Números rojos en el Vaticano: venden edificios para salvar las cuentas

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* Las ofrendas de los fieles y de las iglesias locales no fueron suficientes para cubrir las necesidades de los departamentos del Vaticano: se han reducido casi a la mitad desde 2009.

No hay paz para las finanzas del Vaticano, que siguen atravesando un período difícil entre una reestructuración organizativa y una crisis que se prolongará en el tiempo. Esta es la impresión que se desprende del último informe financiero del Óbolo de Pedro (donde fluyen las ofrendas de las iglesias locales y de los fieles), instrumento indispensable para la supervivencia económica del Vaticano y la misión de la Iglesia a nivel global.

Hay dos partidas principales de gasto del Pence:

  • la más importante se refiere al apoyo a la actividad de los departamentos vaticanos,
  • la segunda, mucho más pequeña, es la dedicada a proyectos de asistencia directa «a los más necesitados».

También hay que considerar que los gastos superan claramente los ingresos. Pero vayamos en orden.

En 2023, según datos publicados por el Vaticano a finales de junio, «los ingresos del Fondo Pence ascendieron a 52 millones de euros, mientras que los gastos ascendieron a 109,4 millones», divididos estos últimos en 103 millones de contribuciones desembolsadas y 6,4 millones en «gastos financieros y de otro tipo». El déficit asciende, por tanto, a 57,4 millones.

Es interesante observar cómo, de los 103 millones de aportaciones distribuidas, 48,4 millones proceden de las ofertas recibidas, 3,6 millones proceden de ingresos financieros obtenidos de la remuneración de los activos, mientras que la parte restante de 51 millones «provino de los activos de el Fondo Pence». Un activo que no debe ser tan irrelevante dado que no es la primera vez que se utiliza para cubrir gastos.

¿Pero de qué gastos estamos hablando? La mayor parte se refiere a los gastos de los dicasterios que apoyan la misión del Papa, junto con la ayuda para el mantenimiento de las oficinas diplomáticas de la Santa Sede en el mundo. «Los gastos de los 68 departamentos, organismos y organizaciones al servicio de la misión universal del Santo Padre ascendieron a 370,4 millones de euros en 2023, de los cuales aproximadamente 90 millones (equivalentes al 24 por ciento) fueron cubiertos por el Pence».

En cambio, sólo 13 millones se destinaron a proyectos de asistencia directa para los pobres. En 2022, los gastos de los 70 distintos ministerios, organismos y organizaciones «ascendieron a 383,9 millones, de los cuales 77,6 millones fueron cubiertos por el Pence». En 2021, primer año en el que se conoció el informe financiero sobre el Pence, «los gastos totales de los 70 dicasterios y organismos considerados juntos en el grupo ‘Apoyo a la misión apostólica’ del Santo Padre ascendieron a 237,7 millones de euros. de los cuales 55,5 millones (23 por ciento) financiados por el Pence». 

GASTOS MULTIPLICADOS

Por tanto, los datos muestran que de 2021 a 2023, el gasto de los departamentos y organismos del Vaticano aumentó en 132,7 millones. La partida que ha experimentado un mayor aumento es la relativa al «Apoyo a las Iglesias locales en dificultad y en contextos específicos de evangelización», señal de que las necesidades financieras de la Iglesia universal son urgentes y crecientes; al mismo tiempo, aumentan las necesidades de las nunciaturas y de los órganos vaticanos dedicados a la comunicación.

En este contexto, lo único cierto es que la constante disminución de las ofertas de limosna, disminución que afecta a la estabilidad financiera de la Santa Sede. Si en 2023 el componente de las ofertas de Pence era de 48,4 millones, en 2009 alcanzó los 82,5 millones y en 2013 fue de 78 millones de euros.

Una pequeña señal contratendencia proviene del hecho de que en 2022 las ofertas alcanzaron un mínimo de 43,5 millones de euros. Así pues, parece que, al menos por ahora, la situación se ha evitado. Pero no puede ser suficiente. Considere que en 2022, para responder a las necesidades financieras, «se logró una importante plusvalía, gracias a la venta de inmuebles del Peter’s Pence Fund». Y la de rentabilizar los ricos activos inmobiliarios del Vaticano, o desinvertir parte de ellos sin haber realizado previamente renovaciones adecuadas para evitar la depreciación, parece uno de los pocos caminos viables más allá del Tíber para restaurar una situación financiera cada vez más complicada.

Este es, además, el camino que sigue la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), el dicasterio que gestiona las inversiones financieras e inmobiliarias del Vaticano, como consta en el presupuesto de gestión de 2022: «La APSA está llamada a aumentar los ingresos anuales flujos derivados de la gestión de activos inmobiliarios. Esto requiere una correcta identificación y puesta en valor de los activos inmobiliarios, aprovechando las oportunidades que ofrece el mercado, continuando en el proceso de desinversión de aquellos inmuebles considerados inadecuados o no estratégicos para la producción y gestión de las rentas que se destinarán a cubrir las necesidades del Curia Romana».

Por FRANCISCO PELOSO.

Periodista que sigue al Vaticano y a la Iglesia desde hace más de veinte años. Ha escrito para numerosos periódicos, entre ellos: Internazionale, Vatican Insider (La Stampa), il Secolo XIX, Il Riformista, Linkiesta, Jesus, Adista. Sus últimos libros son  Oltre il clericalismo  (Città Nuova 2020),  El banco del Papa  (Marsilio 2015) y  Si Dios permanece solo  (Lindau 2007).

CIUDAD DEL VATICANO.

DOMANI.

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