Desorden en la Iglesia, creado desde el Vaticano por el cardenal argentino Fernández

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A las puertas de que se cumpla el primer año de la controvertida Fiducia supplicans, el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe podría tener un as bajo la manga para tratar de contentar a las demandantes del diaconado femenino que buscan clericalizar a las mujeres.

Fiducia supplicans, el documento del cardenal Víctor Manuel Fernández que permitió las bendiciones a las parejas irregulares o del mismo sexo, supuso una hecatombe en el seno de la Iglesia. Por primera vez en décadas, vimos a multitud de conferencias episcopales, cardenales, obispos, sacerdotes y laicos oponerse al unísono a esta declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Hay quienes tildaron el documento de «confuso» o «ambiguo». Otros fueron más allá y tacharon directamente la declaración de herética.

La confusión y el caos que produjo Fiducia supplicans fue de tal calibre, que a los pocos días el cardenal Fernández tuvo que emitir una nota aclaratoria para tratar de explicar el documento en un contexto más amplio. Tucho Fernández defendió su documento enfatizando en el concepto ‘desarrollo doctrinal’ sobre las bendiciones. «La Declaración contiene la propuesta de breves y simples bendiciones pastorales (no litúrgicas ni ritualizadas) a parejas (no a las uniones) irregulares, entendiendo que son bendiciones sin forma litúrgica que no aprueban ni justifican la situación en que se encuentran esas personas», dijo el purpurado argentino.

El propio Fernández incidió en que «la verdadera novedad de esta Declaración, aquello que requiere un generoso esfuerzo de recepción y donde nadie debería declararse excluido, no es la posibilidad de bendecir parejas irregulares. Es la invitación a distinguir entre dos formas diferentes de bendiciones: “litúrgicas o ritualizadas” y “espontáneas o pastorales”. En la Presentación se explica claramente que “el valor de este documento es ofrecer una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones, que permite ampliar y enriquecer la comprensión clásica de las bendiciones estrechamente vinculada a una perspectiva litúrgica”. Esta “reflexión teológica, basada en la visión pastoral del Papa Francisco, implica un verdadero desarrollo de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia”».

Es decir, el prefecto para la Doctrina de la Fe propuso una ampliación conceptual de lo que la Iglesia entiende por una bendición añadiendo una nueva vertiente de contenido más ‘pastoral’. En cualquier caso, en la práctica se puede considerar que se trata de un tipo de bendición de menor rango que las bendiciones litúrgicas. De esto fueron conscientes los más ultraprogresistas que vieron como este tipo de bendición era incluso inferior a la de bendecir una casa, objeto o animales.

¿Veremos un nuevo ‘desarrollo de la doctrina’?

Visto los antecedentes con las bendiciones a parejas homosexuales, no sería descabellado pensar que el cardenal Fernández se saque de la manga algún otro documento que traiga otro «desarrollo de la doctrina» orientado en esta dirección para tratar de contentar mínimamente a quienes piden más poder para la mujer en la Iglesia, pero sin llegar nunca a contradecir explícitamente importantes documentos magisteriales de otros Papas o la propia Tradición de la Iglesia.

Aunque durante estos últimos días del Sínodo el cardenal Víctor Manuel Fernández ha ido modulando sus comentarios sobre el diaconado femenino, lo cierto es que él mismo dijo en enero de este año en una entrevista con el diario alemán Die Tagespot ya descartó que pudiera llegar algún día la posibilidad del sacerdocio femenino en la Iglesia. En ese sentido, el Papa Francisco también ha sido tajante sobre esta cuestión en varias de las entrevistas concedidas a lo largo de este año.

Ante la cansina insistencia de algunos lobistas sinodales por esta cuestión, el prefecto para la Doctrina de la Fe accedió esta semana a mantener un encuentro con los miembros del Sínodo sobre los trabajos del «Grupo 5», en donde explicó que el hecho de no considerar «madura» la decisión sobre el diaconado femenino no significaba cerrar la posibilidad.

En ese encuentro, el cardenal Víctor Manuel Fernández explicó cómo todo su Dicasterio -al que se encomendó específicamente esta tarea incluso antes del Sínodo- está empeñado en profundizar en el tema del papel de la mujer y en explorar nuevas posibilidades de ministerios dedicados a ellas. El purpurado argentino evita centrarse en la cuestión específica del diaconado femenino pero de sus palabras podemos entender que en su Dicasterio ya piensan en alguna fórmula novedosa al estilo Fiducia supplicans que pueda contentar en algo las insaciables y antievangélicas demandas de estos grupos de presión.

El objeto fundamental del grupo, explicó el cardenal, es el papel de la mujer en la Iglesia, no específicamente la posibilidad del diaconado femenino, sobre el que sigue trabajando la comisión presidida por el cardenal Giuseppe Petrocchi. Fernández dijo que las mujeres quieren ser escuchadas y valoradas: piden tener autoridad y desarrollar sus carismas y capacidades, pero la mayoría de ellas no piden el diaconado, es decir, no piden ser «clericalizadas».

Aunque Tucho Fernández despejó a córner al abordar el tema del ministerio ordenado, sí dejó un dato importante que puede dar pistas sobre donde pueden ir los tiros. «Si resulta que en el pasado las mujeres predicaban durante la celebración de la Eucaristía o ejercían el poder sin haber sido ordenadas diáconos, ¿tiene esto menos valor?», dijo el cardenal. ¿Se atreverá el cardenal a abrir el melón de inventar un nuevo cargo eclesial orientado a la predicación al que también puedan acceder las mujeres desde su condición laical?

De todos modos, el prefecto para la Doctrina de la Fe (que parece más centrado en buscar desarrollos de la fe más que en custodiarla y preservarla) tampoco quiso pillarse los dedos con el tema del diaconado femenino. En el citado encuentro con varios delegados sinodales, el cardenal subrayó: decir que «no está madura una decisión sobre el diaconado» no significa que Francisco quiera cerrar el tema, sino seguir estudiando, dado que las conclusiones de los trabajos de la comisión no son unívocas y hay historiadores que afirman que en el pasado hubo casos de mujeres ordenadas diaconisas, otros historiadores que afirman que fue una bendición y no una verdadera ordenación.

El tema aún no está maduro pero tanto el Papa Francisco como el cardenal Víctor Manuel Fernández parecen estar convencidos en dar pasos hacia adelante (o mejor dicho hacia la izquierda) en todo aquello que concierne al papel de la mujer dentro de la Iglesia. Evidentemente hay avances que sí son positivos como su entrada al igual que la de cualquier hombre en organismos que se requiera la presencia de un profesional indistintamente de su sexo. Caso aparte son las demandas de corte protestante que proponen un reducidísimo grupo, pero que hacen mucho ruido.

Por Javier Arias.

Sábado 26 de octubre de 2024.

InfoVaticana.

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