¿Conoces el prodigio de la rosa del Padre Pío?

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En la Verdad Católica no sólo encontramos grandes maravillas , sino también pequeños signos (en realidad son sólo aparentemente pequeños) que, por el contrario, tienen un gran significado y dan mucho consuelo a quienes se benefician de ellos. Por otro lado, esto no debería sorprender: el Dios católico (el único Dios verdadero) acompaña la historia tanto en la grandeza como en la pequeñez… y a veces una simple rosa puede decir mucho.

El Padre Tarcisio da Cervinara cuenta en su  «Padre Pío y la Virgen» : 

El 20 de septiembre de 1968, con motivo del 50° aniversario de la impresión de los estigmas visibles en la carne del Padre, un napolitano ofreció al Padre Pío un ramo de rosas rojas.  

El estigmatizado de Gargano, visiblemente conmovido, tomó una rosa de aquel paquete, la puso en las manos de aquel corazón bondadoso y le dijo:

¡Trae esta rosa para mí a la Virgen de Pompeya!’.  

El afortunado donante quedó encantado con el encargo recibido. Llevó la rosa a Pompeya. Pidió a una monja del santuario que colocara la rosa enviada por el Padre Pío delante del cuadro de la Virgen.  

La monja, al oír ese nombre, con ferviente piedad insertó aquella flor entre las otras que estaban ante María.

El 23 de septiembre, cuando el Serafín de Pietrelcina ya había volado al cielo, la monja, mientras retiraba las flores ante la Virgen, observó que, mientras todas las demás se habían marchitado, la rosa del Padre Pío todavía estaba fresca, fragante, fragante: sin embargo, había regresado, cerrándose de nuevo, en un dulce y gracioso capullo.

Una señal que nos dio el Cielo para indicar que ese capullo se había abierto en el templo de arriba para permanecer de color rosa imperecedero ante el trono celestial de María.

Por CORRADO GNERRE.

itresentieri.

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