El hombre y la mujer del mundo posmoderno corren el riesgo permanente de volverse profundamente artificiales, la Inteligencia Artificial (IA) es lo de hoy, por ello, muchos problemas sociales se relacionan con el inmediatismo, la comodidad, el confort y las crisis de los lazos familiares. Así, el individualismo egoísta actual para reconocer al otro se hace cada vez más evidente.
La IA es una realidad y sus aplicaciones están revolucionando muchas industrias alrededor del mundo, con esta se busca crear mejores herramientas para mejorar el servicio, por ejemplo, de salud, lo cual es alentador, no obstante, el gran riesgo es pretender reemplazar la mente humana. Mientras se busque el poder enorme de las computadoras, de las técnicas, alegorismos y demás adelantos está bien, pues todos estos se encuentran relacionados.
La IA se entiende como la capacidad de las máquinas y sistemas para adquirir y aplicar conocimientos que se asemejen a la inteligencia humana. Esta tecnología acelera un potencial extraordinario; las grandes potencias desarrolladas han invertido en la IA y ahora son una prioridad, también hay un gran estímulo en robótica. Otro de los aspectos de riesgo es el dilema de la ética, por ejemplo, en el tema del transporte con conductores de IA, al haber un accidente, ¿quién es el responsable? todo esto se tendrá que resolver.
Lo importante es que mediante las tecnologías se permita una vida digna a través del trabajo, pues en un efecto contrario, el avance tecnológico reduce los costos de producción que se reemplazan por máquinas y ello expone una disminución de los puestos de trabajo.
Por tanto, la IA puede volverse en contra del ser humano por dejar de invertir en las personas, con el fin de obtener mayor rendimiento. Este es un mal negocio para la sociedad pues no será posible dar empleo a todos; las oportunidades se agotan y tendremos que ser creativos para innovar nuevos trabajos para los cuales la IA no sea necesaria y el ser humano tenga la capacidad de tomar decisiones y dar órdenes.
La revolución de la IA va a significar una forma revolucionaria de operar de la sociedad e impactará en todos los ámbitos, procesos materiales, en la economía y en beneficios sociales. En efecto, hay que reconocer que la IA traerá consigo desempleo y habrá un reajuste en el aspecto laboral.
Lo cierto es que muchos hemos escuchado hablar de la IA, pero pocos sabemos de qué trata o cómo funciona; un robot inteligente que pone en práctica una tarea previamente asignada y que se desarrolla como un humano, pero claro, está programado. Con este se intenta imitar el funcionamiento humano usando la lógica racional y el pensamiento humano; así aprenden a realizar nuevas tareas más complejas. Así, otras tecnologías como el reconocimiento facial, la identificación de la voz, entre otros adelantos, proporcionan confort y eficacia.
No obstante, la vida humana implica algo muy profundo, la relación del ser humano con su propia naturaleza es necesaria para crear un ambiente digno, “el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo”, en esta línea cabe reconocer que nuestro propio ser nos sitúa en una relación directa con nuestro semejante, incluida la valoración del cuerpo en su femineidad o masculinidad. Por tanto, en este sentido, no se puede sustituir al ser humano, obra del Dios Creador.
