Desde el punto de vista fisiológico nuestro cerebro está dividido en tres partes: El cerebro reptiliano, encargado de los instintos. El cerebro límbico, encargado de las emociones y el cerebro neocórtex o cerebro racional, que se encarga de valorar nuestros actos y de la comunicación con un Ser superior.
Este modelo de división cerebral nos enseña mucho sobre la causa de nuestros temores y cómo influyen en nuestra vida. Por eso hoy te enseñaré un ejercicio en el que aprenderás a conocerte mejor en aquellas situaciones que te sacan de tu centro.
¿Qué hacer cuando sentimos miedo?
- Racionalizarlo: Muchas veces comprendemos nuestras emociones de manera errónea y no logramos identificar exactamente lo que sentimos. En este primer punto, debemos reconocer cuáles son las situaciones que nos generan temor para ver si hay alguna correlación y así identificar la causa.
- Viajar al pasado: En este punto, debemos preguntarnos, cuál es la memoria más antigua que tenemos de este sentimiento. Por ejemplo, si tengo miedo de los animales, puede deberse a que de pequeño fui mordido por un perro. Esta es la clave para comenzar a trabajar.
- Identificar la consecuencia: Si bien el miedo es una respuesta natural del cerebro para alertarnos sobre situaciones peligrosas, en muchos casos esas situaciones nunca llegan a llevarse a cabo y simplemente nos estamos anticipando a los hechos sin que hoy exista una amenaza real. Por ejemplo, si tengo miedo de hablar con mi jefe, tengo que pensar cuál es el peor escenario que puede ocurrir de esa interacción. ¿Me va a gritar? ¿me va a golpear? ¿me va a matar? Muchas veces nuestros miedos tienen respuestas desmedidas que poco o nada tienen que ver con la realidad.
- Evaluar si el riesgo es real: Muy similar al punto anterior, este paso busca reconocer que si bien mi jefe me puede gritar o incluso despedirme, solo es un trabajo. No es la vida. Salvo situaciones de peligro real de muerte, muchas veces nuestros miedos están sobredimensionados por algo que tiene solución. Siempre puedes conseguir otro trabajo, si tu jefe te despide, no es razón para que el miedo te paralice.
- Sanación del miedo: Para no dar respuestas universales, en este punto quiero recomendarte el Diplomado en Sanación Interior, en el que trabajas todas tus heridas emocionales de la infancia a fin de que «nada te turbe y nada te espante». En este proceso de sanación a través de la psicología y la fe católica podrás encontrar la causa de todos tus miedos y lograr una sanación real de la mano de Jesús. Después de todo, Dios no te dió un espíritu de miedo, sino uno de valentía.
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