“Se burlan de la gracia del Salvador y celebran las artimañas de Satanás” París 2024

Pbro. José Juan Sánchez Jácome
Pbro. José Juan Sánchez Jácome

En su predicación de Adviento de 1835, el Cardenal Newman ya percibía de manera alarmante el intento por excluir la religión, de la vida de la sociedad, al grado que llegó a hablar de una confederación del mal. No veía el ataque y la descalificación a la fe como algo que tuviera que ver con situaciones aisladas, o decisiones particulares, o consignas de grupos contrarios, sino como una estrategia bien orquestada en la que el espíritu del mal es su principal impulsor.

Este análisis que hace a partir de la situación que prevalecía en los inicios del siglo XIX tiene el nivel de una visión profética, pues nos hace caer en la cuenta de cómo se han venido complicando de manera dramática las cosas y cómo se han venido cumpliendo estos escenarios que nos hacen sentir la fuerza, la amenaza y la embestida de una verdadera confederación del mal. Reflexionaba en esa ocasión:

“¿Acaso no existe en este mismo momento un especial empeño en casi todo el mundo en prescindir de la religión, más o menos evidente en este o en aquel lugar, pero más visible y formidablemente en aquellas regiones más civilizadas y poderosas?… ¿No existe un empeño febril y permanente por deshacerse de la necesidad de la religión en los asuntos públicos?… ¿No existe el intento de educar sin religión, o sea, poniendo a todas las formas de religión al mismo nivel?… Sin duda existe actualmente una confederación del mal, que recluta sus tropas de todas partes del mundo, organizándose a sí misma, tomando sus medidas para encerrar a la Iglesia de Cristo como en una red… ¿Creen acaso que él (Satán) es tan inexperto en su arte como para invitarlos en forma abierta y clara a unirse a él en su combate contra la Verdad? No, él les ofrece cebos para tentarlos. Les promete libertad civil; les promete igualdad; les promete comercio y riqueza; les promete exención de impuestos; les promete reformas… Les promete iluminación, ofreciéndoles conocimiento, ciencia, filosofía, ensanchamiento de la mente. Él se burla de los tiempos pasados y se mofa de toda institución que los venere. Él les sopla lo que deben decir y luego los escucha, los alaba y los alienta. Él los incita a ascender a la cima. Les enseña cómo convertirse en dioses. Luego ríe y hace bromas e intima con ustedes…”

De manera progresiva hemos visto, especialmente en los países de occidente, cómo aumentan y suben de nivel las provocaciones y los actos blasfemos que pisotean y se burlan de los signos más sagrados de la fe cristiana. En esta ruta de manifestaciones sacrílegas, quizá la inauguración de los Juegos Olímpicos de París no sólo se convierte en el acto más infame, prosaico e ignominioso en contra de la fe cristiana, sino en el mismo desvelamiento de esta confederación del mal.

Se aprovechó el momento de mayor audiencia a nivel planetario no sólo para montar un espectáculo obsceno, perverso y grotesco, sino también para exhibir de manera abierta la motivación satánica de este odio a la fe cristiana. Como dice San Gregorio de Narek: “Se burlan de la gracia del Salvador, mientras se celebran las artimañas de Satanás”.

A Newman le preocupaban estos gérmenes del mal que comenzaban a notarse. Lo tenía muy claro porque nunca se debe pactar con el mal porque el mal no tiene palabra de honor y va reclamando cada vez mayores espacios para dominar a los hombres, imponiendo su perversidad.

El Satán no es inexperto en su arte, como dice el Cardenal Newman, y de manera sofisticada -no de manera burda y corriente-, ha ofrecido tantos cebos a la humanidad prometiendo libertad, reformas y progreso para finalmente esclavizar al hombre y precipitarlo a su autodestrucción.

Uno de estos cebos es la ideología de género que se ha venido infiltrando en todo el mundo. Comenzó filtrándose en los organismos internacionales, en las estructuras gubernamentales y después en las leyes. Los impulsores de la ideología de género sienten que se ha venido ganando la batalla política y legislativa, por lo que ahora su propósito se concentra en influir de manera determinante en la cultura y en los programas educativos, como lamentablemente ya está sucediendo también en México.

Esta imposición ideológica, que cuenta desgraciadamente con el respaldo de gobiernos, poderosos sectores financieros y organismos internacionales, se convierte en un criterio de vida donde se niegan la realidad y las evidencias científicas para impulsar postulados ideológicos en contra de la vida, el matrimonio y la familia.

Benedicto XVI se refería así a esta ideología: “La ideología de género es la última rebelión de la criatura contra su condición de criatura. Con el ateísmo, el hombre moderno pretendió negar la existencia de una instancia exterior que le dice algo sobre la verdad de sí mismo, sobre lo bueno y sobre lo malo. Con el materialismo, el hombre moderno intentó negar sus propias exigencias y su propia libertad, que nacen de su condición espiritual. Ahora, con la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se convierte en un dios para sí mismo”.

Roberto de Mattei completa este análisis afirmando que: “La teoría de género representa la última etapa intelectual de esta disociación entre la inteligencia y la realidad que se convierte en odio patológico a la propia naturaleza humana”.

Además de este odio patológico a la propia naturaleza se constata un odio patológico al pasado, a la tradición, a la familia, a la religión y a todo lo que se interponga en esta carrera demencial. De ahí la burla a los signos religiosos, a pesar de que se lastima la sensibilidad religiosa de millones de cristianos en el mundo.

Lo que comienza como un reclamo y exigencia de tolerancia se transforma rápidamente en actitudes violentas e intolerantes. Así se da paso a la imposición cultural y a la burla, la cual justifican como libertad de expresión, como bien señala Fray Nelson:

“Cada vez que ellos insultan se llama ‘libertad de expresión’. Cada vez que denunciamos sus abusos se llama ‘intolerancia’. La burla de lo sagrado en un acto público es una manifestación ‘diversa’ y es parte de un acto ‘cultural’. En cambio, la presencia de lo sagrado en un acto público es una ‘imposición’ que ‘niega la separación entre Iglesia y Estado’. Cuando ellos corrompen sistemáticamente a los niños se llama ‘educación’. Cuando los padres de esos niños se oponen, se llama ‘atentado contra la libertad’ de los menores de edad”.

Como cristianos, además de manifestar nuestro repudio, debemos sobre todo ofrecer actos de reparación por esta injuria al sacramento de la eucaristía. Visitemos más a Jesús en el sagrario para expresarle nuestro amor, ofrezcamos sacrificios, recemos el santo rosario y hagamos más oración.

Digamos de manera frecuente y con más fervor la oración que el ángel enseñó a los niños videntes de Fátima: “¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman!”

Sigamos haciendo oración por los países donde se sigue imponiendo la mentalidad woke, la agenda 2030 y la ideología de género. Con la oración de la mística francesa Marthe Robin pidamos por Francia y por los países que reniegan de sus raíces cristianas: “Oh Padre, oh Dios mío, libera y salva a tu Francia ahora; prepara los corazones de sus hijos para la misión que tendrán que cumplir por ella, por todas las demás naciones, por toda la Iglesia”.

Delante de un nuevo episodio infame planteamos la pregunta profética de Juan Pablo II: “Francia, hija mayor de la Iglesia, ¿qué hiciste de tu bautismo?”

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