Jesús sigue instruyendo a sus Apóstoles; en este domingo partimos de un hecho que se da cuando los discípulos de Jesús vuelven contentos después de haber sido enviados por Él a predicar y presumen de haber querido impedir a otros que prediquen y hagan el bien, porque lo hacían en nombre de Jesús y no eran de los suyos: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”. Al parecer, aquellos Apóstoles además de sus ambiciones de ocupar los primeros puestos, también cargan con una dosis de sectarismo, pareciera que sólo ellos tienen la exclusiva de Jesús, sólo ellos pueden expulsar demonios, sólo ellos pueden hacer el bien.
Jesús aprovecha aquel hecho para seguir instruyendo. Aunque para el ser humano existan muchas tonalidades de colores, Jesús es muy claro: “Estar con Él o estar contra Él”; para Jesús no existen las medias tintas, o “juntamos con Él o desparramamos”. Ante Jesús se debe hacer una opción: “Estamos con Él o estamos en contra de Él”. Todo aquel que hace el bien, que se preocupa por el necesitado, ese está a favor de Jesús, aunque no lo sepa.
Nunca son buenos los exclusivismos, el pensar que todo lo bueno está y nace de nosotros, y que por el contrario lo malo anida sobre las cabezas de los demás. Las palabras de Jesús son palabras que incluyen, van contra esa tendencia tan nuestra a excluir; Juan dijo a Jesús: “No es de nuestro grupo”; ser de los nuestros o no ser de los nuestros como criterios de aceptación, de valoración, de colaboración, de nuestro País, de nuestra categoría social, de nuestra ideología, de nuestro carisma eclesial, de nuestra religión. ¡Qué fáciles somos en reconocer y subrayar aquello que nos distancia! Y no sólo eso, detrás de ese “no son de los nuestros”, hay casi siempre un toque de orgullo, de soberbia y de desprecio de aquellos a quienes no reconocemos de nuestra clase, de nuestra condición o ideología. Con tristeza y con realismo, hemos de reconocer que también en el seno de la Iglesia se dan estas actitudes de exclusión o de desconfianza o desprecio de los que “no son de los nuestros”, de los que tienen otros carismas, otra sensibilidad para entender y vivir el Evangelio. Seguimos teniendo la tentación de monopolizar el bien, recordemos, si buscamos el bien de las personas, ¡qué más da quien lo haga; lo decisivo es que se solucionen los problemas y se expulse la indigencia!.
Jesús, con ese hecho quiere dejar claro que en su grupo no tiene cabida el sectarismo, la exclusión; para hacer el bien, no se necesita pertenecer a tal o cual grupo, todo aquel que fomenta la fraternidad, que hace el mundo más humano allí donde le ha tocado vivir, ese está con Jesús. El Espíritu se manifiesta de diferentes maneras, no podemos aprisionarlo, debemos alegrarnos que otros hagan el bien.
A Jesús le preocupan los pequeños, no sólo los menores de edad, sino los que apenas empiezan a intuir la dinámica del Reino con la subsiguiente imagen de Dios que Él propone.
Aprovecha para dejar claro, que todo lo que es ocasión de pecado debe erradicarse, y pone ejemplos muy duros: “Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo”. Jesús quiere dejar claro que sus seguidores deben tomar una decisión contundente y rechazar el mal a toda costa; para el mal no hay concesiones, no hay pactos, no hay acuerdos. Recuerdo aquella carta que el Papa Francisco nos envió a mi Diócesis y a un servidor, el 11 de junio de 2021, al saber la situación que vivimos de violencia, decía: “Pido al Señor que inspire a los encargados del bien común, a comprometerse en la erradicación del crimen y de la impunidad”. El Papa nos recuerda que no se pacta con el mal.
Recordemos que el lenguaje de Jesús es metafórico.
“La mano”, es símbolo de la actividad y del trabajo, Jesús emplea sus manos para bendecir, para curar, para tocar a los excluidos: leprosos, sordomudos, enfermos, etc. La mano también se puede usar de un modo negativo. Es malo usarla para herir, golpear, someter. El cortarla, Jesús nos está indicando que renunciemos a actuar en contra del proyecto de Jesús; debemos cortar esos sentimientos desde nuestra mente y corazón, recordemos que allí se maquina el uso de la mano.
“Si tu pie…” El pie nos hace andar por caminos contrarios al servicio; nos hace andar por caminos contrarios al proyecto de Jesús. También el pie nos hace acercarnos al necesitado, al desprotegido o descartado por la sociedad. El cortarnos el pie tiene sentido para no caminar caminos contrarios a Jesús.
“Los ojos”, representan los deseos y aspiraciones de las personas. Si no miramos como Jesús con amor y caridad a los demás, terminaremos viendo sólo nuestros intereses; estamos invitados a ver la vida de manera más evangélica.
Nos encontramos ante grandes retos, la sociedad nos ha conducido a un relativismo, donde la persona pareciera que tiene la verdad absoluta, donde sus opiniones deben tomarse en cuenta, aunque esté equivocado. Nos cuesta convivir con aquellos que piensan distinto que nosotros. Luchemos por erradicar el sectarismo, luchemos por tomar la opción consciente por Jesús, que sepamos sumarnos a su proyecto de Jesús. Que no demos concesiones al mal y que no seamos ocasión de escándalo o pecado para los demás. Veamos nuestra forma de llevar lo que decimos creer si no es un escándalo.
Preguntémonos, ¿Hemos acoplado la doctrina a nuestros gustos y apetencias? Porque muchas veces, rezamos para tener una conciencia tranquila, pero seguimos cometiendo el mal.
No olvidemos que todo el que hace el bien, tratando de hacer de la humanidad un espacio donde se vivan los valores humanos y evangélicos, ese está a favor de Cristo, aunque no se dé cuenta. ¿A favor de quién estoy?
Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!