Muchas veces Dios permite pruebas muy difíciles y parece esconderse por completo por un motivo muy concreto: para que nos acordemos de invocarlo. Pero también por otra razón: para que entendamos que la única fuerza es la suya. Que por mucho que podamos trabajar duro (y debemos hacerlo), por mucho que nos equipemos y trabajemos (y debemos hacerlo), es Él y sólo Él quien nos da la fuerza para que nosotros también podamos hacer esto.
Hay algunas palabras de san José Moscati que son verdaderamente esclarecedoras a este respecto. Dice esto:
Cualesquiera que sean los acontecimientos, recordad dos cosas: Dios no abandona a nadie. Cuanto más te sientas solo, abandonado, denostado, incomprendido y más cerca te sientas de sucumbir bajo el peso de una grave injusticia, tendrás la sensación de una fuerza arcana infinita que te sostiene y te hace capaz de buenas y viriles intenciones. ., de cuyo poder os maravillaréis cuando volváis a la paz. Y esta fuerza es Dios”.
Pero para que esto suceda es necesario ser inteligente. “Inteligente” en el verdadero sentido del término. Es decir, saber “leer por dentro” las cosas. De saber comprender que nuestra vida no es una loca aventura en un caos inextricable, sino un camino orientado y vivido en compañía de Quien nos ha querido y pensado desde la eternidad.
CORRADO GNERRE.
ITRESENTIERO