El santo rosario ha sido esencial en mi formación espiritual, a través del cual se acentuó la parte emotiva y el aroma maternal de mi fe cristiana. Su bondad, sencillez e intimidad han hecho posible que no sucumba a los encantos de la modernidad, tratando de buscar medios más novedosos, vistosos y sofisticados en la vida espiritual.
El santo rosario no solo me llevaba a conocer cada vez más a Dios y a profundizar mi fe católica, sino que también me hacía disfrutar de esos momentos de oración que se vivían con el sello de María, la mujer del silencio más elocuente.
Sentía que el santo rosario nos capacitaba para no dejar de sentir el asombro por las cosas de Dios, despertando toda nuestra sensibilidad para estar más atentos a las manifestaciones del Señor.
Cuando me sentía distraído y no tenía palabras propias para compartirlas con el Señor, tenía el santo rosario el cual hacía posible que esos momentos no fueran tiempo perdido. El santo rosario despertaba mi sensibilidad y me confiaba palabras sagradas para confirmar mi cariño al Señor.
De esta forma fui percibiendo que el rosario es una oración para todos los momentos. Caben en él toda clase de sentimientos. Si se trataba de dar gracias, ahí estaba el rosario; si había una necesidad, ahí estaba el rosario; si se presentaba una aflicción, ahí estaba el santo rosario; y hasta en los momentos más tristes, sobre todo en la muerte de un ser querido, ahí estaba el santo rosario.
En los momentos más difíciles y cuando ante la muerte no se puede decir nada -porque solo quedan las lágrimas, la soledad y un nudo en la garganta-, el rosario ponía palabras en nuestra boca y sentimientos en nuestro corazón, probando la dulzura y el consuelo en los momentos más amargos de la vida.
¿Qué sería de nuestros duelos si no existiera el rosario? ¿Cómo se afrontaría la muerte de un ser querido si no tuviéramos en la mano el santo rosario? ¿Cómo viviríamos esos momentos delicados si no fluyeran esas palabras benditas que le dirigimos a María, al estar bloqueados y no tener nada propio qué decir?
El rosario es una cadena que no solo une la tierra con el cielo, sino que también nos une estrechamente al Señor en cualquier circunstancia que pasemos. Decía Santa Teresita del Niño Jesús: “Con el Rosario se puede alcanzar todo. Según una graciosa comparación, es una larga cadena que une el Cielo y la tierra, uno de cuyos extremos está en nuestras manos y el otro en las de la Santísima Virgen”.
Ahora el santo rosario no solo me gusta, sino que se ha convertido en algo necesario e imprescindible. Aunque he ido consolidando mi relación con Dios y aprendiendo la riqueza de la vida espiritual, el rosario sigue siendo algo primordial.
El rosario es la oración de la gente sencilla, de los que están sedientos de Dios, de los que quieren crecer en la intimidad con el Señor, de los que no quieren impresionar a Dios con sus discursos. El Cardenal Albino Luciani señalaba:
“No entiendo de contemplación. Me quedo con la sencilla oración, la humilde, la de las almas sencillas. Cierta pobre gente no ha aprendido a meditar, pero dice bien las oraciones, con el corazón, las oraciones vocales. Santa Bernadette es santa sólo por esto. Rezaba bien el rosario, obedecía a su madre”.
Bastaba a Santa Bernardita Soubirous el rezo del santo rosario para entrar en relación con Dios, como ella misma lo dice: “Yo no hice estudios y soy muy ignorante, pero sé rezar mi Rosario y con él logro comunicarme con Nuestro Señor y con la Virgen Santísima”.
El rosario es una cuestión de amor que sale del corazón. Por eso, cuando se critica con aires de superioridad e insolencia que el rosario es aburrido, mecánico y repetitivo habría que señalar que con el rosario podemos ofrecer algo por amor a María.
El rosario que rezamos por distintas situaciones, en definitiva, siempre es para ella, aunque como siempre pasa en las cosas de Dios, el beneficio mayor sea para nosotros. Si alguna vez reaccionas así y descalificas el rosario porque es repetitivo, piensa que es para tu madre, que es para María.
En otros momentos de la vida a tu madre le regalas lo que le gusta a ella, no lo que te gusta a ti. Quieres verla contenta, quieres sorprenderla y por eso piensas en lo que más puede provocarle alegría. Intentas hacer todo lo posible para que no le falte nada y lo que nunca puede faltarle es tu confesión de amor y tus detalles.
A María le gusta el rosario. Sorpréndela regalándole lo que más le gusta, teniendo en cuenta que el mayor beneficio será para ti. Hasta en la vida espiritual hay que cambiar la mentalidad materialista: haz oración no sólo por el placer que experimentes, sino por el amor que puedes expresar a Dios y a María.
En su cumpleaños y en otros momentos importantes de la vida se le regala a la madre lo que más le gusta. El regalo no es para ti, sino para ella. A una madre que le digas cincuenta veces que la quieres no le cansa. Y es lo hacemos tomando prestadas las palabras del evangelio. Por mucho que yo sea elocuente para decirle algo, jamás mis palabras alcanzarán la altura, la anchura y la profundidad de esas palabras que le dijeron a María el Ángel y Santa Isabel.
El hermano Carlo Carreto, eremita, que pasó gran parte de su vida en el desierto del Sahara, comenta sobre el santo rosario: “Lo propio del amor es repetirse con palabras sencillas y cálidas. Así que, si usted siente la necesidad de alimentar sus oraciones con textos bíblicos, hágalo. Pero si se da cuenta de que encuentra paz y alegría rezando el Rosario, adentrándose en una oración rítmica y repetitiva, disfrútelo.
Recuerde esto: si logra rezar el Rosario en su totalidad sin tener que preocuparse de pensar, sino sólo para sentirse feliz cerca de la Madre de Jesús, regocíjese, porque sin duda está bajo la acción del Espíritu y es lo único que cuenta cuando oramos…
Para aquel que no entiende la vida espiritual, la oración del Rosario es sinónimo de algo mecánico, estúpido, inútil. Para quien es ‘espiritual’, para quien avanza en el camino de la oración, el Rosario es la forma más sencilla de ayudarse a vivir de manera concreta en la oración. Yo no tengo miedo de afirmar que quien se siente a gusto rezando el Rosario es un contemplativo, o seguramente avanza sobre el camino de la contemplación. Por lo tanto, tenga cuidado de no denigrar lo que no conoce”.
Así pues, cuando te digan que el rosario es repetitivo y monótono recuérdales que el atleta repite constantemente sus ejercicios para lograr la excelencia; que el artista ensaya cientos de veces para alcanzar la belleza de su voz; que se hace siempre el mismo trabajo para procurarse un sustento digno; que las enamorados no cuentan las innumerables veces que se confiesan su amor; y que los padres repiten con amor la misma rutina para que los hijos se sientan amados y tengan lo necesario.
Con la belleza de los versos, Enrique Menéndez y Pelayo se refiere a esta misma cuestión en su poema Al Rosario:
Tú,.. que esta amable devoción supones
monótona y cansada, y no la rezas,
porque siempre repite iguales sones,
tú no entiendes de amores y tristezas:
¿Qué pobre se cansó de pedir dones?
¿Qué enamorado de decir ternezas?
En la infancia nuestra iniciación cristiana consistió en aprender a decir oraciones, como la avemaría, el padrenuestro, etc. Cronológicamente fueron nuestras primeras nociones de cristianismo y se convirtieron en algo muy familiar, en las palabras que mejor sabemos y que se sienten en el corazón. Fueron nuestras primeras palabras cristianas y quizá serán las últimas, cuando llegue el momento de regresar al Padre.