Dios sigue saliendo a nuestro encuentro

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el Domingo de la Epifanía del Señor

Mons. Cristobal Ascencio García

Celebramos hoy la Epifanía del Señor que significa “manifestación” y es que Dios es siempre epifanía. Dios no hizo y no hace más que manifestarse. Así como el 24 de diciembre se manifiesta a unos pastores que representan al pueblo elegido de Israel; ahora se manifiesta a unos paganos que vienen del oriente; su gran significado es que se manifiesta a toda la humanidad, porque la salvación de Dios no conoce limite. Su amor por la humanidad no conoce fronteras.

Veamos dos temas esenciales: La manifestación de Dios y la búsqueda del ser humano. Pero también veamos un error a evitar: quedarnos pasivos sin buscar.

1ª- La manifestación de Dios. Como podemos notar, es primero la iniciativa divina; los magos se ponen en camino, porque Dios se ha movido saliendo al encuentro. Sus pasos siempre se adelantan a los nuestros; primero surge la estrella y después se ponen en camino. Nosotros podemos encontrarlo, porque Él ha salido a buscarnos.

Dios se manifiesta a unos magos de oriente a través de una estrella, les indica quién ha nacido. Aquella estrella los guía, pero no les soluciona los problemas del camino. Siempre imaginamos una estrella en el firmamento, pero pudo ser que se encendió una estrella en su interior e intuyeron el nacimiento…este relato nos enmarca, que Dios no se deja conocer de los privilegiados, aquellos del pueblo elegido, ni por Herodes o sumos sacerdotes; ellos conocen las escrituras, saben dónde nacerá, de qué descendencia vendrá. Dios no elige los portales de los ricos o los palacios de los poderosos; Dios elige lo sencillo.

Notamos una paradoja: Dios elige manifestarse a los extraños; a aquellos alejados del pueblo de Dios; a aquellos que quizá desconocen las leyes judías. Pareciera que se oculta a los letrados y sabiondos del pueblo de Israel (escribas y fariseos).

2ª-La búsqueda del ser humano. Los magos, como los pastores, dejan lo que están haciendo y emprenden ese camino de búsqueda; un camino que no está exento de dificultades, de obstáculos. Ellos representan a los buscadores; a aquellos que miran el cielo y buscan señales, a aquellos que son capaces de tomar riesgos en su búsqueda. Los caminos no eran seguros, además, implicaba sacrificios, pero desean conocer al rey de los judíos. Inician una aventura, en medio de las inseguridades y sacrificios, un deseo arde en sus corazones. Su deseo es llegar a Jerusalén y participar de la gran fiesta en honor al rey de los judíos; pero encuentran ignorancia, apatía e indiferencia ante el acontecimiento.

No hay desánimo, son buscadores y lo que se busca, se encuentra, siguen buscando; en Belén encuentran lo buscado “un niño” en el cual reconocen al rey de los judíos, doblan sus rodillas y ofrecen sus regalos, regresaron por otro camino; con un corazón rebozando de alegría, sus esfuerzos y sacrificios valieron la pena.

3ª-La actitud pasiva. Uno de los grandes peligros que corremos como cristianos es, que tengamos la actitud de aquellos personajes de Jerusalén (Herodes, escribas y sumos sacerdotes). Que conocían con exactitud el lugar donde nacería el Mesías, de qué estirpe sería; pero estaban acomodados en sus ocupaciones y funciones, así que no pudieron ir a averiguar; fueron signos pasivos, como esas señales en las carreteras que indican una curva pero que están estáticas sin conocer la curva.

La estrella cumple su función de signo, pero los hombres no quieren ser signos de Cristo. Los escribas y sumos sacerdotes dieron una respuesta doctrinal, teórica, quizá muy exacta, pero una respuesta fría; sin experiencia. Que hermoso hubiera sido escuchar “es verdad, nosotros hemos ido, hemos estado con él, si gustan podemos llevarlos a su casa”. El mundo espera más de los cristianos; no sólo que seamos indicadores, que señalemos a Cristo; el mundo necesita de personas con una experiencia de vida; la doctrina ha dejado de convencer, se necesitan testigos.

Hermanos, no nos quedemos en que Dios se manifestó a unos desconocidos de oriente, esta fiesta debe llevarnos a una reflexión personal: ¿Dios cómo se me ha manifestado a mí? Dios sigue saliendo a nuestro encuentro y desea que no estemos estáticos, seguros en nuestros privilegios, desea que caminemos a su encuentro y que sepamos que ese camino no está exento de dificultades y desánimos; caminar al encuentro de Dios implica sacrificios y esfuerzos. Caminemos hacia esa experiencia con Jesús. Evitemos la pasividad, la comodidad. Jesús está vivo y desea que tengamos una experiencia de vida con él, para así poder ser signos de esperanza para los demás.

Estamos en el año jubilar de la Encarnación, que tiene como lema “peregrinos de esperanza”. Un peregrino es el que está de camino y se mueve por una esperanza. Jesús nos sigue invitando como Iglesia a que salgamos como aquellos magos a recorrer el camino de la fe, ese caminar en sinodalidad; caminar juntos. Caminamos con la misma esperanza; movidos por el mismo Espíritu; deseando alcanzar juntos la misma meta.

Hermanos, la figura de los Magos de Oriente encarna perfectamente la esencia de la vida cristiana, entendida como camino. Ellos se vuelven para nosotros en testimonio, ellos viajan de lejos, hasta descubrir una pequeña luz, que siguen para encontrar al Rey y Señor, una vez que lo encuentran se postran ante Él, lo adoran y se llenan de alegría, son transformados y regresan a su tierra por otro camino, con la seguridad de una presencia, con la fuerza de una vida y la alegría de un encuentro.

¿Qué tan dispuestos estamos para salir de nosotros mismos y recorrer ese camino de búsqueda, siendo peregrinos de esperanza?

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan
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