«Le atribuyo todo lo que hago a Dios»: medallista de oro olímpica

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* «Tengo una plataforma y quiero usarla para glorificarlo», dijo Sydney McLaughlin-Levrone en una conferencia de prensa luego de su segunda medalla de oro olímpica consecutiva en 400 metros con vallas.

La medallista de oro olímpica Sydney McLaughlin-Levrone  atribuyó sus logros atléticos estelares a Dios luego de su victoria récord mundial en los Juegos Olímpicos de 2024.

Le doy crédito a Dios por todo lo que hago. Él me ha dado un don, me ha dado un impulso. Sólo quiero seguir mejorando. Tengo una plataforma y quiero usarla para glorificarlo”, dijo McLaughlin-Levrone en una conferencia de prensa después de ganar su segunda medalla de oro olímpica consecutiva en los 400 metros con vallas.

La campeona estadounidense de atletismo compartió que le reza a Dios justo antes de competir:

Déjame ser el recipiente en el que seas glorificado”, ya sea a través de mi desempeño o simplemente a través de la forma en que me “conduzca” y comporte.

Es simplemente la libertad de saber que, independientemente de lo que suceda, Él recibirá elogios a través de mí. Y es por eso que hago lo que hago”, concluyó.

McLaughlin-Levrone estableció un tiempo récord mundial de 50,37 segundos en los 400 metros con vallas femeninos el jueves 8 de agosto en los Juegos Olímpicos de París, rompiendo su récord mundial anterior de 50,65 segundos en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. Fue la primera mujer en romper las barreras de los 52 y 51 segundos en los 400 metros con vallas, consolidándose como campeona femenina de todos los tiempos en atletismo. 

La joven de 25 años asiste a una iglesia evangélica no confesional en Los Ángeles y glorifica a Dios con regularidad en entrevistas y en las redes sociales. Después de ser seleccionada para competir en el equipo de atletismo de EE. UU. para los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, McLaughlin-Levrone escribió en una publicación de Instagram:

Podía sentir que esta competencia iba a ser algo especial… pero, ¡DIOS MÍO! Semanas como estas son algunas de las más difíciles en la vida de un atleta de pista. La tensión mental de prepararse para las rondas con el fin de consolidar su lugar es bastante pesada. Pero la cantidad de peso que el Señor me quitó de los hombros es la razón por la que pude correr tan libremente ayer”.

Mi fe estuvo a prueba toda la semana. Desde malas prácticas, hasta retrasos en tres salidas en falso y un retraso en una competencia. Simplemente escuchaba a Dios decir: “Solo concéntrate en mí”. Fue el mejor plan de carrera que pude haber elaborado. Ya no corro para reconocerme a mí mismo, sino para reflejar Su voluntad perfecta que ya está escrita en piedra. No merezco nada. Pero por gracia, a través de la fe, Jesús me ha dado todo. Los récords van y vienen. La gloria de Dios es eterna. Gracias Padre.

EMILY MANGIARACINA.

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