En el marco del 19 aniversario de la beatificación de los mártires de Cristo Rey, el 20 de noviembre de 2005 en el que 13 mártires fueron elevados a los altares, la diócesis de Veracruz encabezada por el obispo Carlos Briseño Arch, difundió el cortometraje animado “Ángel Darío, mártir de Veracruz”, sobre la vida del beato veracruzano, el padre Ángel Darío Acosta Zurita, asesinado por militares al interior de la parroquia de la Asunción, actual catedral de Veracruz, el 25 de julio de 1931.
La diócesis de Veracruz busca impulsar la devoción y canonización del sacerdote. El obispo Carlos Briseño Arch destacó las cualidades del primer mártir veracruzano como testigo de la fe.
En rueda de medios, el padre Ismael Villegas, historiador de la diócesis de Veracruz, compartió algunos aspectos del video producido por el Centro Católico Multimedial, dirigido por el padre Omar Sotelo Aguilar.
De acuerdo con el historiador, al momento del asesinato del padre Darío, cuatro niños se encontraban en el templo, ellos, posteriormente, se ordenarían al sacerdocio en virtud del testimonio de fe del mártir veracruzano: “Las edades están entre siete y once años… históricamente está comprobada su residencia aquí (en Veracruz). Es para nosotros, como sacerdotes y el obispo, saber que un mártir da frutos, no sólo cristianos sino en la vida vocacional. Por eso se ha querido presentar este video para seguir promocionando su devoción porque nos hace falta un milagro y, con este video, se pretende difundir más la devoción por el padre Darío y que las personas tengan un intercesor no solamente en Veracruz, sino en el mundo…”
Las autoridades de la Iglesia veracruzana también manifestaron que se requiere del milagro que permita al beato ascender a la gloria de los altares para su culto universal como santo. Se reconoce que, aunque muchas personas han recibido favores por su intercesión, no se cuenta con documentación médica o expedientes que avalen un favor sobrenatural que sea considerado como milagro.
Aunque no se ha confirmado milagro alguno, se tiene la confianza de que el video producido por el Centro Católico Multimedial suscite el conocimiento del martirio del padre Ángel Darío y su testimonio de vida cristiana.
La hagiografía publicada por la arquidiócesis de Guadalajara señala sobre el mártir: Ángel Darío Acosta Zurita Presbítero de la Diócesis de Veracruz, nació en Naolinco, Veracruz, el 13 de diciembre de 1908. Quedó huérfano de padre y su joven madre tuvo que hacer frente a la situación de extrema pobreza en que quedó. Darío la ayudó en el sostén de sus cuatro hermanos.
Después de algunas dificultades ingresó al Seminario y se ganó la simpatía de sus superiores y condiscípulos, por su carácter caritativo, su dedicación al estudio y sólida piedad. Tenía fama de ser un excelente deportista, le gustaba mucho el futbol y fue capitán del equipo por varios años. Tenía un carácter bondadoso y servicial.
Fue ordenado sacerdote el 25 de abril de 1931. Con honda emoción, cantó su primera Misa el día 24 de mayo, en la ciudad de Veracruz. Fue notable para la gente su fervor y bondad, su preocupación por la catequesis infantil y su dedicación al Sacramento de la Reconciliación. En sus primeras predicaciones llegó a expresar: “La Cruz es nuestra fortaleza en la vida, nuestro consuelo en la muerte, nuestra gloria en la eternidad. Haciendo todo por amor a Cristo crucificado, todo se nos hará más fácil. Si El sufrió tanto por nosotros en ella, es preciso que también nosotros suframos por El”.
En el Estado de Veracruz se promulgó el decreto 197 llamado “Ley Tejeda”, referente a la reducción de los sacerdotes en el Estado, para terminar con el “fanatismo del pueblo”, como dijo el gobernador, Alberto Tejeda y amenazó con la muerte a quienes no se sometieran. Fue enviada una carta a cada sacerdote, exigiéndoles el cumplimiento de esa ley (al P. Darío le correspondió el numero 759), y él recibió el 21 de julio. El P. Darío era consciente del peligro que corría su vida, sin embargo, manifestó en todo momento una gran tranquilidad y una serena alegría.
El sábado 25 de julio de 1931 era la fecha establecida por el gobernador para que entrara en vigor la inicua ley. Era un día lluvioso y en la parroquia de la Asunción todo transcurría normalmente. Las naves del templo estaban repletas de niños que habían llegado de todos los centros de catecismo, acompañados por sus catequistas. Había también un gran número de adultos esperando recibir el sacramento de la reconciliación.
Eran las 6:10 de la tarde cuando varios hombres vestidos con gabardinas militares entraron simultáneamente por las tres puertas del templo, y sin previo aviso comenzaron a disparar contra los sacerdotes. (El padre Landa fue gravemente herido, el padre Rosas se libró milagrosamente, al protegerse en el púlpito). Todo era confusión y caos, gritería de niños y de las personas mayores que, de manera atropellada, trataban de refugiarse bajo las bancas o corrían buscando la puerta de salida. El P. Darío, que acababa de salir del bautisterio, cayó acribillado por las balas asesinas, bañado en su propia sangre, cayó muerto instantáneamente, alcanzando a exclamar: “Jesús”.
Su obispo, Rafael Guízar Valencia escribió ese día: “En estos momentos, cuando lloro herido por la espada de dolor por tan enormes crímenes, los ángeles del Cielo reciben el alma de este mártir con grande alegría para colocarlo entre los héroes del cristianismo”.
“Ángel Darío, mártir de Veracruz”, producido por el Centro Católico Multimedial, puede ser visto aquí.