* La vida interior se robustece por la lucha en las prácticas diarias de piedad, que has de cumplir –más: ¡que has de vivir!– amorosamente, porque nuestro camino de hijos de Dios es de Amor. (Forja, 83)
En ese esfuerzo por identificarse con Cristo, he distinguido como cuatro escalones:
- buscarle,
- encontrarle,
- tratarle,
- amarle.
Quizá comprendéis que estáis como en la primera etapa. Buscadlo con hambre, buscadlo en vosotros mismos con todas vuestras fuerzas. Si obráis con este empeño, me atrevo a garantizar que ya lo habéis encontrado, y que habéis comenzado a tratarlo y a amarlo, y a tener vuestra conversación en los cielos.
Procura atenerte a un plan de vida, con constancia:
- unos minutos de oración mental;
- la asistencia a la Santa Misa -diaria si te es posible- y la Comunión frecuente;
- acudir regularmente al Santo Sacramento del Perdón -aunque tu conciencia no te acuse de falta mortal-;
- la visita a Jesús en el Sagrario;
- el rezo y la contemplación del Santo Rosario,
- y tantas prácticas estupendas que tú conoces o puedes aprender (…)
Tampoco me olvides que lo importante no consiste en hacer muchas cosas; limítate con generosidad a aquellas que puedas cumplir cada jornada, con ganas o sin ganas.
Esas prácticas te llevarán, casi sin darte cuenta, a la oración contemplativa.
Brotarán de tu alma más actos de amor, jaculatorias, acciones de gracias, actos de desagravio, comuniones espirituales.
Y esto, mientras atiendes tus obligaciones:
- al descolgar el teléfono,
- al subir a un medio de transporte,
- al cerrar o abrir una puerta,
- al pasar ante una iglesia,
- al comenzar una nueva tarea,
- al realizarla y al concluirla;
todo lo referirás a tu Padre Dios. (Amigos de Dios, 300 y 149)
Por SAN JOSEMARÍA.