Me van a perdonar ustedes que no ponga citas bíblicas y magisteriales, pero dudo que este artículo contenga algo que vaya en contra de la fe de mis padres.
Creo que lo mejor que puede hacer cualquier ser humano es dar gloria a Dios. Creo también que lo más importante es salvarse, porque la eternidad es demasiado larga como para pasarla en el lugar equivocado. Precisamente el Señor Jesucristo vino para abrirnos la puerta de la salvación, y por ello entregó su vida en la cruz en sacrificio vicario por nuestros pecados. Sin embargo, esa salvación tiene una doble condición: conversión y perseverancia final.
Dado que los hombres no estamos inclinados a la conversión y la santidad, Dios nos hizo el enorme favor de poner a nuestra disposición su gracia. Por gracia pasamos primero a querer hacer el bien y luego a hacerlo. Y por gracia obtenemos el arrepentimiento y el perdón cuando no lo hacemos y pecamos.
Aquellos que enseñan que la gracia y la misericordia de Dios consisten en que Él perdona todo, consiente cualquier cosa y le da absolutamente igual como vivimos, son instrumentos perversos de condenación.
Por tanto,
- aquellos que ningunean la gravedad del pecado e incluso llegan a cometer la blasfemia de pretender que Dios lo bendice;
- aquellos que niegan la eficacia de la gracia para transformar a los hombres que viven en pecado en hombres que caminan, con mayor o menor dificultad, por la senda de la santidad;
- aquellos que convierten la gracia de Dios en semáforo verde para el libertinaje;
- aquellos que creen que la puerta estrecha hacia la salvación se puede agrandar….
Esos, estén donde estén y ocupen el lugar que ocupen, son siervos de Satanás, con el cual pasará el resto de la eternidad una vez mueran, si antes no se han arrepentido.
Es decir, hoy vivimos en la peor época de la historia; por supuesto, el Señor no se ha quedado sin testigos; sin embargo, qué pocos son frente a la gigantesca mies que contemplan nuestros ojos. Además, los pocos que hacen lo que hay que hacer, son señalados con el dedo del Acusador de los hermanos y de sus secuaces. No hace falta que escriba los insultos, los adjetivos que reciben. Ustedes los conocen bien.
Cristo, ven pronto.
Por LUIS FERNANDO PÉREZ BUSTAMANTE.
INFO CATÓLICA.