* San Juan Pablo II pronunció estas palabras en privado, aunque luego las hizo públicas al escribir su primera encíclica para explicar la centralidad de Cristo.
Muchos de nosotros conocemos la imagen de un jovial San Juan Pablo II en el balcón de la Basílica de San Pedro, saludando a los fieles en la noche de su elección.
Sus primeras palabras públicas alabaron a Dios y expresaron su confianza en la Santísima Madre :
Alabado sea Jesucristo.
Queridos hermanos y hermanas:
Estamos todos todavía afligidos por la muerte de nuestro amado Papa Juan Pablo I. Y aquí los Eminentes Cardenales han llamado a un nuevo obispo de Roma. Lo han llamado desde un país lejano… lejano, pero siempre tan cercano para la comunión en la fe y la tradición cristiana. Tuve miedo de recibir este nombramiento, pero lo hice con espíritu de obediencia a Nuestro Señor Jesucristo y con total confianza hacia su Madre, la Santísima Virgen.
Antes de este breve discurso, San Juan Pablo II tuvo que pronunciar sus primeras palabras como Papa en privado, antes de salir al balcón.
Primeras palabras como Papa
San Juan Pablo II reveló sus «primeras palabras» como Papa en su primera encíclica, Redemptor Hominis :
Fue a Cristo Redentor a quien se dirigieron mis sentimientos y mis pensamientos el 16 de octubre del año pasado, cuando, después de la elección canónica, me preguntaron: «¿Aceptas?». Respondí entonces: » Con obediencia en la fe a Cristo, mi Señor, y con confianza en la Madre de Cristo y de la Iglesia, a pesar de las grandes dificultades, acepto «.
Luego continúa explicando por qué sacó a la luz estas palabras en su encíclica:
Hoy deseo dar a conocer públicamente a todos sin exclusión esa respuesta, mostrando así que existe un vínculo entre la primera verdad fundamental de la Encarnación , ya mencionada, y el ministerio que, con la aceptación de mi elección como Obispo de Roma y Sucesor del Apóstol Pedro, se ha convertido en mi deber específico en su Sede.
San Juan Pablo II comenzó su pontificado con un espíritu de humildad , aceptando la voluntad de Dios para él y para la Iglesia, confiando en que la mano divina de Dios guiaba todo.
DOMINGO 20 DE OCTUBRE DE 2024.