+ Los puntos críticos del Sínodo sobre la sinodalidad: el método para promover cambios contrarios a la enseñanza de la Iglesia, las nuevas prácticas, la confusión sobre el Espíritu Santo y…los nuevos «pecados». Estos son los temas del vídeo encuentro con Stefano Fontana
- ¿Qué deberíamos entender concretamente por “sinodalidad”?
- ¿Cuáles son sus puntos críticos?
- ¿Cuál es el origen de los nuevos «pecados» inventados con vistas a esta segunda sesión del Sínodo sobre la sinodalidad?
Sobre estos y otros temas se desarrolló ayer la retransmisión en directo del viernes della Bussola , titulada «La Babel sinodal» y conducida por Stefano Chiappalone. El invitado: el director del Observatorio Van Thuan, Stefano Fontana, un nombre muy conocido para los lectores de nuestro periódico.
« Una mecha encendida en el seno de la Iglesia »
Así define Fontana el proceso sinodal en curso, recordando, en resumen, algunos de los principales puntos críticos de este Sínodo, ya evidentes en la sesión del año pasado (octubre de 2023).
- En primer lugar, el concepto mismo de sinodalidad «no está teológicamente clarificado». Su definición debe surgir, en las intenciones de sus promotores, durante o después del proceso sinodal. Pero este proceso, desde el principio, rompe con la tradición de la Iglesia, como recuerda Fontana:
No hay relación entre el Sínodo concebido por Pablo VI y este nuevo Sínodo. Basta pensar en el hecho de que también los laicos participan en este nuevo Sínodo».
- A esta transformación está ligada otra transformación , a saber, «una concepción del Pueblo de Dios demasiado horizontal, entendida en asamblea, como ocurre en la política actual», tras una democratización de la Iglesia.
Esto significa que las peticiones provenientes del «pueblo de Dios» así entendido, que en realidad sólo representan grupos particulares, acaban por prevalecer sobre la doctrina, la enseñanza y la tradición, con la consiguiente confusión entre la Iglesia docente y la Iglesia aprendiz.
La estructura jerárquica de la Iglesia ha sido socavada. Y además esta fase sinodal está continuamente llena de lemas-frases que teológicamente son verdaderamente incomprensibles», observa Fontana.
Y pone como ejemplos los términos empleados, como: “conversión relacional” y “conversación del Espíritu”.
Hoy quisieran ellos hacer de la sinodalidad una dimensión esencial de la Iglesia , pero hasta ayer -incluido Benedicto XVI- la Iglesia misma siempre ha enseñado que la sinodalidad no tiene esta prerrogativa.
Al mismo tiempo, como señala Chiappalone, los partidarios de la sinodalidad la aprovechan con corriente alterna , llevando adelante sólo ciertos temas y rebajando otros (nuevos e injustificados, véase Fiducia supplicans ) desde arriba.
A este respecto, Fontana subraya «el trabajo en equipo ampliado» que se está realizando con este Sínodo: por un lado, Francisco ha excluido de los trabajos del sínodo la discusión de «algunas cuestiones candentes», desde las mujeres diáconos hasta el celibato de los sacerdotes; pero al mismo tiempo ha confiado los mismos temas a una comisión de teólogos, que actúan de forma autónoma y en sinergia con el Sínodo, actualizándolo y escuchándolo.
Ejemplo de esto, explica el director del Observatorio Van Thuan, es el caso del diaconado femenino: por un lado, el Papa hace saber que aún no ha llegado el momento (dejando, de hecho, la cuestión abierta); por el otro, al mismo tiempo, integrado por Francisco, un grupo de teólogos trabaja para fomentar el cambio, que -a este ritmo- llegará «de forma diluida» con el tiempo. Una metodología que Fontana considera a la larga «más eficaz» y peligrosa que una declaración disruptiva directa del propio Sínodo, porque propugna cambios capaces de penetrar en el tejido eclesial de forma más involuntaria y profunda.
En el origen de la mencionada metodología está la idea de «iniciar procesos« , de la que tanto hemos oído hablar durante este pontificado.
En el Instrumentum laboris para la segunda sesión del Sínodo sobre la sinodalidad, como añade Fontana, «hay un enfoque muy procedimental», que se inspira en las asambleas políticas contemporáneas e incluso en la organización interna de las empresas: ahora bien, esta procedimentalidad, que acaba coincidiendo con la sinodalidad, «será continua, consistirá en abrir nuevos procesos», «principalmente sin planteamientos doctrinales».
En concreto, esto significará el afianzamiento progresivo de nuevas prácticas, de las que Fontana da algunos ejemplos: desde la liturgia interconfesional hasta la presencia cada vez más femenina en el altar, pasando por las conferencias de los ateos en la iglesia.
Estos procesos, como se mencionó, tendrán una dirección preestablecida e inequívoca . Una dirección dictada por una dirección precisa, como sugiere el título de la Brújula mensual de este mes de octubre : «El Sínodo sopla donde quieren». Además, Fontana recuerda que las conclusiones del Sínodo sobre la familia de 2014-2015, que luego se fusionaron en la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia , estaban «preestablecidas».
Y detrás de todo este cambio que está trastornando a la Iglesia, hay una idea errónea que intencionalmente manejan sobre la tercera Persona de la Santísima Trinidad, es decir, la falsa idea según la cual «las maduraciones de la conciencia de la humanidad revelan la voluntad del Espíritu Santo».
Prueba de ello son también los nuevos «pecados» inventados por los directores del Sínodo y por los que se pidió perdón durante la ceremonia penitencial del pasado 1 de octubre, en vísperas del inicio de los trabajos de esta segunda sesión sobre la sinodalidad.
Y aquí radica el otro hecho preocupante, a saber, que «estos nuevos pecados están tomados de las modas de la época y, a menudo, de las modas impuestas por quienes detentan el poder en la sociedad actual. Pensemos por ejemplo en los pecados contra el medio ambiente, el clima, etc.«
También son interesantes los temas abordados tras las preguntas de los espectadores , por lo que os remitimos al vídeo del encuentro.
Con una certeza fundamental: aunque ciertos «procesos» en curso puedan perturbar a los fieles y exigir una prudencia particular de cada uno para no desviarse del camino correcto, debemos permanecer en la Iglesia, aprovechando los sacramentos que sólo Él administra en orden a nuestra salvación.
Por Ermes Dovico.
Sábado 5 de octubre de 2024.
Ciudad de Vaticano.
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