La cámara baja del Parlamento británico aprobó un proyecto de ley impío para matar a los enfermos. 330 diputados votaron a favor de la legalización del asesinato a petición, mientras que 275 votaron en contra. Curiosamente, muchos pseudoconservadores también apoyaron el asesinato legal.
Según las soluciones adoptadas por la Cámara de los Comunes, será posible matar a cualquier británico mayor de edad que padezca una enfermedad terminal. Si, en opinión de los médicos, el paciente moriría de todos modos dentro de seis meses, se permitirá matarlo si expresa tal deseo.
Tanto el Primer Ministro Keir Starmer, del Partido Laborista, como su predecesor, Rishi Sunak, del Partido Conservador, votaron a favor del proyecto de ley sobre el asesinato de los enfermos. Este último grupo incluía un total de 23 diputados que apoyaban la libertad de matar. 92 políticos de la formación se opusieron.
El paciente que va a ser asesinado debe poder tomar su propia decisión en este asunto, que debe ser aprobada por dos médicos y un juez.
El proyecto de ley aún debe pasar por las etapas restantes del proceso legislativo. Si esto sucede, Gran Bretaña se unirá al grupo de unos pocos países del mundo que permiten el asesinato de personas enfermas. Estos son: Australia, Bélgica, Canadá, Países Bajos, Nueva Zelanda y Suiza. Además, en varios estados de EU es posible que se produzcan asesinatos de personas enfermas.
En algunos casos, como en los Países Bajos o Canadá, no sólo mueren los enfermos terminales, sino también las personas que consideran que su calidad de vida es mala. Es posible matar incluso a una persona joven siempre que declare constantemente que sufre mentalmente.
Los comentaristas católicos ingleses sospechan que lo mismo ocurrirá en su país. Creo que las regulaciones aprobadas por la Cámara de los Comunes son sólo el comienzo, porque el lobby detrás del negocio de las matanzas presionará para que se realicen más cambios en la ley.
En el debate británico, la narrativa de la dignidad dominó del lado de quienes estaban a favor de matar a los enfermos. Se argumentó que la nueva legislación expresaría la autonomía moral de los ciudadanos británicos. La posibilidad de ser asesinado por el Estado en caso de enfermedad grave sería «esencial para la dignidad humana», afirmó, por ejemplo, el partidario de la eutanasia, Lord Sumption.
La Iglesia Católica y la Comunión Anglicana protestaron contra el acto. Sin embargo, en una sociedad predominantemente no religiosa, esta voz no fue escuchada fácilmente.
LONDRES, INGLTERRA.
CatholicHerald/PCh24.
