El periodista católico norteamericano Christopher R. Altieri, que fue periodista 10 años en Radio Vaticano, ha publicado en el Catholic World Report tres posibles escenarios que, en su opinión, pueden darse en la Iglesia en años cercanos a consecuencia del motu proprio Traditionis Custodes del papa Francisco, que anula las decisiones de Benedicto XVI de 14 años antes en Summorum Pontificum y restringe mucho el uso de la misa tradicional en latín (en concreto, el misal de 1962).
En su análisis (aquí en inglés), Altieri considera que las relaciones entre las comunidades Ecclesia Dei (las que celebran con el misal de 1962) y las diócesis, en los últimos años, eran bastante buenas y se encontraba acomodo razonable a las distintas sensibilidades, aunque pudiera haber problemas en algunos casos.
Así, «Traditionis Custodes parece ser», señala este periodista, «un remedio drástico para unas molestias relativamente menores. Es como amputarse un dedo para tratarse el problema en una uña. Hoy por hoy, no hay ningún movimiento cismático tradicionalista del que se pueda hablar, ninguno que realmente amenace la unidad de la Iglesia. Seguro que habrá por ahí personas gruñonas y mal ajustadas con extrañas nociones teológicas e ideas políticas dudosas, pero siempre han existido. En nuestros días, lo más probable es que moren en las secciones de comentarios de webs que posean y operen».
Altieri detalla que entre los tradicionalistas dentro de la Iglesia no surgirá ninguna rebelión ni líder rebelde, ya que incluso prelados críticos como «el cardenal Burke y el obispo Schneider son también fieramente fieles al Papa, aunque critiquen su forma de gobernar».
Después, el periodista plantea 3 posibles escenarios futuros, que califica como «el peor, el escenario medio y el mejor».
1. El peor escenario
«El peor escenario sería ver a los grupos fracturados de tradicionalistas radicales incorruptibles sumar fuerzas con los irreductibles de la Sociedad Sacerdotal San Pío X y tomar el control por completo de los grupos tradicionales moderados, mientras los obispos con entusiasmo ejercen sus nuevos poderes inquisitoriales para castigar a los laicos incorregibles que se aferran a sus libros viejos y purgan los seminarios de cualquier hombre que muestre el menor signo de simpatía por la tradición. Y que las oficinas de Roma interpreten de forma ancha la nueva ley para hacerle decir más que lo que dice y más de lo que no dice».
Altieri señala que Traditionis Custodes no habla del status de otros ritos occidentales (el dominicano, el benedictino, el cartujo, el mozárabe, el ambrosiano...) y advierte que «lo único que impide su destrucción general es la ausencia de una interpretación con autoridad desde el Consejo de Textos Legislativos».
Altieri es además, parece, el primero en formular en voz alta una duda: «si Summorum Pontificum podía caer, ¿está a salvo Anglicanorum Coetibus?» Es decir, ¿hay peligro de que el Papa Francisco, o cualquier oficial de rango menor usando este motu proprio, elimine las condiciones especiales garantizadas a las comunidades ex-anglicanas que se han hecho católicas a través de los tres ordinariatos anglocatólicos que creó Benedicto XVI? También ellas tienen sus propias normas litúrgicas y misales según el «uso anglicano del rito romano».
A través de estas comunidades creadas por Benedicto XVI, cientos de antiguos sacerdotes anglicanos y episcopalianos son hoy católicos y abundan gracias a ellas las comunidades de conversos en Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Australia y otros países.
2. El escenario medio
Para Altieri, un escenario malo, pero no tanto como el anterior, sería «ver a un líder emerger en la SSPX, sociedad cuya ala dura podría decir -con razón, o al menos plausiblemente- ‘ya os decíamos que pasaría’. Arrollarán a los moderados entre sus filas. Radicalizarán a su base. Aportarán mucho dinero. Sus filas medrarán llenándose con los desafectos. Harán que parezca que el final de los 80 e inicio de los 90 parezcan el equivalente eclesial a la glasnost y la perestroika».
Se refiere, básicamente, a que muchos tradicionalistas moderados que durante las últimas décadas han encontrado acomodo en la Iglesia Católica y han sido fieles a la disciplina de Roma y a la relación con sus diócesis, se verán invitados a marchar, atraídos con fuerza por los sectores lefebvrianos. (Otros analistas pueden recordar la atracción que pueden ejercer en varios países las comunidades ortodoxas).
3. El mejor escenario
Después, Altieri plantea el escenario que considera «el mejor», o menos dañino para la unidad de la Iglesia, en su opinión.
Ordenación de Sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro en la catedral de Santa Cecilia, en Omaha en 2018
«El hecho es que la ley que promulgó el Papa Francisco el viernes es engorrosa e inmanejable. Requiere que los obispos dediquen tiempo y energía -a veces enormes cantidades de ambas cosas- a un proyecto desagradecido que en realidad no han pedido y para el que no pueden esperar buena voluntad. A la mayoría de los laicos en la mayoría de las parroquias, el tema no les interesa. En cambio, los fieles devotos de las formas antiguas de culto están altamente motivados».
«Los obispos del mundo lo saben, y al medir ganancias potenciales frente a pérdidas seguras, pueden decidir que una nueva inquisición para librar a la Iglesia de falsos conversos no vale la pena. Si hay suficientes obispos que decidan que esta es una lucha que no quieren, las comunidades tradicionales pueden sobrevivir con una disrupción mínima, al menos en algunos lugares. Los devotos de las formas tradicionales de culto pueden incluso aceptar las líneas que haga falta para escapar de la purga, y después el peligro pasará antes de que caigan demasiados», considera este analista.
ReL.