El bautismo nos hace predilectos de Dios

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el Domingo del Bautismo del Señor

Mons. Cristobal Ascencio García

Después de celebrar hace ocho días al Señor que se manifiesta, la Epifanía, hoy celebramos la fiesta del “Bautismo del Señor” y podemos decir que es su manifestación, Epifanía, solemne y oficial. Dios manifiesta la identidad de Jesús, con su proclamación: “Tú eres mi Hijo, el predilecto, en ti me complazco”.

El Evangelista Lucas, nos presenta a un pueblo que está en la espera de la entrada del Mesías. En espera de que la promesa de Dios se hiciera realidad. Podemos imaginar el deseo de ser liberados del yugo romano y de los caprichos del rey Herodes; de allí que, al darse cuenta que apareció el Bautista en el Jordán anunciando un bautismo de conversión, acuden a él, pensando que es el Mesías. Anhelan al Mesías que les conceda la libertad tan esperada.

Juan les dice claro, que él no es el Mesías. Es sincero, él no quiere usurpar un lugar y una misión que no son suyas; aclara que el Mesías que esperan viene detrás de él: Ya viene otro más poderoso que yo”. Juan es el precursor, es el que anuncia; pero viene el que bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. El bautismo que Juan imparte es con agua, es un bautismo externo que conduce a la conversión; el bautismo de Jesús será con fuego, ese fuego que no sólo calcina todas las maldades del ser humano, sino que también es el fuego del amor que lo impulsará a llevar adelante su misión evangelizadora.

En medio de la gente y con una actitud humilde, Jesús se acerca a recibir el bautismo, no porque necesitara bautizarse o expresar su conversión, sino que, recibe el bautismo en solidaridad de la humanidad. Vemos a un Jesús en medio de la gente, un Jesús insertado en la realidad que vive aquel pueblo, no es ajeno a los anhelos de sus paisanos. Jesús ha vivido en carne propia la opresión de los poderosos. Y en aquel ambiente Dios se manifiesta desde el cielo: Se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre Él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto, en ti me complazco”.

Dios Padre es pura cercanía, Jesús se siente amado por su Padre y desde esa experiencia de amor, se ve impulsado a solidarizarse, a hacerse cercano. Y así, impulsado por el Espíritu, inicia y cumple la misión del Anunciado por el profeta Isaías: viene a traer el derecho a los hombres, siendo alianza y luz para ellos y devolviendo la justicia, el orden perturbado que ha robado la dignidad a muchos hombres o que otras veces, el mismo hombre ha despreciado. Este Elegido, Amado del Padre, quiere una comunidad feliz, donde reine la justicia y la fraternidad. Va a realizar su misión de una manera muy peculiar, con un método y forma nunca vistos: sin gritar, sin vocear, sin romper la caña vacilante, sin apagar el pabilo ya casi sin luz. Se trata de un método de sencillez, sin violencia, sin pisotear, ayudando en las crisis y avivando la esperanza donde está ya casi perdida.

Además de la identidad de Jesús, aparece también en este Evangelio su procedencia.

Se terminan las expectativas, la espera ha llegado a su fin, el Salvador está presente.

Hermanos, es importante que valoremos el bautismo, ya que el bautismo nos hace hijos de Dios y también somos sus predilectos. Al hacernos hijos de Dios, hemos de vivir como hijos suyos; permitir que el Espíritu Santo guíe nuestras vidas como peregrinos de esperanza; que ese fuego borre nuestra inclinación al mal y caminemos unidos mostrando en actitudes lo que significa ser hijos de Dios. Es un gran compromiso que tenemos como cristianos.

En nuestra cultura actual, es sabido que la vivencia de la fe ha venido a menos y el impacto lo vemos en los sacramentos. El bautismo pareciera que es un asunto de costumbre o un pretexto para una fiesta social, ya que se solicita el sacramento y se trata de evitar cualquier compromiso. No olvidemos que por nuestro bautismo somos hijos de Dios, y es una gracia tan grande que, ojalá los papás soliciten el bautismo para que sus hijos participen de esa gracia que ellos ya poseen.

Hermanos, no permitamos que nuestros sacramentos terminen en ritos vacíos, que sean pretexto para fiestas paganas o borracheras que alejan del sentido religioso. Como bautizados, debemos mostrar con acciones nuestra adhesión a Dios, hemos de difundir la doctrina sobre el bautismo para que todos sepamos, qué es lo que significa ser bautizados. No nos quedemos con el bautismo de agua, dejemos que el fuego que nos ha traído Jesús, pulverice nuestros malos deseos, nuestros egoísmos y podamos vivir como verdaderos hijos de Dios.

Qué importante que este domingo podamos hacer nuestras renuncias a Satanás y profesar la FE que un día nuestros padres y padrinos profesaron en nuestro nombre. Que nuestras renuncias sean concretas, que pensemos: ¿a qué debo renunciar? Quizá a nuestros egoísmos, a nuestros resentimientos, a la avaricia, a la soberbia, etc. Y la profesión de fe, que nos lleve a reflexionar: ¿cómo es mi forma de creer? ¿cómo vivo la fe que profeso? Esta profesión de fe hagámosla de forma consciente, que sepamos: ¿a qué renuncio? y ¿en qué creo?

Por el bautismo pertenecemos a Cristo y esa pertenencia se debe expresar en nuestros actos. Nuestro bautismo implica: Una fe comprendida, una fe madura que lleve al compromiso; es un cierto modo de ser y de actuar, semejante al de Jesús.

Hermanos, estamos en el Jubileo de la Encarnación; es un año que nos invita a caminar juntos como bautizados, a mostrar con nuestras vidas que hemos recibido el bautismo de Jesús; ese bautismo que con su fuego pulverizó nuestros pecados y egoísmos; esa fuerza del Espíritu Santo que nos mueve para hacer el bien. Si seguimos con nuestros egoísmos, quiere decir que no estamos dejando actuar al Espíritu Santo en nosotros. Como cristianos lo que debemos creer, mostrémoslo con obras, tenemos la capacidad por la unción del Espíritu Santo, de ser hijos de Dios para poder amar, querer, sentir, ser justos como hijos muy amados del Padre.

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan
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