás las obras de maldad y de injusticia. Quienes decidían bautizarse con este rito de inmersión en el río, daban a entender que se arrepentían de su maldad y estaban dispuestos a cambiar su vida para seguir los mandamientos de Dios, pero Jesús no necesitaba del perdón de los pecados puesto que no tenía ninguno, ni tampoco tenía necesidad de conversión pues toda su vida la conducía según la voluntad de Dios; él, nos dice san Pablo, fue obediente a morir entregando su vida en la cruz por el perdón de nuestros pecados.

En realidad el bautismo de Jesús es un signo de nuestro propio bautismo; él no lo necesitaba, pero nosotros sí. El bautismo es el primero de los sacramentos, es un signo sensible, el agua,  por medio del cual Dios nos participa su vida divina. Cuando te bautizaron también se abrieron los cielos y descendió sobre ti el Espíritu Santo y Dios Padre dijo las mismas palabras que pronunció sobre Jesús: ‘Tú eres mi hijo amado, mi predilecto” y desde ese momento puedes llamar padre a Dios.

Hace algunos años, el Papa preguntó a quienes lo escuchaban si sabían el día de su bautismo, en realidad muy pocos dijeron que sí y el Papa les hizo ver que es una fecha que debemos tener presente en la mente y el corazón porque ese día nacimos a la vida de Dios; por lo tanto, es un acontecimiento más importante que tu cumpleaños porque el día de tu bautismo naciste para la eternidad.

Tú eres hijo de Dios por el bautismo. Desde que recibiste el agua en el nombre de la trinidad y te ungieron con el óleo santo y el santo crisma, eres templo del Espíritu Santo. Tu persona es sagrada y tienes una altísima dignidad pues fuiste rescatado del pecado y de la muerte por la sangre preciosa de Cristo derramada por ti en la cruz. Esto te compromete, como pide san Pablo en la lectura de hoy, a vivir de manera sobria, justa y fiel, a renunciar a una vida sin religión y a los deseos mundanos.

Si eres hijo de Dios debes vivir como tal, debes saber cuán grande es tu dignidad y debes cuidar que nada te prive de ser un digno hijo suyo. Hoy, dale gracias a Dios por haber recibido el maravilloso don del bautismo que te ha hecho su hijo y te ha abierto las puertas de la vida eterna.

Pídele que te ayude a vivir tu dignidad de cristiano evitando todo aquello que manche tu vida y te aparte de Dios.

Feliz domingo. ¡Dios te bendiga!

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