Decide… ¿A quién quieres como rey?

Pbro. Hugo Valdemar Romero
Pbro. Hugo Valdemar Romero

En este domingo, la Iglesia celebra la solemnidad de Jesucristo, rey del universo, y con esta fiesta terminamos el año litúrgico. La próxima semana iniciaremos un nuevo año con el primero de cuatro domingos del tiempo de adviento que prepara la celebración de la Navidad. Así pues, la Iglesia cierra el año litúrgico celebrando el reinado de Jesús.

Pero, ¿Qué es un rey? Hoy, en una sociedad democrática donde elegimos a nuestros gobernantes, la figura del rey está en desuso. Quedan aún unos cuantos países que tienen monarquías, pero por cierto muy limitadas. Los reyes vienen a ser más bien figuras simbólicas, pero en los tiempos de Jesús no había más modo de gobierno que los reinados.

Un rey es quien gobierna a sus súbditos en un determinado territorio. En su sola persona se concentran todos los poderes, él ejecuta, él hace las leyes y él juzga; él manda y ellos obedecen, él los cuida y protege y ellos se someten a su soberanía.

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús en el pretorio donde viene interrogado por Pilato. Le pregunta, ¿Tú eres rey? La respuesta era de vida o muerte porque los enemigos del Señor lo acusaban de que se había autonombrado rey y nadie podía hacer algo así sin el consentimiento del emperador romano, pues si tal hiciera, significaba que era enemigo del imperio y como castigo le esperaba la muerte.

Jesús no se amedrenta y declara: “Sí soy rey. Para eso he nacido, para ser testigo de la verdad”. Jesús pudo haber escapado de la muerte negando que era rey, pero antepone la verdad a su propia vida pues, efectivamente, él es rey, pero no de este mundo ni como los reyes de este mundo que oprimen y se sirven de los demás.

Él es rey porque da la vida por los suyos, por quienes lo aceptan como rey y deciden libremente estar bajo su reinado. Si le dices a Jesús que él es rey, entonces aceptas su señorío sobre tu vida, es decir, decides libremente escucharlo y hacer lo que él te pide, entiendes que la fe no es tanto una creencia, sino una obediencia. Jesús dijo: “Si me aman cumplirán mis mandatos y harán lo que yo les digo”.  Y sus mandatos no son para provecho de él, sino para que tú tengas vida.

Cuando no aceptas el reinado de Jesús entonces, sin saber, aceptas otro reinado, el de Satanás, que es el reino del egoísmo. la maldad, la crueldad, los vicios, la impureza, el pecado, la mentira y todo lo que, al final, nos lleva a la destrucción, mientras que el reinado de Jesús es de verdad, de justicia, de vida, de paz, de gracia y de amor.

Decide, pues, a quién quieres como rey, ¿a Jesús o al demonio? Uno te sirve y te da la vida, el otro se sirve de ti y te quita la vida.

“Señor Jesús, ven a reinar en mi corazón, en mi vida y mi familia. Ven y reina en mi nación. No permitas que sirva a otros señores. Líbrame del dominio del maligno, de su reino de maldad y destrucción e invítame a entrar en tu reino que es de verdad, paz, justicia y alegría en el Espíritu Santo. Feliz domingo. ¡Dios te bendiga!

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