Amy Coney Barrett, nueva jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos

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Todos los senadores republicanos votaron a favor de Barrett salvo Susan Collins, senadora por Maine, quien se enfrenta a la posiblidad de no ser reelegida en las próximas elecciones de noviembre ya que está en un estado predominantemente demócrata.

Barrett se convierte en el tercer nombramiento de Donald Trump para el máximo tribunal en sus cuatro años de mandato, tras Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh. Ello supone que, independientemente de si obtiene la reelección, Trump se ha convertido ya de hecho en el presidente que más huella va a dejar en el futuro de Estados Unidos a nivel del poder judicial.

La elección de esta mujer católica practicante, madre de familia numerosa, puede resultar fundamental para que la Corte Suprema de Estados Unidos dé un giro a favor de los principios religiosos, especialmente los cristianos, que configuraron la nación norteamericana. Barrett ha declarado la gran influencia que tuvo sobre ella el magistrado Antonin Scalia, quien fuera magistrado del Supremo estadounidense, también católico, cuyo legado recae ahora en sus manos. No en vano, la principal multinacional abortista del país, hizo campaña en contra de su confirmación.

La nueva jueza de la Corte Suprema es partidaria de interpretar la Constitución conforme a la intención original de aquellos que la redactaron, evitando así que el texto constitucional se vea afectado por las modas ideológicas de cada momento.

Con información de InfoCatólica

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