* Dios no te arranca de tu ambiente, no te remueve del mundo, ni de tu estado, ni de tus ambiciones humanas nobles, ni de tu trabajo profesional… pero, ahí, ¡te quiere santo! (Forja, 362)
Convenceos de que la vocación profesional es parte esencial, inseparable, de nuestra condición de cristianos.
El Señor os quiere santos en el lugar donde estáis, en el oficio que habéis elegido por los motivos que sean: a mí, todos me parecen buenos y nobles –mientras no se opongan a la ley divina–, y capaces de ser elevados al plano sobrenatural, es decir, injertados en esa corriente de Amor que define la vida de un hijo de Dios. (…).
Hemos de evitar el error de considerar que el apostolado se reduce al testimonio de unas prácticas piadosas.
Tú y yo somos cristianos, pero a la vez, y sin solución de continuidad, ciudadanos y trabajadores, con unas obligaciones claras que hemos de cumplir de un modo ejemplar, si de veras queremos santificarnos.
Es Jesucristo el que nos apremia: vosotros sois la luz del mundo (Mt V, 14-16). (Amigos de Dios, nn. 59-61)
Por SAN JOSEMARÍA.