La determinación que asuman jueces mexicanos en el caso de una religiosa abusada espiritual y sexualmente por dos sacerdotes, puede convertirse en un grave antecedentes para cualquier mujer que en este país se atreva a denunciar agresiones sexuales en su contra: ser considerada como desequilibrada mental.
Pero más grave aún desde el punto de vista religioso: presentar para que testimonie en contra de la religiosa al sacerdote que en Confesión sacramental fue enterado por la entonces menor de edad (15 años) del abuso del que fue víctima, abre la puerta para que en México se vulnere el secreto de confesión y se resquebraje la confianza en los sacerdotes.
A la luz de lo expuesto, el caso que hoy se ventila en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, adquiere relevancia extraordinaria. Trascendencia que rebasa las fronteras.
Tratamiento psicológico, convertido en arma contra la víctima
No hay mujer que haya sufrido una violación que no presente alteraciones emocionales posteriores al hecho.
El estrés postraumático es un fenómeno mundialmente reconocido, que no es puesto en duda por ningún profesional de la salud. Especialmente en el campo eclesiástico: religiosas que han sufrido abuso sexual por parte de sacerdotes, requieren atención psicológica consistente, dado que no solo han sido objeto de «uso» físico, sino que por sobre todo han visto resquebrajado su proyecto de vida de entrega total y absoluta a Dios.
Su consagración al Señor queda resquebrajada por los abusadores y, lógicamente, las religiosas abusadas enfrentan un shock doble: el de su matrimonio espiritual con Dios, y el de haber sido violadas por uno o varios sacerdotes.
En el caso de la religiosa mexicana cuyo caso hoy se ventila en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, acudió a la asesoría profesional en el ámbito psicológico mucho tiempo después de lo sufrido. Y como era de esperarse, las evaluaciones han mostrado efectos emocionales en ella. Pero lejos de ser considerados como una consecuencia natural de los abusos de que fue víctima (por primera vez cuando apenas tenía 15 años de edad), ahora son utilizados por el defensor legal de uno de los sacerdotes, para convertirlos en causa, en origen. Es decir, para el abogado del presunto abusador, el hecho de que la víctima presente alteraciones emocionales, es lo que la lleva a acusar a los sacerdotes.
En otras palabras, bajo este criterio, entonces todas las mujeres que sufren alteraciones emocionales después de su violación, pueden ser acusadas de culpar a sus abusadores a consecuencia de sus alteraciones emocionales que presentan.
¿Cómo es posible sostener tal argumento, si la víctima mantuvo 25 años de vida religiosa institucional y no fue impedida por ninguno de sus superiores para incluso realizar sus promesas definitivas?
(La primera violación fue perpetrada cuando la víctima tenía 15 años de edad, en el Estado de México, y la segunda en su adultez, en Tuxtla Gutiérrez)
Si la condición inestable que hoy se alega hubiera existido de larga data, es evidente que no hubiera sido aceptada en la Congregación, por un lado, o hubiera sido retirada de la misma al mostrar una conducta tóxica.
Curiosa, significativamente, religiosos que fueron puestos en alerta por la víctima, son ahora sus acusadores.
- El llamado «Padre Joba«, vicario de pastoral de la arquidiócesis de Tuxtla.
- El llamado «Padre Mendoza«, ex párroco de la Inmaculada, y a quien la religiosa precisamente en confesión denunció la agresión de que fue víctima por parte del «Padre Teco».
- El llamado «Padre Rayito«, juez de la curia de la misma Diócesis de Tuxtla Gutiérrez, quien conoció la causa penal canónica.
- El llamado «Padre Palomo«, canciller de la arquidiócesis de Tuxtla. y quien extendió documento en favor del sacerdote ahora en prisión.
La cita judicial es para hoy lunes, a las 13 horas, en el juzgado de control de Cintalapa el Amate sala F, y la causa penal es la 08/2024,
Habrá que estar pendientes.
TUXTLA GUTIÉREZ, CHISPAS.
LUNES 14 DE OCTUBRE DE 2024.